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martes, 31 de marzo de 2015

OREMOS:

ORACIONES ESPECIALES


Algunos secretos

Una oración muy linda que le podemos decir a María es la que enseñara San Juan Bosco para decirle a María Auxiliadora, que es la siguiente: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. Y Don Bosco prometía que quien dijera muchas veces esta oración durante su vida, obtendría favores admirables.

Dijo Jesús a María Marta Chambón: “El pecador que dijese la oración siguiente: Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas, obtendrá su conversión”.

Dijo Jesús a Santa Faustina Kowalska:  “Es mi deseo que tengas un conocimiento más profundo del amor que quema Mi corazón, y tú entenderás esto, cuando medites en Mi Pasión. Pidan Mi Misericordia a favor de los pecadores, yo deseo su salvación. Cuando digas esta oración, con un corazón contrito y con fe por el bien de algún pecador, Yo le daré la gracia de la conversión. Esta es la oración: “¡Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, yo confío en Ti!”.

En el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento una promesa que se ha hecho muy famosa: “Todo lo que quieras pedir, pídemelo por los méritos de mi infancia, y tu oración será escuchada”.

Dijo Jesús a Santa Margarita María de Alacoque: “Anuncia y haz saber al mundo entero que yo no pondré límites a mis beneficios cuando éstos me serán solicitados por mi Corazón”

San Bernardo le preguntó al Divino Salvador, cuál fue Su dolor en la Pasión más desconocido por los hombres. Jesús le respondió: Tenía una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargué mi pesada cruz; esa llaga era la más dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad pues esta llaga y haré todo lo que por ella pidas...

Dijo la Santísima Virgen a la Madre Magdalena: "CONCEDERÉ TODAS LAS GRACIAS QUE ME PIDAN LAS PERSONAS QUE ME HONREN EN MI INFANCIA, PUES ES UNA DEVOCIÓN MUY OLVIDADA". 

CONFIDENCIAS DE JESUS A UN SACERDOTE

13 de Noviembre de 1976 

CAMINO OBSTRUIDO 

Hermano, debería aclarar bastantes ideas sobre el modo de comunicaros con nosotros. No es tan difícil como a ti y a otros puede parecer; tú ves que es suficiente un deseo tuyo y una simple petición para que nosotros nos comuniquemos con vosotros... más bien son necesarias algunas singulares y esenciales condiciones interiores de fe, de humildad, de confianza y antes que cualquier otra cosa de Gracia. 
Es obvio que quien con el pecado se hace automáticamente un extraño a la Comunión de los Santos, no puede comunicarse con los mismos. Hermano mío de nuestra parte, si vemos en vosotros las disposiciones requeridas, no existe ninguna dificultad. También yo estaba aguardando confirmarte cuanto te ha sido comunicado con relación a los próximos acontecimientos de Navidad y Pascua. 
Convéncete, hermano, que es Él, el Amor, el que te guía, y mira con cuánta delicadeza lo hace; Satanás está a tu calcañar, Satanás te inculca miedo, temores y desconfianza que están en total contraste con la fe, con la confianza y con el abandono que Él quiere de ti. Él te ha escogido como su instrumento; Satanás hace de todo para que seas un instrumento inutilizable. 

La aspereza de la lucha es grande, pero la victoria es segura 

Mira, hermano, Satanás es el líder y el maestro todos los saboteadores; debes luchar sin desconfiar, tú le tienes a Él contigo y contigo estamos todos nosotros. La aspereza de la lucha es grande y lo que se juega es más grande todavía. En otro mensaje te he dicho que yo continuo luchando desde el momento de la primera rebelión. Tú debes prepararte para días duros, a privaciones, a sacrificios; al mismo tiempo tú sabes con certeza que 
Quien todo lo puede, proveerá para todos y para cada uno. 
Hermano, nada de desconfianzas, nada de temores ni miedos injustificados; estas cosas son como otros tantos bastones puestos entre las ruedas para detener, frenar e impedir la realización del plan de Dios. Este lugar será defendido y protegido, de nada debes temer. 
Hermano, has sido escogido para una cosa muy grande: poner sobre el tapete de la Iglesia el problema más importante, el de la Redención. Adelante, por tanto, en Él, con Él y por Él; el camino que debes recorrer es aún largo y sembrado de dificultades, pero todas serán afrontadas y todas superadas. 
San Miguel Arcángel  

