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jueves, 16 de julio de 2015

CONFESIONES DE JESÚS A UN SACERDOTE

5 de Octubre de 1978

GRAVEDAD DEL PECADO

Escribe, soy Benedicto XV que con este último mensaje completo la serie de mensajes de los Supremos Pastores de la Iglesia.
Hermano Don Octavio, rindamos homenajear Dios Creador y Señor, Padre Misericordioso con todas sus criaturas, a quienes ama desde siempre, a quienes todo provee  y a quienes dirige a su propia finalidad. 
Pero entre todas las criaturas que dócilmente obedecen a su Creador y Señor hay una, el hombre, que en su soberbia osa rebelarse, aumentando en ella misma y en el entero universo desorden y desequilibrio.
De esto, hermano Don Octavio, puedes hacerte una idea de la gravedad del pecado, de la entidad impresionante de este desorden y de la universalidad de los males de esta humanidad rebelde, incrédula y atea, que insidiada por el Infierno se ha puesta en contra de Dios e, inexplicablemente, precisamente contra todo principio precisamente de lógica, de buen sentido y de fe, ¡Lo odia!
Las potencias oscuras del mal han llevado a la humanidad a un exceso tan absurdo por lo que hoy veis el mal lleva do a los límites extremos de la imaginación, aceptado, escuchado y ¡amado!!
En tal situación, y siempre en el respeto de la libertad personal y social, Jesús y Su Madre Santísima han tratado de hacer recobrar la razón a la humanidad y en especial a la Iglesia, llevada lejos de la "fuente" de la que tuvo origen y vida y de la cual fue alimentada, pero Sus intervenciones han sido hechas vanas por el orgullo y la presunción con las que las potencias oscuras del mal han logrado contagiar a las almas y las estructuras civiles y religiosas. Hoy son pocas las almas y las instituciones que han permanecido ilesas.
He aquí porqué la exasperada locura de Satanás está hoy tan exaltada por el éxito obtenido, por la falta de correspondencia de aquellos que, sostenidos por la humildad, pobreza y obediencia, debían llevar al mundo la Palabra de Vida y Salvación, pero no lo han hecho.

El verdadero drama

La soberbia herida hoy no quiere aceptar, ni mucho menos admitir esta tremenda realidad y responsabilidad. En realidad, para ellos el prestigio, la ostentación y la comodidad han tenido en su vida la supremacía. Así que de "enemigos" de las fuerzas oscuras, a las que habrían debido combatir sin pausa, precediendo al gran ejército de los Soldados de Cristo, se han hecho colaboradores del "enemigo por excelencia" de la Iglesia y de las almas
Este, hermano Don Octavio, es el verdadero drama que precede a la más inmensa tragedia que el mundo humano haya conocido.
Nadie que no tenga en sí una pizca de humildad quiere oír decir que ha traicionado, pero si alguno, obedeciendo a Dios, los pone delante de hechos concretos y reales, al unísono, no pudiendo negar la evidencia, lo llaman loco o maniático...
Las consecuencias de esta situación, no nueva en la Iglesia, pero nunca antes tan generalizada como hoy, te han sido bien clarificadas por otros que te han ya hablado. Ahora, querido hermano ¿puede Dios, que es Misericordia infinita, permitir que las almas creadas por Él y redimidas con Su Preciosísima Sangre hayan de precipitarse, cada vez  más numerosas, en el Infierno?
¡No!, no lo puede. No puede Él, el Amor infinito, permitir que vaya a la perdición lo que siempre e infinitamente ama... Entonces ¿será Él quien provoque la hora de la perdición?
¡No! Esto repugna a su Naturaleza Divina, infinitamente perfecta y buena,... ¿entonces?
Como ya repetidamente se te ha dicho, Dios permitirá que sea Satanás quien provoque su derrota, por lo cual será Satanás el que desencadene este terrible huracán, en el cual, y por la intervención directa de nuestra Santísima Madre, llevará la peor parte.

no todos ven... poquísimos aceptan

Hermano carísimo, los Supremos Pastores que te han hablado antes que yo, han tenido todos una sola intención y una sola finalidad: prepararte y prepararos, para que ninguno de vosotros desfallezca en la hora de la dura prueba; sed cautos y prudentes, no exponiéndonos voluntariamente a los ataques de vuestros enemigos.
Cautos, prudentes y reservados en el hablar, porque, querido hermano, no todos ven lo que vosotros veis, no todos piensan lo que vosotros pensáis, no todos, es más, poquísimos, aceptan lo que vosotros vivís.
Hermano Don Octavio, sed firmes en la Fe, perseverantes en la Caridad, confiados en las verdades que os han sido da das por el Amor de Él hacia vosotros; estad unidos en un solo bloque granítico, unidos a Él y unidos entre vosotros.
En esto está vuestra fortaleza y en esto está asegurada vuestra Comunidad. Ahora los enemigos os siguen, os espían, os odian, traman conjuras contra vosotros, pero todo esto será en vano si vosotros escucháis y actuáis en conformidad con las sugerencias que os han sido dadas.
Animo y adelante en el Nombre Santo de Jesús y de su Madre Santísima.
Yo intercedo para que la bendición de Él, Dios Uno y Trino, y de la Madre Suya y nuestra descienda sobre cada uno de vosotros, sobre la Comunidad y permanezca para siempre por los siglos de los siglos. Amén. Amén. Amén.

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