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jueves, 26 de noviembre de 2015

San Marcos

Jesús, en Nazaret.

61 Salió de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos.
2 Y llegado el sábado, se puso a enseñar ni la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas y que sabiduría es ésta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros?
3 ¿No es acaso el carpintero, hijo de María (1) y hermano de Santiago y de José, y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de El.
4 Y Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos enfermos les impuso las manos y los curó.
6 Y se admiraba de su incredulidad. La misión de los Apóstoles. Recorría las aldeas del contorno enseñando.
7 Y llamando a Sí a los Doce (2), comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
8 Y les encargó que no tomasen (3) para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón,
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(1) Entre las piadosas mujeres que con la Magdalena asistieron a la muerte de Jesús, menciona San Marcos una María «madre de Santiago el Menor y de José*, sin duda cuñada de la Virgen, ya que lleva su mismo nombre, y no es probable que fuera hermana suya.
(2) Véase Mt. 10, 1.
(3) La suma de esta instrucción es que ' vayan a la ligera, sin bagajes ni nada que de- nuncie interés temporal o falta de confianza en ' la providencia del Padre celestial, de quien son mensajeros.
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9 y se calzasen con sandalias, y no llevasen dos túnicas.
10 Y les decía: Dondequiera que entrareis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
12 Y partidos, predicaron que se arrepintiesen,
13 y echaban muchos demonios, y ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban (1).
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(1) El óleo se cuenta entre los remedios caseros en Oriente. No leemos que Jesús lo empleara nunca, ni aun aquí lo emplean los dis- cípulos como médicos, sino como taumaturgos, que al mismo tiempo anuncian la institución del sacramento de la Extremaunción.

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