Lecturas del Miércoles Santo



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Miércoles, 1 de abril de 2015

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (50,4-9a):

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Palabra de Dios

Salmo

Sal 68,8-10.21-22.31.33-34

R/.
 Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Por ti he aguantado afrentas, 
la vergüenza cubrió mi rostro. 
Soy un extraño para mis hermanos, 
un extranjero para los hijos de mi madre; 
porque me devora el celo de tu templo, 
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. 
Espero compasión, y no la hay; 
consoladores, y no los encuentro. 
En mi comida me echaron hiel, 
para mi sed me dieron vinagre. R/.

Alabaré el nombre de Dios con cantos, 
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos, 
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres, 
no desprecia a sus cautivos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?» 
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. 
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del miércoles, 1 de abril de 2015

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ciudadredonda
Queridos amigos y amigas:
El filósofo judío Levinas (1906-1995) tiene unas hermosas reflexiones sobre el rostro humano. Es la parte de nuestro cuerpo que nosotros nunca podemos ver directamente y que los demás ven. Más aún: el rostro es como una concentración de nuestro cuerpo entero para los demás. Son los demás quienes nos dicen: “Te veo hoy con mala cara” o “Tienes buena cara”. Nuestro rostro es la ventana por la cual se comunica lo que somos. Comunican nuestros ojos y comunican nuestros labios. Una frente fruncida es señal de preocupación. Unos labios apretados indican rabia. Una sonrisa transmite alegría.
Si el rostro es un concentrado de humanidad, (qué fuerza adquieren las palabras del profeta Isaías: No oculté el rostro a insultos y salivazos! O las del salmo 68: La vergüenza cubrió mi rostro.
Durante los próximos días vamos a contemplar de cerca el rostro de Jesús. No sé si se parece al que muestran los iconos ortodoxos o al que han pintado artistas como Velázquez, El Greco o Dalí. Lo que sí sé es que su rostro es como un mapa en el que están registrados los gozos y sufrimientos de todos los hombres.
En vísperas de su muerte, el rostro de Jesús resume la entera trayectoria de su vidaterrena: sus largos años de “laboratorio nazareno” y sus pocos meses o años de itinerancia misionera por tierras de Galilea y de Jerusalén.
(Cómo veían el rostro de Jesús sus discípulos cuando le preguntaban, uno tras otro, incluido Judas, la pregunta del millón: ¿Soy yo acaso, Señor? )Verían preocupación, rabia, frustración, derrota? ) O verían un rostro luminoso, sobrecargado de amor en cada una de sus millones de células?
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. Esta es la súplica que brota en un día como hoy en el que millones de personas se ponen en camino hacia los lugares donde van a pasar los días del triduo sacro.
¿Se puede vivir el triduo sacro estando de vacaciones? ¿Se ha convertido la Semana Santa en un simple período vacacional, salpicado con algún rito folclórico religioso a modo de relleno para tranquilizar la conciencia?
Podemos vivir el triduo sacro en cualquier lugar ... con tal de que no tengamos miedo a buscar y contemplar el rostro de Cristo. No importa tanto el lugar cuanto el coraje de dirigir nuestros ojos a ese rostro cubierto de insultos y salivazos y, sin embargo, hermoso, radiante, perdonador. Ese rostro se muestra en la liturgia de la Iglesia y en las personas sufrientesque, sin duda, iremos encontrando. Por mucho derecho que tengamos al descanso, no podemos mirar en otra dirección, porque en el familiar con problemas o en el que nos sirve en un hotel podemos descubrir al Cristo que sigue sufriendo hoy. Volver la espalda a esos rostros tan reales es volver la espalda al Cristo que nos mira.
Oculi nostri ad Dominum Jesum canta la liturgia. Nuestros ojos están vueltos al Señor Jesús. Ojalá podamos aguzar la vista para contemplar este rostro en cualquier lugar en el que nos encontremos durante los próximos días.

