MENU

domingo, 30 de noviembre de 2014

Lecturas del Lunes de la 1ª semana de Adviento



Enviar por email En PDF Imprimir
Lunes, 1 de diciembre de 2014

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. 
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 121,1-2.4-5.6-7.8-9

R/.
 Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron: 
«Vamos a la casa del Señor»! 
Ya están pisando nuestros pies 
tus umbrales, Jerusalén. R/.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, 
según la costumbre de Israel, 
a celebrar el nombre del Señor; 
en ella están los tribunales de justicia, 
en el palacio de David. R/.

Desead la paz a Jerusalén: 
«Vivan seguros los que te aman, 
haya paz dentro de tus muros, 
seguridad en tus palacios.» R/.

Por mis hermanos y compañeros, 
voy a decir: «La paz contigo.» 
Por la casa del Señor, nuestro Dios, 
te deseo todo bien. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del lunes, 1 de diciembre de 2014

Enviar por email En PDF Imprimir
Oscar Romano, cmf
A la paz de Dios:
Voy yo en persona. El día que se le ocurrió a Dios esta feliz idea empezó el adviento. Voy yo, en persona. La disciplina permite el uso del mando a distancia. “Ve” y el otro va; “ven” y viene; “haz esto”, y se hace. Pero nuestro Dios es otra cosa.
No entres bajo mi techo, dilo de palabra. Cuando alguien está dotado de autoridad, se nota. No en las palabras, en los hechos. Nosotros, como andamos faltos, tenemos que recurrir a cientos de palabras. A Jesús le basta con solo una.
Es para todos: para todas las naciones y para todos los pueblos. Para todas las personas y para todas las circunstancias.
Estamos comenzando el tiempo de Adviento. Ya las lecturas de este día se encargan de marcarnos algunas claves importantes para preparar la Navidad: viene Dios en persona, viene para todos, viene con la salvación. ¿Verdad que es importante tomarse en serio este tiempo y que la gran noticia no nos pille distraídos?
Desde hace unos años tengo la costumbre de leer y rezar con este poema al comienzo del adviento: Lento, pero viene (Benedetti):
LENTO PERO VIENE
Lento pero viene
el futuro se acerca
despacio pero viene
hoy está más allá
de las nubes que elige
y más allá del trueno
y de la tierra firme
demorándose viene
como flor desconfiada
que vigilara al sol
sin preguntarle nada
lento pero viene
el futuro se acerca
viene con proyectos
y bolsas de semillas
con ángeles maltrechos
y fieles golondrinas
despacio pero viene
sin hacer mucho ruido
cuidando sobre todo
nuestros sueños prohibidos
los recuerdos yacentes
y los recién nacidos
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio pero viene
ya casi está llegando
con su mejor noticia
con una estrella pobre
sin nombre todavía
lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotros
y menos el azar
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene
Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano, cmf.

ORA Y ENCARGA MISA POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

"Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo Jesús, junto con todas las Misas que se celebren en el mundo hoy, por Las Benditas Almas del Purgatorio.

Mucha gente tiene la costumbre de decir 500, ó 1000 veces cada día la pequeña jaculatoria"Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío", o la sola palabra "Jesús"También este acto de amor: "Jesús. María, os amo, salvad las almas"

     La recitación del Santo Rosario 

ENCARGA UNA MISA

ENCARGA UNA MISA
CLICKEA IMAGEN

ENTRA Y ORA POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO:http://lasbenditasalmasdelpurgatorio.blogspot.com.es/

EL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO-MARIA VALTORTA

10. Cántico de María. Ella recordaba cuanto su espíritu había visto en Dios.
2 de septiembre de 1944.

1Hasta ayer por la tarde, viernes, no se me ha iluminado la mente para ver. Y he visto solamente esto. He visto a una María muy joven, una María de como mucho doce años, cuyo rostro no presenta ya esas redondeces propias de la infancia, sino que devela los futuros contornos de la mujer en el perfil oval que ya se va alargando. Por lo que respecta al pelo, ya no es aquel que caía suelto sobre el cuello con sus ligeros rizos, sino que está recogido en dos gruesas trenzas de un oro palidísimo ‑ de lo claro que es el pelo, parece como si estuviera mezclado con plata ‑ que siguiendo los hombros bajan hasta las caderas. El rostro aparece más pensativo, más maduro, aunque siga siendo el rostro de una niña, de una hermosa y pura niña que, toda vestida de blanco, cose en una habitacioncita muy pequeña y también toda blanca, por cuya ventana abierta de par en par se ve el edificio imponente y central del Templo, y toda la bajada de las escalinatas de los patios, de los pórticos, y, al otro lado de la muralla, la ciudad con sus calles y casas y jardines, y, al fondo, la cima protuberante y verde del Monte de los Olivos.
Cose y canta en voz baja. No sé si se trata de un canto sacro. Dice:

«Como una estrella dentro de un agua clara
me resplandece una luz en el fondo del corazón.
Desde la infancia, de mí no se separa
y dulcemente me guía con amor.
En lo más hondo del corazón hay un canto.
¿De dónde venir podrá?
¡Oh, hombre, tú lo ignoras!
De donde descansa el Santo.
Yo miro mi estrella clara
y no quiero cosa que no sea,
aunque fuera la más dulce y estimada,
esta dulce luz que es toda mía.
Me trajiste de los altos Cielos,
Estrella, al interior de un seno de madre.
Ahora vives en mí; mas allende los velos
te veo, rostro glorioso del Padre.
¿Cuándo a tu sierva darás el honor
de ser humilde esclava del Salvador?
Manda, del Cielo mándanos al Mesías.
Acepta, Padre Santo, la ofrenda de María».

