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domingo, 21 de junio de 2015

CONFESIONES DE JESÚS A UN SACERDOTE


9 de Junio de 1978

ES DIFERENTE DESDE EL PARAISO LA VISION DE LOS ACONTECIMIENTOS HUMANOS

Hermano Don Octavio, soy Padre Benedetto.
Desde nuestro último coloquio cuántos acontecimientos han sucedido relacionados con tu camino en la tierra y con la Iglesia; no hace mucho que salí del tiempo, pero aquí en la eternidad todo es presente, por lo que se tiene una visión de los acontecimientos humanos diferente de la que se tiene en la tierra, no que las cosas de la vida humana sean en sí diferentes, ellas son y siguen siendo las mismas, sólo que desde acá se ven de un modo mucho más completo y perfecto de como vosotros las veis, una cosa es ver el fuego desde lejos y otra muy diferente es encontrarse entre las llamas o estar por ellas rodeado, no es que nosotros veamos vuestras cosas con indiferencia, el amor que nos une es mayor y más perfecto y siempre y por doquier nos une, y no sería amor si no fuera así; pero desde aquí nosotros seguimos vuestras cosas con un amor gozoso, siempre y sólo gozoso, para vosotros en cambio es diferente.
Hermano don Octavio, sé que vas a vivir largo tiempo en la tierra, tú también estás al tanto de ello pero no estás muy satisfecho, aunque te esfuerces, como justamente haces en querer adaptarte siempre a la Voluntad de Dios, la que no siempre has interpretado bien; Él ha acogido un deseo tuyo, una oración tuya, sacando de ella un doble bien, para ti y para la Iglesia; para ti, porque no sólo te da modo de expiar tus pecados, y aquí me permito hacerte observar que conviene pagar las deudas contraídas con la Divina Justicia en la tierra, en el tiempo antes que en la eternidad, y también para la Iglesia, porque en lo que te falta aún por vivir deberás sufrir mucho, pero será sufrimiento fecundo de mucho bien y de bastantes méritos, por otra parte, Él, que te ama, no ha hecho sino escuchar un deseo tuyo; agradécele, pues; no le agradecerás nunca lo suficiente por el gran don que te ha hecho, porque a este don está ligada la salvación de muchas almas. ¿Quién no estaría contento de ocupar el puesto asignado a ti en el plan divino de la salvación?

¿Qué es un cuarto de siglo frente a la eternidad?

Hermano Don Octavio, por la fraterna amistad que nos ha unido en la, tierra me sea permitido decirte que no se justifica tu asombro, en cuyo lugar debes más bien poner todo el reconocimiento y gratitud que te sea posible. ¿Qué es un cuarto de siglo frente a la eternidad si los milenios ante Él, que es el Eterno, son como un soplo o menos? ¿Has olvidado la afirmación de tu hermana de que "si en el Paraíso se pudiera formular un deseo para mí seria sólo el de volver a la tierra para centuplicar en tiempo y en intensidad mis sufrimientos?"
Hermano Don Octavio, todos los santos del Paraíso, si pudieran tener un deseo sería sólo aquel de tu hermana I. ,  por esto te digo, adelante en el camino señalado, y desde siempre trazado, hasta la meta final,  Él, el Amor Infinito te guía y contigo D. D. P., los fundadores y el Consejo de Administración hasta la llegada a la meta; no le metáis a Él el palo entre las ruedas, es decir, haced de tal modo que haya una correspondencia plena y perfecta y, si así lo hacéis, de nada habréis de temer.

La loca ilusión de Satanás tendrá pronto su epílogo

En torno a vosotros ruge el temporal, pero la vida en la tierra ¿no es un sucederse de buenos y malos tiempos, no es la vida en la tierra un alternarse de jornadas luminosas llenas de sol y de otras nubladas y llenas de lluvia?
La loca ilusión de Satanás tendrá pronto su epílogo, la Virgen Santa, Madre de Dios y Madre nuestra le aplastará la cabeza y una alba nueva despuntará, y tú, hermano don Octavio, asistirás al surgir de esta alba que hará bella y luminosa la Iglesia de Él, que brotó de Su Purísima y Preciosísima Sangre, y será espectáculo nuevo para el cielo y para la tierra.
Don Octavio, unidos siempre como  por un acuerdo hecho,  no nos ves, pero te estamos cercanos, sólo un tenue velo para vosotros invisible, nos quita de vuestros ojos.
Te bendiga, os bendiga Dios Uno y Trino y con Él la Virgen Inmaculada ahora y siempre.
Padre Benedetto

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