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sábado, 28 de noviembre de 2015

Santa María Faustina Kowalska DIARIO La Divina Misericordia en mi alma



491Al entrar en la capilla, la Majestad de Dios me envolvió otra vez, me sentía sumergida totalmente en dios, toda sumergida en Él y penetrada, viendo cuánto el Padre Celestial nos ama.  Oh, qué gran felicidad llena mi alma por el conocimiento de Dios, de la vida de Dios.  Deseo compartir esta felicidad con todos los hombres, no puedo encerrar esta felicidad en mi corazón solamente, porque sus rayos me queman y hacen estallar mi pecho y mis entrañas.  Deseo atravesar el mundo entero y hablar a las almas de la gran misericordia de Dios.  Oh sacerdotes, ayúdenme en esto, usen las palabras más convincentes sobre su misericordia, porque toda expresión es muy débil para expresar lo misericordioso que es.

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(203) JMJ                                                                                  Cracovia 20 X 1935

492Ejercicios espirituales de ocho días.

Oh Dios Eterno, Bondad misma, inconcebible en Tu misericordia por ninguna mente humana ni angélica, ayúdame, una niña débil, a cumplir Tu santa voluntad, tal y como me la das a conocer.  No deseo otra cosa que cumplir los deseos de Dios.  He aquí, Señor, mi alma y mi cuerpo, mi mente y mi voluntad, mi corazón y todo mi amor y dispón de mí según Tus eternos designios.

493Después de la Santa Comunión mi alma fue inundada nuevamente por el amor de Dios.  Gozo de su grandeza; aquí veo claramente su voluntad la cual debo cumplir y a la vez veo mi debilidad y mi miseria, veo que sin su ayuda no puedo hacer nada.

494En el segundo día de los ejercicios espirituales.

Antes de ir al locutorio del Padre Andrasz, sentí el miedo debido a que, después de todo, el secreto existe solamente en el confesionario; fue un temor infundado.  La madre Superiora me tranquilizó con una sola palabra.  Pero cuando entré en la capilla, oí en el alma estas palabras:  Deseo que para con Mí suplente seas tan sincera y simple como una niña, así como eres Conmigo; de lo contrario te abandonaré y no Me relacionaré contigo.

De veras, Dios me concedió esta gran gracia de la confianza absoluta y, terminada la conversación, Dios me concedió la gracia de una profunda serenidad y de luz respecto a estas cosas.

495Oh Jesús, Luz eterna, ilumina mi mente, fortalece mi voluntad e incendia mi corazón.  Quédate conmigo como me has prometido, porque sin Ti no soy nada.  Tú sabes, oh Jesús mío, lo débil que soy seguro que no tengo que decírtelo, ya que tú eres quien sabe mejor lo miserable que soy.  En Ti toda mi fuerza.

496(204)  El día de la confesión.

Desde la primera hora empecé a sentir la lucha interior tan fuerte como nunca antes.  El abandono total de parte de Dios; sentí toda la debilidad que soy, me agobiaban los pensamientos:  ¿Por qué debería abandonar este convento donde me quieren las hermanas y las Superioras?, la vida [es] tan tranquila; ligada por los votos perpetuos, cumplo mis deberes con facilidad; ¿por qué escuchar la voz de la conciencia? ¿por qué seguir fielmente la inspiración?  ¿quién sabe de quién proviene?  ¿no es mejor comportarme como todas las hermanas?  Quizá pueda sofocar las palabras del Señor, sin hacerles caso.  Quizá Dios no me pida hacer cuentas de ellas en el día del juicio.  ¿A dónde me llevará esta voz interior?  Si la sigo, me esperan terribles tribulaciones, sufrimientos y contrariedades; tengo miedo del futuro y en el día de hoy estoy agonizando.

Ese sufrimiento duró el día entero con igual tensión.  Al anochecer, al acercarme a la confesión, a pesar de haberme preparado antes, no pude confesarme en absoluto; recibí la absolución, me alejé sin saber lo que pasaba conmigo.  Al acostarme, el sufrimiento creció al máximo grado, o mejor dicho se transformó en un fuego que como un relámpago penetró todas las facultades del alma, hasta la medula de los huesos, hasta la más secreta célula del corazón.  En ese sufrimiento no lograba hacer nada:  Que se haga Tu voluntad, Señor; pero en algunos momentos ni siquiera pude pensar en eso; de verdad, me ahogaba un miedo mortal y me tocaba el fuego infernal.  En la madrugada reinó el silencio y los sufrimientos desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, pero sentía un agotamiento tan tremendo que no pude hacer el más pequeño movimiento; poco a poco me volvía las fuerzas mientras hablaba con la Madre Superiora, pero solamente Dios sabe cómo me sentí durante todo el día.

497Oh Verdad eterna, Palabra encarnada que has cumplido la voluntad de Tu Padre de manera más fiel, hoy me vuelvo mártir de Tus inspiraciones por no poder realizarlas, visto que carezco de mi propia voluntad; a pesar de conocer claramente Tu santa voluntad (205) dentro de mi, me someto en todo a la voluntad de las Superioras y del confesor; yo la cumpliré en la medida en que Tu me lo permitas por medio de Tu representante.  Oh Jesús mío, antepongo la voz de la Iglesia a la voz con la cual Tú me hablas.

498Después de la Santa Comunión.

Vi a Jesús, como siempre, diciéndome estas palabras:  Apoya tu cabeza en Mi brazo y descansa y toma fuerza.  Yo estoy siempre contigo.  Dile al amigo de Mi Corazón, dile, que Me sirvo de tan débiles criaturas para realizar Mis obras.  Después mi espíritu fue fortalecido con una extraña fuerza.  Dile que le permití conocer tu debilidad en la confesión, lo que eres por ti misma.

499Cada lucha mantenida con valentía me trae alegría y paz, luz y experiencia, animo para el futuro, honor y gloria a Dios y a mí la recompensa final.

Hoy es la fiesta de cristo Rey [185].


500Durante la Santa Misa rogué con fervor que Jesús sea el Rey de todos los corazones, que la gracia de Dios resplandezca en cada alma.  Entonces vi a Jesús, tal y como está pintado en esta imagen, diciéndome estas palabras:  Hija Mía, Me rindes la mayor gloria cumpliendo fielmente Mis deseos.


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