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lunes, 27 de julio de 2015

Lecturas del Martes de la 17ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (33,7-11;34,5b-9.28):

En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenia que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvia al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda. Y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.»
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.
Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»
Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 102,6-7.8-9.10-11.12-13

R/.
 El Señor es compasivo y misericordioso

El Señor hace justicia 
y defiende a todos los oprimidos; 
enseñó sus caminos a Moisés 
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia; 
no está siempre acusando 
ni guarda rencor perpetuo. R/.

No nos trata como merecen nuestros pecados 
ni nos paga según nuestras culpas. 
Como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.

Como dista el oriente del ocaso, 
así aleja de nosotros nuestros delitos. 
Como un padre siente ternura por sus hijos, 
siente el Señor ternura por sus fieles. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. 
Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del 

Rosa Ruiz, rmi
Queridos amigos:
Si ayer contemplábamos al pueblo eligiendo entre un becerro de oro y la pequeñez de un Dios invisible, hoy ese mismo Dios de la vida se nos muestra y camina con nosotros. Moisés se encontraba con Ywhw en la intimidad de la tienda del encuentro. A solas. Todo el pueblo participa de esa intimidad, cada uno desde su tienda, pero nadie puede vivir por ti la experiencia de ver a Dios cara a cara, “como habla un hombre con un amigo”.
Estaremos de acuerdo en que las cosas decisivas de la vida, nadie puede vivirlas por nosotros. Ni el sufrimiento, ni el gozo, ni la paz, ni el amor, ni el odio. Por mucho que el otro quiera ayudarnos… es imposible. Ni tampoco podemos nosotros pretender ayudar a otros con nuestras experiencias o vivencias. Sólo, en el mejor de los casos, ser cauces o señales de por dónde hemos encontrado nosotros el secreto de la vida.
“El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo”. Siguiendo la parábola del evangelio de hoy, solo siembra Dios. No lo olvidemos. No somos nosotros quien sembramos. ¡Escucho tantas veces en ámbitos pastorales y educativos eso de que nosotros sembramos!... ¡me parece tan peligroso y tan estéril a la vez! No… Sólo siembra Dios. Es una tarea demasiado decisiva como para estar en nuestras manos. Pero nosotros somos buena o mala semilla en el campo de mundo. ¿Te parece poco? Vivamos intensamente y con toda autenticidad la “semilla” que somos, el encuentro que se nos brinda… y lo demás vendrá por añadidura. Él es la añadidura.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

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