Evangelio de San Juan

El verdadero discipulado
01 «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
02 El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
03 Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
04 Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
05 Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
06 Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
07 Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
08 La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
09 Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
10 Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
11 Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
12 Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
13 No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
15 Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
16 No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
17 Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
18 Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí.
19 Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, él mundo los odia.
20 Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes.
21 Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.
22 Si yo hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene disculpa.
23 El que me odia, odia también a mi Padre.
24 Si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro realizó, no tendrían pecado. Pero ahora las han visto, y sin embargo, me odian a mí y a mi Padre,
25 para que se cumpla lo que está escrito en la Ley: Me han odiado sin motivo.
26 Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.
27 Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio».

SALMOS

Ojalá me escuchara mi pueblo
01 Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. De Asaf.
02 ¡Canten con júbilo a Dios, nuestra fuerza, aclamen al Dios de Jacob!
03 Entonen un canto, toquen el tambor, y la cítara armoniosa, junto con el arpa.
04 Toquen la trompeta al salir la luna nueva, y el día de luna llena, el día de nuestra fiesta.
05 Porque esta es una ley para Israel, un precepto del Dios de Jacob:
06 él se la impuso como norma a José, cuando salió de la tierra de Egipto. Oigo una voz desconocida que dice:
11c «Abre tu boca y la llenaré con mi palabra.
07 Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres de la carga.
08 Clamaste en la aflicción, y te salvé; te respondí oculto entre los truenos, aunque me provocaste junto a las aguas de Meribá.
09 Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti, ¡ojalá me escucharas, Israel!
10 No tendrás ningún Dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero:
11 yo, el Señor, soy tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto.
12 Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no me quiso obedecer;
13 por eso los entregué a su obstinación, para que se dejaran llevar por sus caprichos.
14 ¡Ojalá mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos!
15 Yo sometería a sus adversarios en un instante, y volvería mi mano contra sus opresores.
16 Los enemigos del Señor tendrían que adularlo, y ese sería su destino para siempre;
17 yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo y lo saciaría con miel silvestre».