2María calla, sonríe y suspira, y luego se pone de rodillas en oración. Su carita es toda una luz. Alta, elevada hacia el azul terso de un bonito cielo estival, parece como si aspirase toda su luminosidad y la irradiara. O, más exactamente, parece como si de su interior un escondido Sol irradiase sus luces y encendiera la nieve apenas rosada de la carne de María y se vertiera, llegando a las cosas y al Sol que resplandece sobre la tierra, bendiciendo Y prometiendo abundancia de bienes.
Estando María a punto de ponerse en pie después de su amorosa oración, permaneciendo en su rostro una luminosidad de éxtasis, entra la anciana Ana de Fanuel y se detiene atónita, o, por lo menos, admirada del acto y del aspecto de María.
La llama: «María», y la Niña se vuelve con una sonrisa, distinta pero como siempre muy bonita, y saluda dicendo: «Ana, paz a ti».
3«¿Estabas orando? ¿No te es suficiente nunca la oración?».
«La oración me sería suficiente. Pero yo hablo con Dios. Ana, tú no puedes saber qué cercano a mí le siento; más que cercano, en el corazón. Dios me perdone tal soberbia. Es que yo no me siento sola. ¿Ves? Allí, en aquella casa de oro y de nieve, detrás de la doble Cortina, está el Santo de los Santos, y jamás ojo alguno, aparte del Sumo Sacerdote, puede detenerse en el Propiciatorio, sobre el que descansa la gloria del Señor. Mas yo no tengo necesidad de mirar con toda el alma veneradora a ese doble Velo bordado, que palpita con las ondas de los cantos virginales y de los levitas y que huele a preciosos inciensos, como para perforar su cohesión y ver así la luz irradiada por el Testimonio. ¡Pero sí que miro! No temas que no mire con ojo venerador como todo hijo de Israel. No temas que el orgullo me ciegue haciéndome pensar esto que ahora te digo. Yo miro, y no hay ningún humilde siervo en el pueblo de Dios que mire más humildemente la Casa de su Señor que como yo la miro, convencida como estoy de ser la más pequeña de todos. Pero, ¿qué es lo que veo? Un velo. ¿Qué pienso al otro lado del Velo? Un Tabernáculo. ¿Y en él? Mas si miro a mi corazón, he aquí que veo a Dios resplandecer en su gloria de amor y decirme: "Te amo" y yo le digo: "Te amo", y me deshago y me rehago con cada uno de los latidos del corazón en este beso recíproco... Estoy entre vosotras, mis queridas maestras y compañeras, pero un círculo de fuego me aísla de vosotras. Dentro de ese círculo, Dios y yo. Y os veo a través del Fuego de Dios y así os amo... mas no puedo amaros según la carne, como jamás podré amar a nadie según la carne, sino sólo a Este que me ama, y según el espíritu. 4Conozco mi destino. La Ley secular de Israel quiere de toda niña una esposa y de toda esposa una madre. Pero yo, no sin obedecer a la Ley, obedezco a la Voz que me dice: "Yo te quiero par mí", y permaneceré siempre virgen. ¿Cómo podré hacerlo? Esta dulce, invisible Presencia que está conmigo me ayudará, porque ella desea eso. Yo no temo. Ya no tengo ni padre ni madre... y sólo el Eterno sabe cómo en ese dolor se Quemó cuanto yo tenía de humano. Ardió con dolor atroz. Ahora sólo tengo a Dios. A Él, por tanto, le presto obediencia ciegamente... Lo habría hecho incluso contra el padre y la madre, porque la Voz me enseña que quien quiere seguirla debe pasar por encima del padre y de la madre, amorosas patrullas de ronda en torno a los muros del corazón filial, al que quieren conducir a la alegría según sus caminos... y no saben que hay otros caminos de infinita alegría. Yo les habría dejado los vestidos y el manto, con tal de seguir la Voz que me dice: "¡Ven, dilecta mía, esposa mía!". Les habría dejado todo; y las perlas de las lágrimas ‑ porque habría llorado por tener que desobedecer ‑, y los rubíes de mi sangre ‑ que hasta a la muerte habría desafiado por seguir la Voz que llama ‑ les habrían dicho que hay algo más grande que el amor de un padre y una madre, y más dulce: la Voz de Dios. Pero ahora su voluntad me ha dejado libre incluso de este lazo de piedad filial. Ya de por sí no habría habido lazo. Eran dos justos, y Dios, ciertamente, hablaba en ellos como me habla a mí. Habrían seguido la justicia y la verdad. Cuando pienso en ellos, pienso que están en la quietud de la espera entre los Patriarcas, y acelero con mi sacrificio la venida del Mesías para abrirles las puertas del Cielo. En la tierra yo me rijo, o sea, es Dios quien rige a su pobre sierva diciéndole sus preceptos, y yo los cumplo, porque cumplirlos es mi alegría. Cuando llegue la hora, le diré a mi esposo mi secreto... y él lo acogerá en su interior».
«Pero, María... ¿con qué palabras le vas a persuadir? Tendrás en contra el amor de un hombre, la Ley y la vida».
