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martes, 25 de noviembre de 2014

Confidencias de Jesús a un Sacerdote

2 9 de Septiembre de 1975 

ESENCIAL Y URGENTE REVISIÓN 

Hijo, todo comandante de estado mayor reúne periódicamente en torno a su mesa de trabajo a sus ayudantes. Con ellos revisa los diferentes planes de defensa y también de ataque; se da quehacer para que sus planes estén siempre bien  estudiados, preparados según el sucederse las relacione de los varios pueblos circunvecinos, para que estén listos para toda coyuntura. 
Así hacen los hombres que tienen responsabilidades sociales. También en mi Iglesia y en mis Iglesias se debería haber hecho otro tanto con el mismo diligente y solícito esmero. 
En mi Iglesia hay un inmenso ejército de confirmados que debe ser adiestrado para la lucha contra los enemigos del alma: los demonios, las pasiones y el mundo. Toca a la Jerarquía, al los varios estados mayores de las Iglesias locales, organizar y conducir esta gigantesca batalla que se combate desde la creación del hombre y continuará sin interrupciones hasta el fin de los tiempos. 
Ya he dicho que los hombres, ya sea tomados particular o socialmente, son objeto y víctima de esta lucha contra las oscuras y tenebrosas potencias infernales, para las que toda insidia y seducción son buenas con tal que se pierdan las almas. Ya no se presta fe a esto por parte de muchos. 
Al no creer, no se valoran las fuerzas ni las posibilidades del Enemigo por lo que resulta imposible conducir una guerra bien organizada, si de ella no están convencidos ni sobre el plano individual ni sobre el plano social. Es laudable la diligencia con el que algunos estados mayores preparan sus planes, convencidos de estar cumpliendo un deber. Es deplorable por el contrario la inercia de parte de estados mayores de otras Iglesias locales, que no saben ni preparar ni ejecutar sus planes de defensa ni de ataque contra todas las fuerzas del Mal. 

Hasta demasiadas cosas 

Se hacen sí muchas cosas: a veces hasta demasiadas cosas, que sirven bien poco para el fin, que es el de desbaratar las fuerzas del Maligno. 
Los enemigos de la Iglesia, del bien y de la verdad se han hecho atrevidos y prepotentes; avanzan cada vez más y se hacen cada vez más insolentes, llegando a subvertir las leyes divinas y naturales ¿Por qué, hijo mío? Muchas responsabilidades pesan sobre mi Iglesia por los muchos males que la afligen, a la base de los cuales está la crisis de fe, la crisis de vida interior. 
No raramente se ha llegado a ser cómplices de los enemigos de Dios y de la Iglesia. Debilidad, morboso amor al prestigio, falta de unidad, verdadera y propia anarquía. 
Ha sido desfigurada la fisonomía de los hijos de Dios y de los ministros de Dios. 
¡Es tiempo de despertar! Es tiempo de poner la segur a la raíz. 
Quiero decir que es tiempo de responder a mi insistente invitación a una verdadera conversión, antes que sea demasiado tarde. 
Es tiempo de que los diferentes estados mayores de mis Iglesias cesen de perder tiempo en cosas o iniciativas inútiles. Tienen el yerro de no ir a las raíces de los males.

Examen de conciencia 

La gravedad de la situación impone un plan válido para todos, para llevarse a la práctica por todos al vértice y a la base, con obligado examen de conciencia que lleve a las siguientes conclusiones: 
—¿Estamos convencidos de la necesidad de revisar seriamente la concepción sobre la que está basada nuestra vida? ¿Es vida integralmente cristiana? ¿O en parte pagana? ¿O del todo pagana? 
— ¿Estamos dispuestos a elaborar un nuevo plan de vida interior? ¿Un nuevo modo de vivir nuestra fe, la esperanza, la caridad, la vida de gracia? 
—¿Estamos dispuestos a hacer lo que hacen tantos hombres con laborioso empeño, para adiestrarnos contra las fuerzas del Mal con una verdadera cruzada de oración y de penitencia? 
—¿Estamos dispuestos a hacer callar los tumultos que se levantan en torno a nosotros (y son tantos) para escuchar en el silencio y en el recogimiento las invitaciones que nos vienen de lo Alto, para ayudarnos a conjurar los peligros que nos dominan? 
—¿Estamos dispuestos a retornar a una devoción viva, sincera, a la Madre de Jesús y Madre nuestra? ¿A acoger su llamada a la mortificación y a la penitencia? 
—¿Estamos dispuestos a un regreso sincero y vivo a Jesús Eucaristía? Si mis sacerdotes, tan ocupados en tantas actividades, quieren ser objetivos, deben admitir que no obstante su febril trabajo, no ofrecen ya, salvo excepciones, motivos de credibilidad. ¿Se han secado quizá las fuentes de la Gracia?
¡No! Mi Corazón misericordioso está siempre abierto. En sí mismos deben volver a buscar las causas. Se necesita poner la segur a la raíz; quiero decir que urge que cambiéis la ruta primero vosotros sacerdotes, si queréis que el grueso del ejército os siga.  
Para esto sí que vale la pena de encontrarse y en una leal y sincera fraternidad elaborar un nuevo plan de reforma espiritual. 
¿No es esto al fin lo que os pide el Concilio? Vida de gracia, unidad y obediencia, fin de la anarquía, lucha contra el demonio y contra el mal sin descender a compromisos, son los grandes temas que verdaderamente hay que profundizar, en el vértice y en la base. ¿Qué se espera todavía para hacerlo? Miedo, vergüenza, respeto humano, apego a una vida cómoda... 
¡Convertíos, convertíos! No os dé miedo ni os escandalice esta invitación. 
 Yo y Mi Madre, que tanto os amamos, estaremos a vuestro lado. Se trata de la salvación de vuestra alma y de aquellas que se os han confiado. 
Hijo, te bendigo; ámame.  

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