CATEQUÉSIS

III. La Iglesia es católica
Qué quiere decir "católica"
830 La palabra "católica" significa "universal" en el sentido de "según la totalidad" o "según la integridad". La Iglesia es católica en un doble sentido:
Es católica porque Cristo está presente en ella. "Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica" (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Smyrnaeos 8, 2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza (cf Ef 1, 22-23), lo que implica que ella recibe de Él "la plenitud de los medios de salvación" (AG 6) que Él ha querido: confesión de fe recta y completa, vida sacramental íntegra y ministerio ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia, en este sentido fundamental, era católica el día de Pentecostés (cf AG 4) y lo será siempre hasta el día de la Parusía.
831 Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano (cf Mt 28, 19):
«Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para que así se cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única naturaleza humana y decidió reunir a sus hijos dispersos [...] Este carácter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor. Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Espíritu» (LG 13).
Cada una de las Iglesias particulares es "católica"
832 "Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores. Estas, en el Nuevo Testamento, reciben el nombre de Iglesias [...] En ellas se reúnen los fieles por el anuncio del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor [...] En estas comunidades, aunque muchas veces sean pequeñas y pobres o vivan dispersas, está presente Cristo, quien con su poder constituye a la Iglesia una, santa, católica y apostólica" (LG 26).
833 Se entiende por Iglesia particular, que es la diócesis (o la eparquía), una comunidad de fieles cristianos en comunión en la fe y en los sacramentos con su obispo ordenado en la sucesión apostólica (cf CD 11; CIC can. 368-369; CCEO, cán. 117, § 1. 178. 311, § 1. 312). Estas Iglesias particulares están "formadas a imagen de la Iglesia Universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única" (LG 23).
834 Las Iglesias particulares son plenamente católicas gracias a la comunión con una de ellas: la Iglesia de Roma "que preside en la caridad" (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos 1, 1). "Porque con esta Iglesia en razón de su origen más excelente debe necesariamente acomodarse toda Iglesia, es decir, los fieles de todas partes" (San Ireneo,Adversus haereses 3, 3, 2; citado por Concilio Vaticano I: DS 3057). "En efecto, desde la venida a nosotros del Verbo encarnado, todas las Iglesias cristianas de todas partes han tenido y tienen a la gran Iglesia que está aquí [en Roma] como única base y fundamento porque, según las mismas promesas del Salvador, las puertas del infierno no han prevalecido jamás contra ella" (San Máximo Confesor, Opuscula theologica et polemica: PG 91, 137-140).
835 "Guardémonos bien de concebir la Iglesia universal como la suma o por decirlo así, la federación de iglesias particulares. En el pensamiento del Señor es la Iglesia, universal por vocación y por misión, la que, echando sus raíces en la variedad de terrenos culturales, sociales, humanos, toma en cada parte del mundo aspectos, expresiones externas diversas" (EN 62). La rica variedad de disciplinas eclesiásticas, de ritos litúrgicos, de patrimonios teológicos y espirituales propios de las Iglesias locales "con un mismo objetivo muestra muy claramente la catolicidad de la Iglesia indivisa" (LG 23).
Quién pertenece a la Iglesia católica
836 "Todos los hombres, por tanto, están invitados a esta unidad católica del Pueblo de Dios [...] A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados los católicos, los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvación por la gracia de Dios" (LG 13).
837 «Están plenamente incorporados a la sociedad que es la Iglesia aquellos que, teniendo el Espíritu de Cristo, aceptan íntegramente su constitución y todos los medios de salvación establecidos en ella y están unidos, dentro de su estructura visible, a Cristo, que la rige por medio del Sumo Pontífice y de los obispos, mediante los lazos de la profesión de la fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión. No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia, pero está en el seno de la Iglesia con el "cuerpo", pero no con el "corazón"» (LG 14).
838 "La Iglesia se siente unida por muchas razones con todos los que se honran con el nombre de cristianos a causa del bautismo, aunque no profesan la fe en su integridad o no conserven la unidad de la comunión bajo el sucesor de Pedro" (LG 15). "Los que creen en Cristo y han recibido ritualmente el bautismo están en una cierta comunión, aunque no perfecta, con la Iglesia católica" (UR 3). Con las Iglesias ortodoxas, esta comunión es tan profunda "que le falta muy poco para que alcance la plenitud que haría posible una celebración común de la Eucaristía del Señor" (Pablo VI, Homilía del 14 de diciembre de 1975en la Capilla Sixtina; cf UR 13-18).
La Iglesia y los no cristianos
839 "[...] Los que todavía no han recibido el Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios de diversas maneras" (LG 16):
La relación de la Iglesia con el pueblo judío. La Iglesia, Pueblo de Dios en la Nueva Alianza, al escrutar su propio misterio, descubre su vinculación con el pueblo judío (cf. NA4) "a quien Dios ha hablado primero" (Misal Romano, Viernes Santo: Oración universal VI). A diferencia de otras religiones no cristianas la fe judía ya es una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Pertenece al pueblo judío "la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas; de todo lo cual [...] procede Cristo según la carne" (cf Rm 9, 4-5), "porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29).
840 Por otra parte, cuando se considera el futuro, el Pueblo de Dios de la Antigua Alianza y el nuevo Pueblo de Dios tienden hacia fines análogos: la espera de la venida (o el retorno) del Mesías; pues para unos, es la espera de la vuelta del Mesías, muerto y resucitado, reconocido como Señor e Hijo de Dios; para los otros, es la venida del Mesías cuyos rasgos permanecen velados hasta el fin de los tiempos, espera que está acompañada del drama de la ignorancia o del rechazo de Cristo Jesús.
