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martes, 25 de agosto de 2015

Lecturas del Miércoles de la 21ª semana del Tiempo Ordinario


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,9-13):

Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria. Ésa es la razón por la que no cesarnos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 138,7-8.9-10.11-12ab

R/.
 Señor, tú me sondeas y me conoces

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 
adónde escaparé de tu mirada? 
Si escalo el cielo, allí estás tú; 
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/. 

Si vuelo hasta el margen de la aurora, 
si emigro hasta el confín del mar, 
allí me alcanzará tu izquierda, 
me agarrará tu derecha. R/. 

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, 
que la luz se haga noche en torno a mí», 
ni la tiniebla es oscura para ti, 
la noche es clara como el día. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del 

Fco. Javier Goñi, cmf
Queridos amigos:
Ayer, aplicábamos el Evangelio a la vida de los que somos pastores en la Iglesia, o tenemos responsabilidades pastorales en ella. Hoy podríamos volver a la carga de nuevo desde el Evangelio que la liturgia nos propone. Pero podemos centrarnos en la primera lectura para descubrir en San Pablo algunas características que, en positivo, nos pueden ayudar a todos los que tenemos responsabilidades en la Iglesia.
La primera es el trabajo: no podemos desperdiciar el tiempo que Dios nos regala. Es tiempo para amar, para entregarse, para trabajar por los hermanos y hermanas. Pablo se esfuerza y se fatiga, trabajando día y noche. Cuando de verdad lo necesitemos ya nos regalará Dios un tiempo de descanso y paz.
La segunda es no ser gravoso a nadie. Ni con el dinero ni con el tiempo: libre y gratuitamente recibimos lo que necesitamos, ¿para qué más? Y con el tiempo, lo mismo: lavar la ropa, fregar cacharros, cocinar… Son cosas que también un pastor puede, y quizá debe, hacer, al menos de vez en cuando.
En tercer lugar, el objetivo de todos nuestros esfuerzos debe ser siempre proclamar el Evangelio de Dios. En otras palabras, anunciar con la palabra y con la vida la “alegría del Evangelio”.
Y por último, Pablo pone el acento en la relación personal, de tú a tú, desde un amor personal y concreto: “tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado…”. Nos recuerda la imagen del Pastor que conoce a cada una de sus ovejas, que las conoce, las quiere y las trata personalmente. Nunca olvidemos que el anuncio del Evangelio se realiza en el tú a tú del trato personal.

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