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domingo, 23 de agosto de 2015

Lecturas del San Bartolomé, apóstol


Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,9b-14):

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.» 
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,10-11.12-13ab.17-18

R/.
 Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, 
que te bendigan tus fieles; 
que proclamen la gloria de tu reinado, 
que hablen de tus hazañas. R/. 

Explicando tus hazañas a los hombres, 
la gloria y la majestad de tu reinado. 
Tu reinado es un reinado perpetuo, 
tu gobierno va de edad en edad. R/. 

El Señor es justo en todos sus caminos, 
es bondadoso en todas sus acciones; 
cerca está el Señor de los que lo invocan, 
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,45-51):

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» 
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» 
Felipe le contestó: «Ven y verás.» 
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» 
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» 
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» 
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» 
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del 

Fco. Javier Goñi, cmf
Queridos hermanos:
Nuestra fe nace del encuentro personal con Jesús, y ese encuentro se da a través de encuentros personales, de tú a tú, con testigos de la fe. Así fue en los comienzos, cuando los Apóstoles fueron encontrándose con Jesús y descubrieron en él algo muy especial. Así fue con Bartolomé, el Apóstol a quien identificamos con el Natanael del Evangelio, así ha sido a lo largo de la historia de la Iglesia, en la que el testimonio de los primeros testigos de la Resurrección se ha ido transmitiendo hasta llegar a nosotros.
El encuentro de Jesús con Bartolomé –Natanael- es especialmente significativo. El testimonio de otros es el que le toca el corazón y le mueve a ponerse en camino: es Felipe quien le anima a hacerlo: “Ven y verás”. En la vida de cualquier cristiano se da siempre esta primera etapa de búsqueda. Habrá sido la madre, o la abuela, o un sacerdote, o una catequista, o un amigo, o una hermana quien te mostrara de un modo u otro que en Jesús había algo especial, que merecía la pena creer en él como enviado de Dios, como su Hijo y Salvador. Y en algún momento todo cristiano se ha sabido invitado: “Ven y verás”. Y se da el primer encuentro, y los siguientes, y el Señor va tocando el corazón, convirtiéndote, alentando tu fe, tu esperanza, animándote a seguirle…
Y Natanael fue con Felipe y se dio el encuentro: Jesús le habló, destapó las verdades de su corazón, le sorprendió y transformó su vida. Y creyó en El, y le siguió. En tu vida, en la mía, en la de cualquier cristiano, de maneras diversas, se da un proceso parecido: de encuentros con testigos que invitan a formar parte de la comunidad y a encontrarse con el Señor, de encuentros personales con El en los que sale a la luz la verdad del corazón y este va quedando transformado, en un proceso de conversión y seguimiento que hace de uno un nuevo testigo para otros.
Ayúdanos, San Bernabé, a acercarnos sin miedo a Jesús, a ir y ver, a dejarnos transformar por él, a ser tus testigos. AMEN

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