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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Santa María Faustina Kowalska DIARIO La Divina Misericordia en mi alma


761            Oh Jesús, mi espíritu Te añora mucho y deseo mucho unirme a Ti, pero me retienen Tus obras.  No está todavía completo el número de almas que debo llevarte.  Deseo las fatigas, los sufrimientos, que se cumpla en mi todo que has planeado (176) antes de todos los siglos, oh Creador mío y Señor.  Comprendo solamente Tu palabra, solamente ella me da fuerzas.  Tu Espíritu, oh Señor, es el espíritu de la paz y nada perturba mi interior, porque allí moras Tú, oh Señor.

Sé que estoy bajo Tu mirada especial, oh Señor.  No analizo con temor Tus designios respecto a mí; mi tarea es aceptar todo de Tus manos, no tengo miedo de nada aunque la tempestad está enfurecida y tremendo rayos caen alrededor de mí y entonces me siento verdaderamente sola, no obstante mi corazón Te siente y mi confianza aumenta considerablemente y veo todo Tu omnipotencia que me sostiene.  Contigo, Jesús, camino por la vida entre arco iris y tormentas, con un grito de gozo, entonando un himno de Tu misericordia.  No interrumpiré este canto de amor hasta que lo entone el coro angélico.  No existe ninguna fuerza que pueda detenerme en mi carrera hacia Dios.  Veo que no siempre, ni siquiera las Superioras entienden el camino por el Cual Dios me lleva, y eso no me extraña.

762            (177) En una ocasión vi al Padre Sopocko rezando, reflexionando sobre este caso [254].  Vi como, de repente, se apareció un círculo de luz encima de su cabeza.  Aunque nos separa alguna distancia, lo veo a menudo, especialmente, cuando trabaja junto al escritorio, a pesar del cansancio.

763            22 XI [1936].  Hoy, durante la confesión, Jesús me habló por la boca de cierto sacerdote.  Aquel sacerdote no conocía mi alma y me acusé solamente de los pecados; sin embargo él me dijo estas palabras:  cumple fielmente todo lo que Jesús exige de ti, a pesar de las dificultades.  Has de saber que aunque los hombres se molestan contigo, Jesús no se cansa y nunca se enfadará contra ti.  No hagas caso de ninguna consideración humana.  En el primer momento esta enseñanza me extrañó; comprendí que el Señor habló a través de él, mientras él se dio poca cuenta de eso.  Oh sagrado Misterio, qué grandes tesoros contienes.  Oh fe santa, indicadora de mi camino.

764            (178) 24 XI.  Hoy, recibí una carta del Padre Sopocko [255].  Por la carta supe que Dios Mismo dirige esta causa y como el Señor la ha iniciado, del mismo modo el Señor la guiará, y cuanto mayores son las dificultades que veo, tanto más tranquila estoy.  Oh, si en esta causa no hubiera una gran gloria de Dios ni el provecho para muchas almas, Satanás no se opondría de este modo, pero él intuye lo que va a perder.  Ahora he comprendido que lo que Satanás odia más es la misericordia; ella es su mayor tormento.  Pero la Palabra del Señor no pasará, la Palabra de Dios es viva, las dificultades no aniquilan las obras de Dios, sino que demuestran que son de Dios…..

765            Una vez vi el convento de esta nueva Congregación.  Mientras lo recorría y visitaba todo, de repente vi un grupito de niños cuya edad oscilaba entre cinco y once años.  Al verme, me rodearon y se pusieron a gritar en voz alta:  Defiéndenos del mal, y (179) me llevaron a la capilla que estaba en aquel convento.  Cuando entré en la capilla, vi en ella a Jesús martirizado:  Jesús me miró bondadosamente y me dijo que era ofendido gravemente por los niños.  Defiéndelos tú del mal.  A partir de aquel momento ruego por los niños, pero siento que la plegaria sola no es suficiente.

766            Oh Jesús mío, Tú sabes qué esfuerzos son necesarios para tratar sinceramente y con sencillez con aquellos de los cuales nuestra naturaleza huye, o con los que hicieron sufrir consciente o inconscientemente, esto es imposible humanamente.  En tales momentos más que en otras ocasiones, trato de descubrir a Jesús en aquellas personas y por este Mismo Jesús hago todo para ellas.  En tales acciones el amor es puro.  Este ejercitarse en la caridad templa el alma y la refuerza.  No espero nada de las criaturas, por lo tanto no experimento ninguna desilusión; sé que la criatura es pobre en si (180).  Así, pues ¿qué puedo esperar de ella?  Dios es todo para mi, deseo valorar todo a la luz de Dios.