841 Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes. "El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo" (LG 16; cf. NA 3).
842 El vínculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es, en primer lugar, el del origen y el del fin comunes del género humano:
«Todos los pueblos forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra; tienen también un único fin último, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y designios de salvación se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la Ciudad Santa (NA 1).
843 La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, "entre sombras e imágenes", del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse en las diversas religiones, "como una preparación al Evangelio y como un don de aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan la vida" (LG 16; cf NA 2; EN 53).
844 Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios:
«Con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el Maligno, se pusieron a razonar como personas vacías y cambiaron el Dios verdadero por un ídolo falso, sirviendo a las criaturas en vez de al Creador. Otras veces, viviendo y muriendo sin Dios en este mundo, están expuestos a la desesperación más radical» (LG 16).
845 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el "mundo reconciliado" (San Agustín, Sermo 96, 7-9). Es, además, este barco que pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo"; san Ambrosio, De virginitate 18, 119); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).
"Fuera de la Iglesia no hay salvación"
846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo [...] «basado en la sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el Bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella» (LG 14).
847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
«Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).
848 «Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, "sin la que es imposible agradarle" (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar» (AG 7).
La misión, exigencia de la catolicidad de la Iglesia
849 El mandato misionero. «La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "sacramento universal de salvación", por exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres» (AG 1): "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20)
850 El origen la finalidad de la misión. El mandato misionero del Señor tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima Trinidad: "La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre" (AG 2). El fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor (cf  RM 23).
851 El motivo de la misión. Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacado en todo tiempo la obligación y la fuerza de su impulso misionero: "porque el amor de Cristo nos apremia..." (2 Co 5, 14; cf AA 6; RM 11). En efecto, "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tm 2, 4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación, la Iglesia debe ser misionera.
852 Los caminos de la misión. "El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial" (RM 21). Él es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misión. Ella continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres; "impulsada por el Espíritu Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo: esto es, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección" (AG 5). Es así como la "sangre de los mártires es semilla de cristianos" (Tertuliano,Apologeticum, 50, 13).
853 Pero en su peregrinación, la Iglesia experimenta también "hasta qué punto distan entre sí el mensaje que ella proclama y la debilidad humana de aquellos a quienes se confía el Evangelio" (GS 43, 6). Sólo avanzando por el camino "de la conversión y la renovación" (LG 8; cf . ibíd.,15) y "por el estrecho sendero de la cruz" (AG 1) es como el Pueblo de Dios puede extender el reino de Cristo (cf RM 12-20). En efecto, "como Cristo realizó la obra de la redención en la pobreza y en la persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación" (LG 8).
854 Por su propia misión, "la Iglesia [...] avanza junto con toda la humanidad y experimenta la misma suerte terrena del mundo, y existe como fermento y alma de la sociedad humana, que debe ser renovada en Cristo y transformada en familia de Dios" (GS 40, 2). El esfuerzo misionero exige entonces la paciencia. Comienza con el anuncio del Evangelio a los pueblos y a los grupos que aún no creen en Cristo (cf. RM 42-47), continúa con el establecimiento de comunidades cristianas, "signo de la presencia de Dios en el mundo" (AG 15), y en la fundación de Iglesias locales (cf RM 48-49); se implica en un proceso de inculturación para así encarnar el Evangelio en las culturas de los pueblos (cf RM 52-54); en este proceso no faltarán también los fracasos. "En cuanto se refiere a los hombres, grupos y pueblos, solamente de forma gradual los toca y los penetra y de este modo los incorpora a la plenitud católica" (AG 6).
855 La misión de la Iglesia reclama el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos (cf RM 50). En efecto, "las divisiones entre los cristianos son un obstáculo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de la catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión. Incluso se hace más difícil para la propia Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad misma de la vida" (UR 4).
856 La tarea misionera implica un diálogo respetuoso con los que todavía no aceptan el Evangelio (cf RM 55). Los creyentes pueden sacar provecho para sí mismos de este diálogo aprendiendo a conocer mejor "cuanto [...] de verdad y de gracia se encontraba ya entre las naciones, como por una casi secreta presencia de Dios" (AG 9). Si ellos anuncian la Buena Nueva a los que la desconocen, es para consolidar, completar y elevar la verdad y el bien que Dios ha repartido entre los hombres y los pueblos, y para purificarlos del error y del mal "para gloria de Dios, confusión del diablo y felicidad del hombre" (AG 9).

