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jueves, 21 de mayo de 2015

¿Cuál es la gran tentación de todo cristiano? Explica el Papa Francisco

Papa Francisco (imagen referencial) / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
Papa Francisco (imagen referencial) / Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)



VATICANO, 21 May. 15 / 09:52 am (ACI/EWTN Noticias).- Los cristianos tienen una misión en común: luchar por la unidad para que no haya entre ellos “espíritu de división, de guerra, de celos. Una unidad que no se consigue con “pegamento” sino con la “gracia de Dios”.
El Papa Francisco habló de la búsqueda de la unidad en su homilía de la Misamatutina que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta.
“La gran oración de Jesús” es que la Iglesia esté unida, que los cristianos “sean una sola cosa”. Pero existe una “gran tentación”: la “mentira” y la “división”.
Así, Jesús reza “por la unidad de su pueblo, por la Iglesia”. Pero Jesús sabe que el espíritu del mundo” es “un espíritu de división, de guerra, de envidias, también en las familias, también en las familias religiosas, también en las diócesis, también en la misma Iglesia: es la gran tentación”, afirmó Francisco.
Por eso, “debemos ser uno, una sola cosa, como Jesús y el Padre son una sola cosa. Este es el desafío de todos nosotros como cristianos: no dejar lugar para la división entre nosotros, no dejar que el espíritu de división, el padre de la mentira, entre en nosotros. Buscar siempre la unidad”.
Es cierto que “cada uno es como es, pero busca vivir en unidad. ¿Jesús le ha perdonado? Perdona a todos. Jesús reza para que seamos uno, una sola cosa. Y la Iglesia tiene mucha necesidad de esta oración por la unidad”.
Sin embargo, Francisco advirtió de que no existe una Iglesia que está unida por el “pegamento”, porque la unidad que pide Jesús “es una gracia de Dios” es “una lucha” en la tierra. “Debemos dar espacio al Espíritu para que nos transforme como el Padre está en el Hijo, una sola cosa”.
“Y pedir esta gracia, que todos permanezcamos en Él. Y aquí nos indica para qué, lo dice claramente: 'Padre, quiero que aquellos que me has entregado, también ellos estén conmigo donde yo esté'. Es decir, que éstos permanezcan allí, conmigo. El permanecer en Jesús, de esta manera, termina en permanecer con Él 'para que contemplen mi gloria'”.
El Pontífice añadió que consuela escuchar a Jesús decir al Padre que no quiere orar sólo por sus discípulos sino también por aquellos que creerán en Él “mediante su palabra”.
“Quizás, no estamos lo bastante atentos a estas palabras: ¡Jesús ha rezado por mí! Esto es una fuente de confianza: Él reza por mí, ha orado por mí... Imagino –es una figuración– cómo Jesús delante del Padre está en el Cielo. Y así reza por nosotros, reza por mí. ¿Y qué ve el Padre? Las llagas, el precio. El precio que ha pagado por nosotros. Jesús reza por mí con sus llagas, con su corazón herido y continuará haciéndolo”.  

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