767            + Actualmente mi relación con el Señor es plenamente espiritual; mi alma está tocada por Dios y se sumerge entera en Él, hasta olvidarse de si misma.  Embebida de Dios, totalmente, se hunde en su belleza, se hunde toda en Él.  No sé describirlo, porque escribiendo uso los sentidos y allí, en aquella unión, los sentidos no funcionan; hay una fusión de Dios y del alma, hay una vida tan grande en Dios a la que el alma es admitida que es imposible expresarla con palabras.  Cuando el alma vuelve a la vida normal, entonces ve que esta vida es una oscuridad, una niebla, una soñolienta confusión, unas fajas que envuelven a un niño pequeño.  En tales momentos el alma recibe únicamente de Dios, porque ella por si misma no hace nada, no hace el menor esfuerzo, Dios hace todo en ella.  Pero cuando el alma vuelve al estado normal, ve que no está en su (181) poder permanecer más en esta unión.  Aquellos momentos son breves, duraderos [en su efecto], el alma no puede permanecer mucho tiempo en tal estado, porque por fuerza se liberaría para siempre de los vínculos del cuerpo, a pesar de ser sostenida milagrosamente por Dios.  Dios da a conocer claramente al alma cuánto la ama como si sólo ella fuera el objeto de su complacencia.  El alma lo conoce de modo claro y casi sin velos, se lanza a todo correr hacia Dios, pero se siente como una niña pequeña.  Sabe que esto no está en su poder, por lo tanto, Dios se humilla hacia ella y la une consigo de manera….. aquí debo callarme porque lo que alma experimente, no sé describirlo.

768            Es una cosa extraña que aunque el alma viviendo esta unión con Dios no sabe darle una forma exacta ni definirla, no obstante, al encontrar otra alma semejante, las dos se entienden mutuamente en estas cosas a pesar de no hablar mucho consigo.  El alma unida a Dios de este modo reconoce con facilidad a otra alma semejante, aunque (182) aquella no le revele su interior y sólo hable normalmente con ella.  Es una especie del parentesco espiritual.  No hay muchas almas unidas a Dios de este modo, menos de lo que pensamos.

769            He notado que Dios concede esta gracia a las almas por dos razones:  la primera es cuando el alma ha de cumplir una gran obra que absolutamente supera sus fuerzas, humanamente hablando.  En el segundo caso, he notado que Dios la concede para guiar y tranquilizar a las almas semejantes, aunque el Señor puede conceder esta gracia cómo le agrade y a quién le agrade.  He observado esta gracia en tres sacerdotes.  Uno de ellos es sacerdote seglar y dos son religiosos, y dos religiosas [recibieron esta gracia], sin embargo no en el mismo grado.

770            En cuanto a mi, he recibido esta gracia por primera vez y por un brevísimo momento a la edad de dieciocho [256] años, en la octava de Corpus Cristo, durante las vísperas, cuando hice a Jesús el voto perpetuo (183) de castidad.  Vivía aun en el mundo, pero poco después entré en el convento.  Esta gracia duró un brevísimo momento, pero la potencia de esta gracia es grandísima.  Después de aquella gracia hubo un largo intervalo.  En verdad, durante ese intervalo recibí del Señor muchas gracias, pero de otra índole.  Fue un periodo de pruebas y de purificación.  Las pruebas fueron tan dolorosas que mi alma experimentó un abandono total de parte de Dios, fue sumergida en grandes tinieblas.  Noté y comprendí que nadie lograría liberarme de aquellos tormentos y que no podían comprenderme.  Hubo dos momentos en que mi alma fue sumergida en la desesperación, una vez por media hora, otra vez, por tres cuartos de hora.  En cuanto a las gracias, no puedo describir exactamente su grandeza, lo mismo se refiere a las pruebas de Dios.  Aunque usara no sé qué palabras, todo eso seria una pálida sombra.  Sin embargo el Señor me sumergió en estos tormentos y el Señor me liberó.  Eso duró un par de años y recibí nuevamente esta gracia excepcional de la unión, (184) que dura hasta hoy.  Sin embargo también en esta segunda unión hubo breves pausas.  No obstante, desde hace algún tiempo, no experimento intervalos, sino que me sumerge [la gracia] cada vez más profundamente en Dios.  La gran luz con la que es iluminado el intelecto, da a conocer la grandeza de Dios, no para que conociera en Él los distintos atributos, como antes, no ahora es de otro modo:  en un solo momento conozco toda la esencia de Dios.

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