«Tendré conmigo a Dios... Dios abrirá a la luz el corazón de mi esposo... la vida perderá sus aguijones de sentido para ser pura flor con perfume de caridad. 5La Ley.. Ana, no me llames blasfema. Yo creo que la Ley pronto va a sufrir un cambio. Pensarás: "¿quien puede cambiarla, si es divina?". Sólo quien la puede mutar: Dios. El tiempo está más próximo de lo que pensáis, yo os lo digo. Leyendo a Daniel, una gran luz que venía del centro del corazón se me ha iluminado, y la mente ha comprendido el sentido de las arcanas palabras. Serán abreviadas las setenta semanas por las oraciones de los justos. ¿Será cambiado el número de los años? No. La profecía no miente; mas, la medida del tiempo profético no es el curso del Sol, sino el de la Luna, y por ello os digo: "Cercana está la hora que oirá el vagido del Nacido de una Virgen". ¡Oh, si esta Luz que me ama quisiera decirme ‑ pues muchas cosas me dice ‑ dónde está la mujer feliz que dará a luz el Hijo a Dios y el Mesías a su pueblo! Caminando descalza recorrería la tierra; ni frío y hielo, ni polvo y canícula, ni fieras y hambre me serían obstáculo para llegar a Ella y decirle: "Concédele a tu sierva y a la sierva de los siervos del Cristo vivir bajo tu techo. Haré girar la rueda del molino y la prensa; como esclava ponme en el molino; como pastora, a tu rebaño; o para lavar los pañalitos a tu Nacido; ponme en tus cocinas, en tus hornos... donde tú quieras, pero recíbeme. ¡Que yo le pueda ver, que pueda oír su voz, recibir su mirada!". Y, si no me admitiese, yo viviría, mendiga, a su puerta, de limosnas y escarnios, al raso o bajo el sol intenso, con tal de oír la voz del Mesías niño y el eco de su risa, y luego verle pasar... y, quizás, un día recibiría de El el óbolo de un pan... ¡Oh, aunque el hambre me desgarrara las entrañas y desfalleciera después de tanto ayuno, yo no me comería ese pan! Lo tendría como un saquito de perlas contra mi corazón y lo besaría para sentir el perfume de la mano del Cristo, y ya no tendría ni hambre ni frío, porque su contacto me proporcionaría éxtasis y calor, éxtasis y alimento...».
6«¡Tú deberías ser la Madre del Cristo, tú que le amas de esa for­ma! ¿Por eso es por lo que quieres permanecer virgen?».
«¡Oh, no! Yo soy miseria y polvo. No oso levantar la mirada hacia la Gloria. Por eso es por lo que prefiero mirar dentro de mi corazón más que mirar al doble Velo, tras el cual sé que está la invisible Presencia de Yeohvah. Allí está el Dios terrible del Sinaí. Aquí, en mí, veo al Padre nuestro, veo un amoroso Rostro que me sonríe y bendice, porque soy pequeña como un pajarillo que el viento sujeta sin sentir su peso, y débil como tallito de muguete silvestre que sólo sabe florecer y perfumar, y no opone más resistencia al viento que la de su perfumada y pura dulzura. ¡Dios, mi viento de amor! No, no es por eso, sino porque al Nacido de Dios y de una Virgen, al Santo del Santísimo no le puede gustar sino lo que en el Cielo ha elegido como Madre y lo que en la tierra le habla del Padre celestial: la Pureza. Si la Ley meditara en esto, si los rabíes, que la han multiplicado con todas las sutilezas de su enseñanza, volviendo la mente a horizontes más altos, se sumergieran en lo sobrenatural, dejando de lado lo humano y la ganancia que pretenden olvidando el Fin supremo, deberían, sobre todo, volver su enseñanza a la Pureza, para que el Rey de Israel, cuando venga, la encuentre. Con el olivo del Pacífico, con las palmas del Triunfador, esparcid azucenas y azucenas y azucenas... ¡Cuánta Sangre tendrá que derramar para redimirnos el Salvador! ¡Cuánta! De los miles de heridas que Isaías vio en el Hombre de dolores, cae, cual rocío de un recipiente poroso, una lluvia de Sangre. ¡Que no caiga en el lugar de la profanación y la blasfemia esta Sangre divina, sino en copas de fragante pureza que la acojan y recojan, para luego esparcirla sobre los enfermos del espíritu, sobre los leprosos del alma, sobre los muertos a Dios! ¡Dad azucenas, azucenas dad para enjugar, con la cándida vestidura de los pétalos puros, los sudores y las lágrimas del Cristo! ¡Dad azucenas, azucenas dad para el ardor de su fiebre de Mártir! ¡Oh, ¿dónde estará esa Azucena que te lleva dentro; dónde, la que aplacará la quemazón que padeces; dónde, la que se pondrá roja con tu Sangre y morirá por el dolor de verte morir; dónde, la que llorará ante tu Cuerpo desangrado?! ¡Oh, Cristo, Cristo, suspiro mío!...».
María queda en silencio, llorando y abatida.
7Ana está un rato en silencio. Luego, con su voz blanca de anciana conmovida, dice: «¿Tienes algo más que enseñarme, María?».
María se estremece. Debe haber creído, en su humildad, que su maestra la haya reprendido y dice: «¡Perdón! Tú eres maestra, yo soy una pobre nada. Es que esta Voz me sube del corazón. Yo la tengo bien vigilada, para no hablar; pero, cual río que por el ímpetu de la ola rompe las presas, ahora me ha prendido y se ha desbordado. No tengas en cuenta mis palabras y mortifica mi presunción. Las arcanas palabras deberían estar en el arca secreta del corazón al que Dios, en su bondad, favorece. Lo sé. Pero, tan dulce es esta invisible Presencia, que me embriaga... ¡Ana, perdona a tu pequeña sierva!».
Ana la estrecha contra sí, y todo el viejo rostro rugoso tiembla y brilla de llanto. Las lágrimas se insinúan entre las arrugas como agua por terreno accidentado e se transforma en un trémulo regatillo. No obstante, la anciana maestra no suscita risa, sino que, al contrario, su llanto promueve la más alta veneración.
María está entre sus brazos, su carita contra el pecho de la anciana maestra, y todo termina así.

