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martes, 18 de agosto de 2015

Lecturas del Miércoles de la 20ª semana del Tiempo Ordinario


Primera lectura

Lectura del libro de los Jueces (9,6-15):

En aquellos días, los de Siquén y todos los de El Terraplén se reunieron para proclamar rey a Abimelec, junto a la encina de Siquén. 
En cuanto se enteró Yotán, fue y, en pie sobre la cumbre del monte Garizín, les gritó a voz en cuello: «¡Oídme, vecinos de Siquén, así Dios os escuche! Una vez fueron los árboles a elegirse rey, y dijeron al olivo: "Sé nuestro rey." Pero dijo el olivo: "¿Y voy a dejar mi aceite, con el que engordan dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?" Entonces dijeron a la higuera: "Ven a ser nuestro rey." Pero dijo la higuera: ¿Y voy a dejar mi dulce fruto sabroso, para ir a mecerme sobre los árboles?" Entonces dijeron a la vid: "Ven a ser nuestro rey." Pero dijo la vid: "¿Y voy a dejar mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?" Entonces dijeron a la zarza: "Ven a ser nuestro rey." Y les dijo la zarza: "Si de veras queréis ungirme rey vuestro, venid a cobijaros bajo mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano."»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 20,2-3.4-5.6-7

R/.
 Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza, 
¡y cuánto goza con tu victoria! 
Le has concedido el deseo de su corazón, 
no le has negado lo que pedían sus labios. R/. 

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, 
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. 
Te pidió vida, y se la has concedido, 
años que se prolongan sin término. R/. 

Tu victoria ha engrandecido su fama, 
lo has vestido de honor y majestad. 
Le concedes bendiciones incesantes, 
lo colmas de gozo en tu presencia. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,1-16a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del 

Eguione Nogueira cmf

Las dos lecturas de hoy nos ofrecen muchas enseñanzas para nuestra vida. Nos hablan sobre todo del sentido de justicia, de la generosidad y del trabajo. En la primera lectura escuchamos la fábula de los plantas, contada por Joatán para criticar el poder destructivo de los reyes. Sin pretender agotar todo el significado de la fábula, me parece interesante subrayar algunos detalles. Las tres primeras plantas, el olivo, la higuera y la vid, prefieren seguir produciendo sus frutos que alegran la vida de las personas antes que controlar, manipular y gobernar a las demás plantas. Es el espino, que no produce ningún fruto, el que acepta gobernar a los demás. Y lo único que ofrece a cambio es la destrucción. Hay una clara contraposición entre el servicio a los demás y el poder autoritario. ¿No es eso lo que sucede a los que buscan el poder a cualquier precio?
En el Evangelio Jesús cuenta una parábola un tanto desconcertante. El patrón paga a todos un denario, lo que en Galilea en aquel tiempo era lo suficiente para un día de una familia. Así se pone de manifiesto una concepción revolucionaria de la justicia de Dios que se opone a nuestra justicia calculadora. Mientras que nosotros creemos que ser justos es dar a cada uno lo suyo, para Jesús ser justo significa ser bueno. El dueño de la viña pagó un salario proporcional a las necesidades de los trabajadores y de sus familias, no al trabajo realizado. No se preocupaba tanto de los resultados del trabajo sino de que todos los trabajadores pudieran llevar lo suficiente a sus casas.
Las últimas palabras del Evangelio son la clave de todo el texto: Dios no se relaciona con sus hijos a partir del criterio del mérito acorde con el rendimiento sino a partir de su propia generosidad. No creo que Dios ande calculando lo que cada uno se merece. La parábola nos ayuda a superar esa imagen “deformada” de Dios, que se parecería más a un patrón que busca hacer las cuentas con sus empleados que a un padre que siempre desea lo mejor para sus hijos. El que pasa su vida calculando cuánto va a ganar y cuánto merece por las obras que hace no ha entendido lo que significa ser hijo de Dios, no ha entendido el Evangelio, no ha entendido lo que es seguir a Jesús.
En una sociedad como la nuestra en que se valora más la competitividad, los privilegios y la productividad, la Palabra de dios nos presenta una forma alternativa de vivir nuestras relaciones: el servicio desinteresado, la justicia que se fundamenta en la bondad y en la generosidad, el trabajo que busca por encima de todo el bien de las personas. 

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