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sábado, 31 de octubre de 2015

Santa María Faustina Kowalska DIARIO La Divina Misericordia en mi alma



211  (100) + Una oscuridad terrible cae nuevamente sobre mi alma.  Me parece que estoy bajo la influencia de ilusiones.  Cuando fui a confesarme para obtener luz y serenidad, no las encontré.  El confesor [110] me creó todavía más dudas de las que tenía antes.  Me dijo:  No puedo entender qué poder obra en usted, hermana, tal vez Dios o tal vez el espíritu maligno.  Al alejarme del confesionario, empecé a considerar sus palabras.  Cuanto más las contemplaba, tanto más mi alma se hundía en la oscuridad.  ¿Qué hacer, Jesús?  Cuando Jesús se acercaba a mí bondadosamente, yo tenía miedo.  ¿Eres verdaderamente Tú, Jesús?  Por un lado me atrae el amor, por el otro el miedo.  Qué tormento, no sé describirlo.

212          Cuando fui a confesarme de nuevo, recibí la respuesta:  Yo no la entiendo a usted, hermana, es mejor que usted no se confiese conmigo.  Dios mío, yo tengo que hacerme tanta violencia antes de decir cualquier cosa sobre mi vida interior y he aquí la respuesta que obtengo ¡yo no la entiendo!

213         Cuando me alejé del confesionario fui asaltada por innumerables tormentos.  Fui delante del Santísimo Sacramento y dije:  Jesús, sálvame.  Tú ves que soy débil.  Entonces escuche estas palabras:  Durante los ejercicios espirituales, antes de los votos perpetuos, te daré una ayuda.  Fortalecida por estas palabras, comencé a avanzar sin pedir consejo a nadie; sin embargo sentía tanta desconfianza hacia mí misma, que decidí acabar con esas dudas una vez por todas.  Así pues, esperaba ansiosamente esos ejercicios espirituales que debían preceder los votos perpetuos; ya unos días antes pedía incesantemente al Señor la luz para el sacerdote que iba a confesarme, para que él decidiera de una vez, categóricamente, sí o no, y yo pensaba:  Estaré tranquila una vez por todas  Pero estaba preocupada si alguien quisiera escuchar todas esas cosas.  Sin embargo, decidí no pensar nada en eso, y tener toda la confianza en el Señor.  Me resonaban esas palabras:  “Durante los ejercicios espirituales.”

214          (101) Todo ya está preparado.  Mañana por la mañana hemos de salir a Cracovia para los ejercicios espirituales.  Hoy entré en la capilla para agradecer a Dios las innumerables gracias que me había concedido durante esos cinco meses.  Mi corazón estaba profundamente conmovido frente a tantas gracias y la tutela de las Superioras.

215          Hija Mía, quédate tranquila, Me encargo de todos los asuntos.  Yo Mismo los resolveré con las Superioras y con el confesor.  Habla con el Padre Andrasz con la misma sencillez y confianza con la que hablas Conmigo.

216          Hoy [18 IV 1933] llegamos a Cracovia.  Qué alegría encontrarme nuevamente aquí, donde aprendí a dar los primeros pasos en la vida espiritual.  La querida Madre Maestra, [111] siempre la misma, alegre y llena de amor al prójimo.  Entré un momento en la capilla; la alegría inundó mi alma.  En un momento me acordé de todo un mar de gracias que había recibido aquí siendo novicia.

217          Y hoy empezamos a reunirnos todas para ir por una hora al noviciado.  La Madre Maestra M. Josefa nos dirigió algunas palabras y preparó el plan de los ejercicios espirituales.  Cuando nos decía esas pocas palabras, me vino delante de los ojos todo lo bueno que esa querida Madre había hecho por nosotras.  Sentí en el alma un gran agradecimiento hacia ella.  La pena de estar en el noviciado por última vez, estrechó mi corazón.  Ya debo luchar con Jesús, trabajar con Jesús, sufrir con Jesús; en una palabra, vivir y morir con Jesús.  La Maestra ya no seguirá mis pasos para instruirme, advertirme, amonestarme, alentarme o reprenderme.  Sola, siento un extraño miedo.  Oh Jesús, da algún remedio.  Sí, tendré la Superiora, es verdad, pero desde ahora estaré más sola.

(102)                                                                      Cracovia 21 IV 1933

+ A la mayor gloria de Dios.

Ejercicios espirituales de ocho días antes de los votos perpetuos.

218          Hoy empiezo los ejercicios espirituales.  Jesús, Maestro mío, guíame, dispón de mí según Tu voluntad, purifica mi amor para que sea digna de Ti, haz de mí lo que desea Tu misericordiosísimo Corazón.  Jesús, en estos días estaremos a solas, hasta el momento de nuestra unión; mantenme, Jesús, en el recogimiento del espíritu.

219          Por la noche el Señor me dijo:  Hija Mía, que nada te asuste ni te perturbe, mantén una profunda tranquilidad, todo está en Mis manos, te haré entender todo por la boca del Padre Andrasz.  Sé como una niña frente a él.

Un momento delante del Santísimo Sacramento.

220          Oh Señor y mi eterno Creador, ¿cómo podré agradecerte por esta gran gracia de que Te dignaste elegirme a mí, miserable, como Tu esposa y me unes a Ti con un vínculo eterno?  Amabilísimo tesoro de mi corazón, Te ofrezco todos los actos de adoración y de agradecimiento de las almas santas, de los coros angélicos y me uno especialmente a Tu Madre, Oh María, Madre mía, Te ruego humildemente, cubre mi alma con Tu manto virginal en este momento tan importante de mi vida, para que así, me haga más agradable a Tu Hijo y pueda glorificar dignamente la misericordia de Tu Hijo delante del mundo entero y durante toda la eternidad.

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