8Dice Jesús:
«María tenía el recuerdo de Dios. Soñaba con Dios. Creía soñar. No hacía sino ver de nuevo cuanto su espíritu había visto en el fulgor del Cielo de Dios, en el instante en que había sido creada para ser unida a la carne concebida en la tierra. Condividía con Dios, si bien de forma mucho menor, por exigencia de justicia, una de las propiedades de Dios: la de recordar, ver y prever, por el atributo de una inteligencia no lesionada por la Culpa, y, por tanto, poderosa y perfecta.
9El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Una de las semejanzas está en la posibilidad, para el espíritu, de recordar, ver y prever. Esto explica la facultad de leer el futuro, facultad que viene, muchas veces y directamente, por voluntad divina, otras por el recuerdo, que se alza, como Sol en una mañana, iluminando un cierto punto del horizonte de los siglos precedentemente visto desde el seno de Dios.
Son misterios demasiado altos como para que podáis comprenderlos plenamente. Eso sí, reflexionad.
¿Esa Inteligencia suprema, ese Pensamiento que lo sabe todo, esa Vista que lo ve todo, que os crea con un movimiento de su voluntad y con el hálito de su amor infinito, haciéndoos hijos suyos por origen e hijos suyos por destino, podrá daros algo que sea distinto de Él? Os lo da en proporción infmitesimal, porque la criatura no podría contener al Creador, mas esa parte es, en su infinitesimalidad, perfecta y completa.
¡Cuán grande el tesoro de inteligencia que dio Dios al hombre, a Adán! La culpa lo ha menoscabado, mas mi Sacrificio lo reintegra y os abre los fulgores de la Inteligencia, sus ríos, su ciencia. ¡Oh, sublimidad de la mente humana unida por la Gracia a Dios, copartícipe de la capacidad de Dios de conocer!... De la mente humana unida por la Gracia a Dios.
No hay otro modo; que lo tengan presente los que anhelan conocer secretos ultrahumanos. Toda cognición que no venga de alma en gracia ‑ y no está en gracia aquel que se manifiesta contrario a la Ley divina, cuyos preceptos son muy claros ‑ sólo puede venir de Satanás, y difícilmente corresponde a verdad por lo que se refiere a cuestiones humanas, y nunca responde a verdad por lo que respecta a lo sobrehumano, porque el Demonio es padre de la mentira y a quien arrastra consigo le lleva por el sendero de la mentira. No existe ningún otro método para conocer la verdad, sino el que viene de Dios. Y Dios habla y dice o hace recordar, del mismo modo como un padre a un hijo le hace recordar la casa paterna y dice: "¿Te acuerdas cuando conmigo hacías esto, veías aquello, oías aquello otro? ¿Te acuerdas cuando yo te despedía con un beso? ¿Te acuerdas cuando me viste por primera vez, cuando viste el fulgurante sol de mi rostro en tu alma virgen, instantes antes creada y aún exenta ‑ puesto que acababa de salir de mí ‑ de la tabes que después te consumiera? ¿Te acuerdas de cuando comprendiste en un latido de amor lo que es el Amor y cuál es el misterio de nuestro Ser y Proceder?". Y cuando la capacidad limitada del hombre en gracia no llega a comprender, entonces el Espíritu de ciencia habla y enseña.
Pero para poseer al Espíritu es necesaria la Gracia. Y para poseer la Verdad y la Ciencia es necesaria la Gracia. Y para tener consigo al Padre es necesaria la Gracia, Tienda en que las tres Personas hacen morada, Propiciatorio en que reside el Eterno y habla, no desde dentro de la nube, sino mostrando su Rostro al hijo fiel. Los santos tienen el recuerdo de Dios, de las palabras oídas en la Mente creadora y resucitadas por la Bondad en su corazón para elevarlos como águilas en la contemplación de la Verdad, en el conocimiento del Tiempo.
10María era la Llena de Gracia. Toda la Gracia Una y Trina estaba en Ella. Toda la Gracia Una y Trina la preparaba como esposa para la boda, como tálamo para la prole, como divina para su maternidad y para su misión. Ella es la que cierra el cielo de la profetisas del Antiguo Testamento y abre el de los "portavoces de Dios" en el Nuevo Testamento.
Verdadera Arca de la Palabra de Dios, mirando en su interior eternamente inviolado, descubría, trazadas por el dedo de Dios sobre su corazón inmaculado, las palabras de ciencia eterna, y recordaba, como todos los santos, haberlas oído ya al ser generada con su espíritu inmortal por Dios Padre, creador de todo lo que tiene vida. Y, si no recordaba todo de su futura misión, era porque en toda perfección humana Dios deja algunas lagunas, por ley de una divina prudencia que es bondad y mérito para y hacia la criatura.
María, segunda Eva, tuvo que conquistarse su parte de mérito de ser la Madre del Cristo; con una fiel, buena voluntad. Esto quiso también Dios en su Cristo para hacerle Redentor.
El espíritu de María estaba en el Cielo. Su parte moral y su carne estaban en la tierra, y tenían que pisotear tierra y carne para llegar hasta el espíritu y unirlo al Espíritu en un abrazo fecundo».