Una guía para cada día de la última semana de Jesús

Camina junto al Señor desde el Domingo de Ramos al Domingo de Pascua
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En el corazón de nuestra fe está el Misterio Pascual: la Pasión, la Muerte, la Resurrección, y la Ascensión de Jesucristo. Toda la historia de la salvación nos conduce y se pone en marcha desde estos eventos salvadores. El propósito de este artículo es describir la última semana de Jesús. A esta semana la llamamos “Semana Santa” pues el ministerio público de Jesús culmina con su sufrimiento, muerte y resurrección.

A continuación una breve descripción de cada día de la Semana Santa. Espero que puedas imprimir el folleto en pdf (Caminando con Jesús en Semana Santa) y lo leas cada día de esta semana. Camina en oración con Jesús en su semana más difícil y, sin embargo, gloriosa.

Me doy cuenta que algunos exegetas se burlan de la idea que podamos construir un diario de cada día sobre la última semana de Jesús. Existen lagunas históricas y cosas en las narraciones que no coinciden perfectamente. Además, San Juan, plantea un escenario completamente diferente (quizá como una interpretación teológica) de la Última Cena y cómo se relaciona con la Pascua Judía. La secuencia a continuación sigue principalmente la narración sinóptica (Mateo, Marcos y Lucas), en términos de ritmo. A pesar de las dudas de algunos exegetas, la narración realmente coincide muy bien si usamos un poco de imaginación y vemos las diferencias no como diferencias en sí, sino sólo en los detalles.

Lee esta cronología como un posible, aunque no seguro, escenario de la última semana de Jesús. Sigue siendo una gran bendición tomar en cuenta la última semana del Señor y caminar con Él.

Planea asistir a algunas o todas las celebraciones litúrgicas del Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo en tu parroquia. Al celebrarlas en comunidad, las hacemos presentes hoy y volvemos a aprender, de una manera nueva, la realidad de nuestro Salvador Jesucristo, vivo entre nosotros.

Domingo de Ramos: Nuestra celebración de la Semana Santa comienza este domingo, como sabemos, donde hacemos presente la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén que da comienzo a su semana final y al inicio de su Pasión. Los cuatro evangelios relatan esta entrada triunfal ese domingo por la mañana de hace tanto tiempo, pero que conmemoramos nosotros hoy. Al recibir las palmas, toma en cuenta que eres parte de esa multitud. ¿Cómo caminarás esta semana con Jesús? Deja que la palma te recuerde de alabarlo con tu devota presencia durante el sagrado Triduo.

De acuerdo a Mc 11,11 Jesús regresó esa tarde a Betania, un suburbio de Jerusalén. Quizá se quedó con sus amigos Marta, María y Lázaro. Ora con Jesús esta tarde de cara a los difíciles días que le esperan.

Lunes Santo: Según Mt 21, Mc 11 y Lc 19, Jesús regresó a Jerusalén este día y, al ver una serie de prácticas vergonzosas alrededor del Templo, lo limpió. El Evangelio de Juan también cuenta que reprendió la incredulidad de la multitud. Mc 11,19 describe que regresó a Betania esta noche. Ora con Jesús pues está deseoso de purificarnos.

Martes Santo: De acuerdo con Mateo, Marcos y Lucas, Jesús nuevamente regresa a Jerusalén donde es confrontado por el líder del Templo por lo que hizo el día anterior. Cuestionan su autoridad. Él también enseña ampliamente con parábolas y otras formas. Está la parábola de la viña (cf Mt 21,33-46), la parábola del banquete de bodas, (cf Mt 22,1). También está la enseñanza del pago de impuestos (cf Mt 22,15) y la reprimenda a los saduceos que negaban la resurrección (cf Mt 22,23). También está la temerosa profecía sobre la destrucción de Jerusalén si los habitantes no se convierten.

Advierte que no quedará piedra sobre piedra (cf Mt24). Sigue rezando con Jesús y escucha detenidamente sus enseñanzas finales justo antes de su Pasión.

Fe, por José Luis Martín Descalzo (Me preguntan si creo en Ti)

La oración que escribió este sacerdote español poco antes de morir
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(Poema de José Luis Martín Descalzo, escrito en las vísperas de su muerte, antes de cumplir los 61 años, y tras cerca de diez años sometido a diálisis)

En medio de la sombra y de la herida
me preguntan si creo en Ti. Y digo
que tengo todo cuando estoy contigo:
el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.

Sin Ti, el sol es luz descolorida.
Sin Ti, la paz es cruel castigo.
Sin Ti, no hay bien, ni corazón amigo.
Sin Ti, la vida es muerte repetida.

Contigo el sol es luz enamorada
y contigo la paz es paz florecida.
Contigo el bien es casa reposada
y contigo la vida es sangre ardida.

