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sábado, 25 de abril de 2015

CONFIDENCIAS DE JESUS A UN SACERDOTE

3 de Enero de 1977 

¿QUÉ FE? 

Prosigamos, hijo mío, el precedente mensaje: 
¿ Porqué hijo mío, no pocos Obispos y muchísimos sacerdotes, es más: la casi totalidad no bendicen 62
Porque su fe es simplemente humana, cómo son únicamente humanas sus virtudes; en consecuencia sus bendiciones, admitido que las hicieran, serían actos simplemente humanos, privados por tanto de su verdadera alma de fe y consiguientemente, estériles e ineficaces. 
Te he dicho repetidamente en precedentes mensajes que ha llegado la hora de poner la segur a la raíz, pero para poder realizar este acto de saneamiento interior, es necesario conocer las raíces que hay que cortar. Por esto te expliqué ayer con mayor claridad cuál es el enemigo que hay que derribar sin tregua y sin titubeos, sin miedos ni temores, sin piedad. Satanás, la soberbia personificada, y sus diabólicas legiones, ha contagiado de este mismo mal al mundo, la entera humanidad y a mi Iglesia. 
Todo el mal físico y espiritual tiene una sola y única raíz: Satanás. Satanás, el mal, con sus legiones, de naturaleza superior a la naturaleza humana, con el engaño y con la insidia, rodean a las almas de los hombres, dedicando, particular atención y cuidado a las almas de los consagrados, de Obispos y sacerdotes, de religiosos y religiosas, para sembrar así mayor ruina en la Iglesia y perder el mayor número de almas. De hecho la perversión es mayor y más aguda en los pueblos cristianos que en los no cristianos. 

62 ‘Bendecir’ tomado en su sentido de exorcizar

Parecen vivos, pero vivos no lo están 

Maestros insuperables son estos asquerosos demonios por su superioridad de naturaleza, en su maestría en el mentir; es relativamente fácil desviar a los cristianos, a los sacerdotes y aún a los Obispos del camino recto en nombre de la dignidad, en nombre de la personalidad y no raramente en nombre del deber, los impregnan de falso celo, de un ardiente deseo de hacer, por lo que descuidan la piedad, la vida interior y se acentúa cada vez más la actividad exterior, terminando poco a poco por olvidarse de Dios al que sustituyen con su yo. 
Exteriormente te parecen vivos, como ciertos maniquíes expuestos en los escaparates, pero en realidad, vivos no lo están; te parecen buenos y hasta santos pero no son ni buenos ni santos; se sustituyen a Mí, Verbo Eterno de Dios que me ven esfumado en las profundidades lejanas de los tiempos, pero no me sienten vivo, verdadero y real, presente en la persona de Mi Vicario al que poco aman, que raramente escuchan y del cual casi nunca transmiten a sus sacerdotes y fieles sus sabias palabras. En mensajes precedentes te he dicho que para conjurar tan gran mal, 
Yo he trazado con mi vida terrena con mis palabras, con mis ejemplos, un camino segurísimo de humildad, pobreza y obediencia, de oración, de mortificación; ellos no han querido tomar este camino y se han perdido en los pavorosos laberintos de la soberbia y de la ambición. Sólo por esto, hijo, se han quedado sordos a mis llamadas; por esto han resistido y resisten a mis advertencias y a mis invitaciones a la conversión. ¿Cómo convertirse ellos, los maestros? 
Sin embargo, he indicado el remedio a su gravísimo mal: la soberbia que puede ser vencida sólo por la virtud opuesta: esto es, la humildad. 

Exemplum dedi vobis 63 

63 Ejemplo os he dado

Yo, Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre os he precedido con el ejemplo: Yo soy un misterio de infinita humildad presente en la Eucaristía. 
¿Obispos y sacerdotes ignoran esto? Si es sí, es la confirmación de la oscuridad en la que están sumergidos; sí es no, entonces: ¿Cómo explicar su absurdo y paradójico comportamiento, en estridente oposición, Conmigo, Verbo de Dios, Salvador y Redentor de la humanidad? ¿Cómo explicar, hijo, la caída de todas las fortalezas espirituales diseminadas en toda Mi Iglesia: 
Seminarios, Ordenes, Congregaciones religiosas, conventos, monasterios? ¿Cómo explicar el profesionalismo, que ya en otro lugar te he señalado? ¿Cómo explicar su diplomacia, émula de la mundana, que se puede definir como el arte de mentir y de la hipocresía, tanto que se dice que un buen diplomático debe convencer a sus interlocutores de lo contrario de lo que dice? 
Hijo mío, estamos en el lado opuesto de lo que Yo he enseñado: mi diplomacia ha sido la de la verdad, aún cuando la verdad me ha llevado a la Cruz. Han olvidado completamente lo que se ha dicho en el Evangelio: si es sí, sí. Si es no, no; ésta es mi diplomacia. Repito, es la diplomacia de la verdad, despojada de cualquier interés personal, que es parte del amor verdadero, no ficticio; del amor genuino que tiende al bien de los demás y no a la salvaguardia del prestigio y dignidad personales. 
Hijo mío, ¿cómo se ha podido llegar a tal perversión cubierta con el vestido de celo y de santidad? La respuesta a todas estas preguntas ya te la he anticipado muchas veces: la soberbia y el rechazo declarado, o peor todavía, tácito de Dios; éste es el mayor de todos los pecados. 
Te bendigo, hijo mío, repara y ámame.
 

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