11Nota mía. Todo el día de ayer había estado pensando que vería la noticia de la muerte de los padres, y, además ‑ por qué, no lo sé ‑, dado por Zacarías. Igualmente pensaba, a mi manera, cómo trataría Jesús el punto del «recuerdo de Dios por parte de los santos». Esta mañana, cuando empezó la visión, he dicho: «Eso es, ahora le dirán que es huérfana». Y ya sentía encogido mi corazón porque... se trataba de oír y ver la misma tristeza mía de estos días. Sin embargo, no hay nada de cuanto había pensado ver y oír; pero es que ni una palabra por equivocación. Esto me consuela porque me dice que verdaderamente no hay nada mío, ni siquiera una honesta sugestión respecto a un determinado punto. Todo viene realmente de otra fuente. Mi continuo miedo cesa... hasta la próxima vez, porque este miedo de ser engañada y de engañar me acompañará siempre

ORACION AL PADRE


ORACIÓN DE JUAN PABLO II 

Dios, Creador del cielo y de la tierra, Padre de Jesús y Padre Nuestro:
Bendito seas Señor, Padre que estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado sobre la miseria del hombre y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro salvador y amigo, hermano y redentor. Gracias, Padre bueno, por el don del Año jubilar; haz que sea un tiempo favorable, el año del gran retorno a la casa paterna, donde Tú, lleno de amor, esperas a tus hijos descarriados para darles
el abrazo del perdón y sentarlos a tu mesa, vestidos con el traje de fiesta.
¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!
Padre clemente, que en el Año Santo se fortalezca nuestro amor a ti y al prójimo: que los discípulos de Cristo promuevan la justicia y la paz; se anuncie a los pobres la Buena Nueva y que la Madre Iglesia haga sentir su amor de predilección a los pequeños y marginados.
¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!
Padre justo, que el gran Jubileo sea una ocasión propicia para que todos los católicos descubran el gozo de vivir en la escucha de tu palabra, abandonándose a tu voluntad; que experimenten el valor de la comunión fraterna partiendo juntos el pan y alabándote con himnos y cánticos espirituales.
¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!
Padre, rico en misericordia, que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura, de diálogo y de encuentro con todos los que creen en Cristo y con los miembros de otras religiones:
en tu inmenso amor, muestra generosamente tu misericordia con todos.
¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!
Padre omnipotente, haz que todos tus hijos sientan que en su caminar hacia ti, meta última del hombre, los acompaña bondadosa la Virgen María, icono del amor puro, elegida por ti para ser Madre de Cristo y de la Iglesia.
¡A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre!
A ti, Padre de la vida, principio sin principio, suma bondad y eterna luz, con el Hijo y el Espíritu, honor y gloria, alabanza y gratitud por los siglos sin fin. Amén.

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

7 de Octubre de 1975 

SATANAS, EL MALIGNO 

Hijo mío, cuando Yo entro en un alma vibra la fe, arde el amor y la esperanza es viva. Pero cuando en un alma está adormecida la Vida divina, entonces hay quien es corroído por la envidia, los celos y el odio y con malas artes busca y encuentra el modo de arrojar agua sobre el fuego del amor. Si el amor se puede comparar con un brasero ardiente, tú sabes el efecto que produce el agua arrojada sobre él: apaga el fuego, atenúa el calor, levanta una columna de denso vapor, y no deja más que carbones negros. 
Esto le sucede en el alma ardiente de amor cuando está bajo la acción de Satanás, si no se sabe salvaguardar de la pérfida acción de él. 
Del amor y del fuego que le arde en el corazón, del calor y de la luz no queda ya nada. Una nube de humo envuelve al alma, carbones negros, porque negra se ha vuelto el alma bajo la acción del pecado. 
Hoy, hijo son pocas las almas que tienen conciencia de las peligrosas astucias y artes del Maligno porque en él ya nadie cree y de él (excepción hecha de pocos), nadie se preocupa de defenderse. 
Así el Maligno puede cosechar numerosas víctimas incluso entre mis sacerdotes. 
La ignorancia de quien no cree, las lagunas de la fe, la falta de entrenamiento en la lucha, la inexperiencia y el abandono total de los medios de defensa, señala a favor del enemigo numerosísimas victorias. 
¡Pobres almas inexpertas y no solo de simples fieles sino también de muchos ministros míos! 
Estos por el carácter impreso en sus almas, por la potencia con la cual han sido dotados, por la autoridad que los reviste, deberían conducir las tropas de militantes a espléndidas y fulgurantes victorias contra Satanás y sus tenebrosas legiones diabólicas. 
¿Qué hacer para defenderse? Creer en la existencia del Enemigo. 
Si muchos militantes y con ellos no pocos sacerdotes no creen en él no pueden combatirlo. 
Conocer la potencia y la fuerza del Enemigo y conocer también la propia fuerza y la propia potencia. 
Conocer sus métodos de lucha, sus astucias sus seducciones. Al mismo tiempo ser conscientes de los propios medios de lucha y querer usarlos. 
Es claro que si uno ignora la emboscada que el enemigo le ha tendido, no puede guardarse de ella, no puede defenderse. 
Al contrario si uno tiene conocimiento de ello, prudentemente toma sus precauciones y no solo se prepara a la defensa, sino se predispone a atacar.
 
