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sábado, 23 de mayo de 2015

Lecturas del Domingo de Pentecostés


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11):

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34

R/.
 Envía tu Espíritu, Señor, 
y repuebla la faz de la tierra


Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,3b-7.12-13):

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequia,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Evangelio

Evangelio según san Juan (20,19-23), del domingo, 24 de mayo de 2015
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Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23):

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del 

Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Damos más importancia a otras fiestas que a la venida del Espíritu Santo, que además es la fiesta de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Lo cual nos habla de cómo es nuestra Iglesia que ha descuidado su mismo espíritu, su mentalidad abierta y pluralista, su mística de empuje, su presencia en todo el pueblo de Dios, sobre todo en los laicos y se ha centrado en los aspectos exteriores, formales y materiales de toda religión.
En Pentecostés, llega el Espíritu, muere Babel para que nazca la nueva comunidad. Habla Pedro y todos se sorprenden, todos le oyen como si fuera en su propia lengua y el pobre no sabe idiomas, su lenguaje debe ser el del amor y la comprensión. Y siguen algunos pensando que el lenguaje universal es el latín o al contrario, defendiendo ciertos nacionalismos culturales, cuando lo que se nos cuenta es que hay que hacer de todos los pueblos, una gran familia universal unida por el mismo Espíritu.
El Espíritu no tiene barreras, nadie es dueño del Espíritu, que en cada uno se manifiesta para el bien común, todos los miembros del cuerpo humano son solidarios entre sí y evitan la competitividad entre unos y otros. Nadie debe subrayar las diferencias entre sacerdotes o laicos, célibes o casados, europeos o africanos, hombres y mujeres… “todos hemos bebido del mismo Espíritu”. Es el Espíritu el que nos hace a todos espirituales, el creyente no tiene que hacer su recorrido de fe, solo basándose en sus fuerzas, sino que es guiado por el Espíritu como conoce en plenitud a Jesús que le conduce a la verdad, a la comprensión siempre actualizada y creciente de lo que Él le pide.
Es viento: “De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa”. Ante un viento impetuoso nada permanece estático, todo se pone en movimiento, por eso, no podemos continuar con las ventanas cerradas: quietos, mudos, indiferentes, insensibles ante lo que pasa a nuestro alrededor. El viento nos llevará donde quiera y lo sentiremos cuando estemos reunidos, es el aliento común, es lo que nos une para respirar la misma fe y la misma caridad. Es también fuego: “Vieron a parecer unas lenguas como llamaradas” que sacaron a los apóstoles de sus miedos, para proclamar a todas las naciones con un lenguaje de fuego, en el que son capaces de entenderse todos, las maravillas de Dios. Viento que extiende el fuego abrasando los corazones (recordar los Claretianos, y vale para todos, la definición del Misionero, nuestros signos carismáticos y los carismas vienen del Espíritu: “Arde en caridad”, “Abrasa por donde pasa”, “Encender a todo el mundo en el fuego del divino amor”…).
Al celebrar hoy la fiesta de Pentecostés, que es la presencia del Espíritu en nuestras comunidades, abramos bien las ventanas, (no tengáis miedo a las corrientes y los resfriados, nos diría el Papa Francisco que ya tiene una cierta edad), para que la fuerza de su viento nos airee, nos sacuda nuestra quietud y nos haga descubrir que el cristiano está puesto en el mundo para ser artífice de un diálogo ininterrumpido con todos los hombres. Este diálogo y presencia como levadura, es lo que pretende la Acción Católica y el Apostolado Seglar.
Se le escucha también en recogimiento y silencio, unidos por el mismo amor, escuchemos en nuestro corazón lo que nos está susurrando la fuerza del Espíritu y pidamos sintiéndolo y no de palabra: “Envíanos, Señor, tu Espíritu que renueve la faz de la tierra”.
PD: no puedo alargarme, pero el tema da para las reflexiones de los próximos domingos, sobre todo el de la Santísima Trinidad. Hoy en la homilía podría participar un laico, es su día, y no es nada nuevo. En nuestro país se celebran elecciones municipales y autonómicas, en la eucaristía se debería decir algo desde la Doctrina Social de la Iglesia y animar a votar. Por último, se beatifica a Monseñor Romero, los profetas los suscita el Espíritu, realmente él creía en Dios que puede hacer nuevas todas las cosas. Muchas cosas…, dejemos que es Espíritu ponga sus palabras en nuestra boca.  

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