12 de diciembre de 1975
LA VIRTUD DE LA PIEDAD
“Es decreto de la Divina Providencia el que los hombres peregrinantes sobre la tierra tengan que comunicarse con Dios Creador,
Señor, Redentor y Santificador con signos y medios particulares.
Estos medios son variados pero todos responden al objeto.
Dios en cambio puede comunicarse con vosotros también sin estos
medios.
El uso de estos medios, que regulan vuestras relaciones con Dios Creador y Señor, se llama "piedad".
La piedad es virtud de gran
importancia porque sirve a las almas para elevarse a su Creador para alabarlo, darle gracias, glorificarlo, para expresarle a Él los
propios sentimientos, para pedirle perdón de los pecados cometidos, para unirse a las voces de toda la Creación, para unirse al coro
universal de todas la criaturas, animadas e inanimadas, en el himno de alabanza debido a Él, Alfa y Omega de todos y de todo.
Así pues la piedad debe ser virtud de todas las almas.
Ay de aquellos que la destruyen en sí mismos; apagando en sí toda luz divina
aislándose de Dios, permaneciendo como presa ansiada de Satanás.
Un hombre sin piedad es como un hombre privado de sus extremidades, que no puede dar y no puede recibir nada de nadie; el
hombre sin piedad está mutilado en su libertad, condenado a ser esclavo de Satanás.
En las manos de Satanás será instrumento de
perdición.
Ya no rezan
De aquí brota la importancia de esta virtud fundamental que el ateísmo siempre ha tratado de destruir de todos modos y por todos
los medios en millones y millones de almas.
Hoy el ateísmo puede jactarse con razón de haber destruido esta virtud en muchísimos cristianos, incluso en el alma de muchos
sacerdotes, religiosos y religiosas que, deslumbrados por esta absurda civilización materialista, han apagado en sí mismos la fuente
que alimentaba su vida interior, alma de toda actividad pastoral. Sin la piedad las almas se aridecen, transformando la Iglesia de
jardín en desierto.
¡Cuántos son los sacerdotes que ya no rezan! ...
Nada de recitación del Oficio divino, nada de Rosario, "tabú bueno para otros tiempos", nada de meditación.
En lugar de estas
prácticas: radio, televisión, canciones, lecturas y todavía otras de las que es mejor callar.
Las luces de la fe, de la esperanza y del amor se han apagado y el proceso de desintegración de la vida divina está casi consumado.
Destronado Dios del espíritu, ha sustituido su puesto un mítico progreso social y una igualmente hipotética justicia social que
jamás podrán realizar, pues está claro que ningún progreso y mucho menos ninguna justicia social es realizable sin la verdadera
libertad, sin la ayuda de Dios.
Abrir los ojos
Hijo, mi Vicario en la tierra conoce y sigue la creciente fase de desintegración moral y espiritual de mi Cuerpo Místico y está
afligido por ello.
Sufre porque por muchos sacerdotes y hasta por algún obispo han quedado sin escuchar sus numerosas llamadas a
la fe viva, a la verdadera piedad, única fuente de fecundidad espiritual.
No escuchando al Papa no se me escucha a Mí; ignorando al Papa se me ignora a Mí; no siguiendo al Papa no se me sigue a Mí.
¿Qué se espera todavía para sacudirse del letargo?
¿Qué se espera todavía para abrir los ojos a la realidad evidente?
¿Esperáis pasivamente ser sepultados bajo las ruinas?
Te he dicho, hijo, cómo quisiera en cada Comunidad Parroquial la Pía Unión de los Amigos del Santísimo Sacramento. Provee, sin
perder tiempo, para hacer llegar a los Párrocos que conoces el estatuto que te he dado: será un encender de nuevo el fuego en
muchas almas.
Reza, hijo mío, y haz rezar
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