El más grande enemigo 

Hoy, hijo, la casi totalidad de los cristianos ignora a su más grande enemigo: Satanás y sus diabólicas legiones. Ignoran al que quiere su ruina eterna: ignoran la inmensidad del mal que Satanás les hace; en cuya comparación, las más grandes y graves desventuras humanas son una nada. Ignoran que se trata de la única cosa importante en la vida: la salvación de la propia alma. Ante a esta trágica situación está la indiferencia, a veces la incredulidad de muchos sacerdotes míos. 
Está la inconsciencia de muchos otros que no se cuidan de su principal deber que es el de instruir a los fieles, de poner los al corriente del peligro de esta tremenda lucha que se combate desde los albores de la humanidad. 
No se preocupan de educar a los fieles en el uso eficaz de los medios de defensa, numerosos y a disposición en Mi Iglesia. 
Tienen vergüenza hasta de solo hablar de ello, temen ser considerados como retrógradas; como ves se trata de verdadero y propio respeto humano. 
Pero tú sabes, hijo mío, que si en el ejército un oficial deserta de su puesto de responsabilidad es marcado con el título de traidor y la justicia humana lo persigue. ¿Qué decir entonces de lo que está ocurriendo en Mi Iglesia? ¿No es quizá la más trágica y terrible traición tendida a las almas, el dejarlas a expensas del Enemigo que quiere su perdición? 
Mi Vicario en la tierra, Pablo VI, no hace mucho tiempo ha dicho que en la Iglesia se están verificando hechos y acontecimientos que no se pueden humanamente explicar, sino con la intervención del Demonio. 
Hijo, te he hablado de sombras que apagan el esplendor de Mi Iglesia: todo esto es más que una sombra. 
Si hoy el Enemigo está más arrogante que nunca y domina sobre las personas, sobre las familias, sobre los pueblos, y sobre los gobiernos, en todas partes, ¡es natural! Tiene el campo libre y casi sin oposición. 
Cierto que para combatir a Satanás se necesita querer ser santos; para vencerlo eficazmente se necesitan penitencias, mortificaciones, oraciones. 
Pero ¿no es todo esto mi precepto para todos y en particular para mis consagrados? ¿Porqué no se hacen los exorcismos privadamente? Para esto no se necesitan particulares autorizaciones. 
¡No, muchos sacerdotes míos no conocen su propia identidad! No saben quiénes son, no saben con qué potencia tan formidable han sido dotados. 
De esta ignorancia son culpables y responsables. 
Son exactamente igual que los oficiales de un ejército que desertan de sus puestos de responsabilidad, haciéndose culpables del caos que de ahí se sigue.
 
Se necesita decirlo a los Sacerdotes 

Qué motivo de rubor y de vergüenza el saber que buenos laicos, dotados de exquisita sensibilidad de fe y de ardiente amor por las almas, sobrepasan con mucho la indiferencia de muchos de mis ministros los cuales no tienen tiempo para estas cosas. No lo consideran importante; para otras cosas sí que encuentran el tiempo. 
No hay tiempo para defender la propia alma y las almas de quienes un día deberán responder delante de Dios al que nada escapa, delante de Dios que pedirá cuenta aún de una palabra ociosa. 
Serán esas mismas almas traicionadas las que severamente acusarán por el bien no realizado, por las derrotas que sufrieron, por el mal que realizaron debido a que, quien debía guiarlas en el camino de la salvación las abandonó en manos del enemigo. Reafirmo con insistencia la activa presencia de los Demonios en la Iglesia, en las comunidades religiosas, en los Conventos y en las rectorías, en la sociedad, en los gobiernos y en los partidos, en los pueblos.  
Donde hay modo de disminuir la fe, de perder una inocencia, de cometer un delito, de perpetuar una injusticia, de predisponer a una disputa, de crear divisiones, de suscitar violencias o guerras civiles y revoluciones, Satanás está presente. 
El frente de acción de Satanás y sus secuaces es tan amplio como amplia es la tierra. La resistencia que bien conducida podría ser eficacísima, es mínima y totalmente desproporcionada en relación con las fuerzas del Enemigo. 
No se impute a Dios la responsabilidad de una situación verdaderamente trágica cuyos responsables sois solamente vosotros. 
Estas tremendas realidades envuelven a todos: el reino de las Tinieblas oscurece hoy al Reino de la Luz.

Salvar el alma 

El reino de la mentira parece prevalecer sobre el reino de la verdad y de la justicia; pero será ya por poco tiempo. 
Proveerá la divina Justicia a limpiar a la tierra, a la humanidad contagiada e infestada por el Maligno. 
Se ocupará mi Madre Santísima en aplastar de nuevo la cabeza de Satanás; pero no creáis que El con sus legiones, con los innumerables aliados encontrados en el mundo, renuncie a su reino sin reacciones y convulsiones tremendas. 
Todo esto os lo digo con el fin de que os convirtáis, os preparéis y consigáis predisponer vuestro ánimo a la oración y a la penitencia. 
Las cosas de la tierra pasan; no pasan mis Palabras. Una sola cosa es importante: salvar el alma. 
Te Bendigo hijo mío y contigo bendigo a las personas por las que oras. 