Pues, si me faltas Tú, no tengo nada:
ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.


Artículo originalmente publicado por Revista Ecclesia

Estoy enfermo, ¿cómo puedo vivir la Semana Santa en casa?

Quien más participa en la Redención, no es el que materialmente asiste a los oficios de 

Semana Santa, sino el que se une vitalmente al Misterio Pascual del Señor

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Qué paradoja, muchos que podrían ir a la iglesia en esta Semana Santa no irán, simple y llanamente, porque no se les da la gana; y otros que desearían ardientemente ir a los oficios, no les será posible, o porque están enfermos o son ancianos, o simplemente porque no hay quien los lleve a una iglesia, y justo ahora, cuando por su propio estado comprenden mejor la Pasión del Redentor.

Pero para todos ellos hay una verdad consoladora de la que hoy quisiera hablarles. Quien más participa en la Redención, no es el que materialmente asiste a los oficios de Semana Santa, sino el que se une vitalmente al Misterio Pascual del Señor; y es que alguien puede ir a todo lo que organice su parroquia pero por mera costumbre, o sin recta intención; incluso se puede ir con deseos de protagonismo, de fama y prestigio, o para sacar ventajas personales, etc., etc. Aquí no estamos en los países orientales en donde acudir a la iglesia es arriesgar la vida.

Quien no rectifique su intención le aprovechará poco ir a la iglesia, a la mejor no le aprovechará nada, o a la mejor le hará daño; se le dormirá más la conciencia y pensará que es un héroe por llegar cansado a casa. Pero ¿de qué me valdrían los sacrificios físicos si no me llevarán a la conversión?, ¿de qué serviría mi cansancio si mi vida se queda sin tocar y sigo con los mismos vicios?

Cierto que la enfermedad o ancianidad por sí mismas no me harían cambiar de actitud con respecto a Dios y la salvación que me ofrece, pero cuando uno se siente visitado por la enfermedad y el sufrimiento aqueja, cuando se experimenta la propia impotencia, los límites y la finitud temporal, cuando se vislumbra la cercanía de la muerte, todo cambia. Es la oportunidad de volver la mirada a Dios, a las realidades eternas, de suplicar la asistencia divina para no caer en la angustia, de pedir la gracia para no replegarse lastimosamente sobre uno mismo y hundirse en la depresión.

La Semana Santa, vivida desde mi lecho de enfermo o desde una sillita en casa, puede ser la oportunidad que esperaba de salir de mi rebelión contra Dios, de maravillarme del amor que me ha tenido al entregar a su Hijo por mi salvación, de unirme a la Pasión de ese Hijo para colaborar con la Redención de mi familia y de la humanidad. Otros lo han logrado, ¿por qué no yo?

Santa Teresita del Niño Jesús, enferma de tuberculosis, postrada en una cama, con accesos terribles de tos y vómitos de sangre, con ratos de inconciencia por el dolor y espantosas dudas de fe, sabía que, aunque no viera en esos momentos la luz por las espesas nubes que la rodeaban, detrás de esos nubarrones seguía el sol brillando y que, pasada la hora de las tinieblas esa luz no sólo la iluminaría sino que la envolvería y la transformaría en luz.

Si el Señor nos ha visto con ojos de predilección y nos ha participado de su cruz, aunque ahora no lo entendamos, aunque para nosotros sea como una noche oscura. ¡Aprovechemos! contemplemos la Pasión del Señor, unámonos a ella, aceptemos nuestro sufrimiento y ofrezcámoslo a aquél que “me amó y se entregó por mí”, a aquél que “me ha amado primero”, ofrendémoslo por nuestra propia salvación, la de los nuestros, por los sacerdotes, por el santo Padre y por la humanidad entera.

Desde nuestra casa, desde nuestro lecho, podemos rezar; podemos ver alguna película (sólo alguna, porque no hace falta estar pegados a la televisión) que nos mueva el corazón; alguna alma caritativa nos puede leer las lecturas de las misas y otros oficios de esta semana, o ponernos las celebraciones por internet; y desde allí, desde nuestra cruz, con nuestra oración sostener a la Iglesia y salvar a la humanidad. Amén.

Artículo originalmente publicado por Desde la fe