5 - Enseñanzas de Nuestro Padre Celestial Jesús 30/12/2009




Hay en el mundo hija mía, demasiada ausencia de Dios, demasiada falta de fe, esa fe que os dice que a pesar de las cosas que marchan mal en el hombre, la victoria final, el resultado final está asegurado, y cuando se pone en duda el resultado final, la victoria que una y otra vez os he asegurado, entonces habéis creado vuestro peor enemigo, el temor.
Simplemente dudáis de Dios, y su capacidad para llevar al hombre a la victoria final y si dudáis de Dios, entonces hijos míos ¿Cómo podéis descansar nunca?
¿Cómo podéis encontrar en algún momento de paz?

Entonces simplemente vive el hombre presa del temor, de la duda. Pero cuando alguno de vosotros elige vivir al modo de Dios, cuando alguno de vosotros opta por el camino de la fe, y grita a los cuatro puntos de la tierra " YO CREO", como lo han hecho tantos a lo largo de la historia, nadie los entiende y sufren lo que vosotros sufrís ahora y lo que otros han sufrido antes de vosotros. Nadie entiende, y cuando tratáis de explicar la sensación de paz, vuestra alegría de vivir, vuestro modo diferente de ver el mundo y de dar valor a la moral, a la bondad, a la autenticidad, al respeto y sobre todo al amor. Cuando tratáis de explicar vuestro éxtasis interior, ellos oyen con asombro vuestras palabras, pero no las escuchan de verdad, no tienen la capacidad en su interior de mirar con los ojos del alma, de ver la bondad y la verdad que esas palabras encierran y la maravilla de vivir de otra manera.

Se asombran de que vosotros tengáis lo que ellos no tienen, lo que no han sido capaces de alcanzar y entonces son presas de la envidia, pronto esa envidia se transforma en rabia y en su enojo tratan de convenceros de que estáis equivocados.
Que lejos estáis de la verdad - que escucháis voces de otro lado - y que sois vosotros los que no entendéis a Dios - Que estáis en contra del universo todo - Y si aún así, no logran arrancaros la alegría, si fracasan en sus intentos por quitaros el tesoro que vosotros lleváis dentro y ellos no, tratan de haceros daño.
Tan enorme es su rabia, y cuando tu, hijo mío, cuando vosotros hijos míos, les digáis que no os importa que estáis seguros del camino que lleváis y que nadie podrá arrebatar de vuestro interior de vuestra vida ese tesoro, entonces os matarán, o tratarán de arrancarles la vida, y entonces cuando vieran que aún la muerte sois capaces de esperar con total serenidad y entrega te llamaran hijo mío santo, y entonces te amarían de nuevo para que por ti lograran lo que ellos no fueron capaces de obtener.
Ya ves hijo mío que en la naturaleza del hombre está el amor y el odio, todos los actos humanos, están motivados por estas dos emociones, el temor o el amor, los dos extremos opuestos de la gran polaridad que rige el mundo, el alfa y la omega, el principio y el fin.

Todo pensamiento del hombre, toda acción del hombre, hijo mío se basa en el amor o en el temor. Ten siempre presente esto, pues cuando debas caminar por el mundo verás con más claridad muchas de las cosas que aquí yo tu Padre te manifiesto y en ti existirá ya la sabiduría para obrar de una u otra manera, aún más que la que ahora posees y que ya has tenido que poner en práctica, y de la cual estoy profundamente orgulloso. Nunca has perdido la altura, la altura que poseen mis servidores, ni la humildad que es la característica de mis discípulos.
He aquí la explicación de por qué el hombre se comporta de esta manera, porque ama y luego destruye, luego aman otra vez, siempre con un movimiento de péndulo de un lado hacia otro, en constante movimiento.
Y la razón se halla en la primera mentira pronunciada ya en los albores de la creación que no se puede confiar en Dios, que Dios os oculta la verdad, que podéis ser como Dios superiores a Dios, de que no podéis contar con mi amor, que mi amor está condicionado si obráis bien o mal, que os premiaré o bien os castigaré, y eso es una mentira, del padre de la mentira, yo no llevo hijo mío un registro detallado de lo que hacéis bien o mal, pues os he dado la libertad, simplemente estoy esperando con las puertas abiertas, y siempre mis hijos serán bienvenidos.
Un Padre ama con amor incondicional, no con amor interesado, pero mis hijos, si, marcan mi amor si les he dado igual a todos o si a uno les he dado más y a otros menos, o si al que llegó el último le he dado tanto como al que llegó el primero.
Entonces dicen de acuerdo a lo que he recibido de ti, de acuerdo a la medida de tu amor demostrado hacia mí, de acuerdo a eso te amaré y te creeré.
Pero si en verdad hijo mío el hombre supiera quien es, que es el ser más magnífico y notable que Dios ha creado nunca, entonces no serían presa del temor jamás, si supieran lo valiosos que sois a mis ojos.....
Pero no sabéis quién sois, de donde el hombre ha sacado que es cualquier cosa menos una obra magnífica, ¿Cómo han logrado convenceros de tal atrocidad?
Ninguno de los pensamientos que tenéis de Mí, se asemeja a lo que en realidad soy para vosotros, habéis perdido la capacidad de sentiros amados verdaderamente, plenamente, y el amor es el alimento del alma.
Yo he dispuesto que viváis vuestro amor, plenamente auténticamente como está mandado desde el principio, pues el universo todo, la creación toda ha sido pensamiento de amor, obra de amor, palabra de amor. Bebed siempre de la fuente de amor que ha sido colocada en vosotros, la que os da la capacidad para demostrar al mundo que existe un amor diferente, al que el hombre ha experimentado hasta ahora, el amor pleno de Dios.
El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, daña.
El amor en cambio es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela y sana.
El temor hijo mío duele, el amor alivia, el temor ataca, el amor deja ir libera, entrega, da. Vivid plenamente en el amor, vivid en la libertad de los hijos de Dios, vivid en amor, dentro de mi corazón, pues de el no os apartareis jamás, no mientras mantengáis vuestra alianza intacta. La que aún permanece sobre la tierra, aquella en la que he puesto toda mi confianza.
Así sea.
Vuestra voz interior es la voz más fuerte con la que hablo, puesto que es la más cercana a vosotros, es la voz que os dice si estáis en lo cierto, si estáis obrando correctamente o no, recordad que me comunicaré siempre con vosotros directamente, hablándoos al corazón, sus sentimientos es mi voz.
Os bendigo y os abrazo eternamente.
Amén.

Apocalipsis

Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes
01 Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes: Así habla el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; te creen vivo, pero estás muerto.
02 Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto, pues tus obras me parecen muy mediocres a la luz de Dios.
03 Recuerda lo que recibiste y oíste, ponlo en práctica y arrepiéntete. Porque si no te mantienes despierto vendré como un ladrón, sin que sepas a qué hora te sorprenderé.
04 Tengo, sin embargo, los nombres de unos pocos de Sardes que no mancharon sus ropas; ésos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen.
05 El vencedor vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre del libro de la vida, sino que proclamaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles.
06 El que tenga oídos, escuche este mensaje del Espíritu a las Iglesias.
07 Escribe al ángel de la Iglesia de Filadelfia: Así habla el Santo, el Verdadero, el que guarda la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar, y si cierra, nadie puede abrir.
08 Sé lo que vales; he abierto ante ti una puerta que nadie podrá cerrar, pues, por pocas que sean tus fuerzas, has guardado mi palabra y no has renegado de mí.
09 Mira que voy a tomar a algunos de la sinagoga de Satanás, de esos que se llaman judíos y no lo son, sino que mienten. Yo haré que vayan y se postren a tus pies, porque habrán visto que te amo.
10 Has guardado mis palabras, que ponen a prueba la constancia, pues yo te protegeré en la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero y que probará a los habitantes de la tierra.
11 Vengo pronto. Mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te arrebate la corona.
12 Al vencedor lo pondré como columna en el Templo de mi Dios, de donde nadie lo sacará. Grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad que baja del cielo, la nueva Jerusalén que viene de Dios, y mi nombre nuevo.
14 Escribe al ángel de la Iglesia de Laodicea: Así habla el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:
13 El que tenga oídos, oiga este mensaje del Espíritu a las Iglesias.
15 Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
16 Pero porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca.
17 Tú piensas: «Soy rico, tengo de todo, nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un infeliz, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.
18 Te aconsejo que me compres oro refinado para que te hagas rico, ropas blancas para que te cubras y no tengas que avergonzarte de tu desnudez; por último pídeme un colirio que te pondrás en los ojos para ver.
19 Yo reprendo y corrijo a los que amo. Vamos, anímate y conviértete.
20 Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo.
21 Al vencedor lo sentaré junto a mí en mi trono, del mismo modo que yo, después de vencer, me senté junto a mi Padre en su trono.
22 El que tenga oídos, oiga este mensaje del Espíritu a las Iglesias.

Job

01 Tu esperanza se vería defraudada: con sólo mirarlo quedarías aterrado.
02 ¿No es demasiado feroz para excitarlo? ¿Quién podría resistir ante él
03 ¿Quién lo enfrentó, y quedó sano y salvo? ¡Nadie debajo de los cielos!
04 No dejaré de mencionar sus miembros, hablaré de su fuerza incomparable.
05 ¿Quién rasgó el exterior de su manto o atravesó su doble coraza?
06 ¿Quién forzó las puertas de sus fauces? ¡En torno de sus colmillos reina el terror!
07 Su dorso es una hilera de escudos, trabados por un sello de piedra.
08 Se aprietan unos contra otros, ni una brisa pasa en medio de ellos.
09 Están adheridos entre sí, forman un bloque y no se separan.
10 Su estornudo arroja rayos de luz, sus ojos brillan como los destellos de la aurora.
11 De sus fauces brotan antorchas, chispas de fuego escapan de ellas.
12 Sale humo de sus narices como de una olla que hierve sobre el fuego.
13 Su aliento enciende los carbones, una llamarada sale de su boca.
14 En su cerviz reside la fuerza y cunde el pánico delante de él.
15 Sus carnes son macizas: están pegadas a él y no se mueven.
16 Su corazón es duro como una roca, resistente como una piedra de molino.
17 Cuando se yergue, tiemblan las olas, se retira el oleaje del mar.
18 La espada lo toca, pero no se clava, ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina.
19 El hierro es como paja para él, y el bronce, como madera podrida.
20 Las flechas no lo hacen huir, las piedras de la honda se convierten en estopa.
21 La maza le parece una brizna de hierba y se ríe del estruendo del sable.
23 Hace hervir las aguas profundas como una olla, convierte el mar en un pebetero.
22 Tiene por debajo tejas puntiagudas, se arrastra como un rastrillo sobre el barro.
24 Deja detrás de él una estela luminosa: el océano parece cubierto de una cabellera blanca.
25 No hay en la tierra nadie igual a él, ha sido hecho para no temer nada.
26 Mira de frente a los más encumbrados, es el rey de las bestias más feroces.