La higuera seca.
20 Pasando de madrugada (1), vieron que la higuera se había secado de raíz.
21 Y acordándose Pedro le dijo: Rabbi, mira, la higuera que
maldijiste se ha secado.
22 Y respondiendo Jesús, le dijo: Tened fe en
Dios.
23 En verdad os digo que si alguno dijere a este monte: Quítate
y arrójate al mar, y no vacilare en
su corazón, sino que creyere que lo dicho se ha de hacer, se le hará.
24 Por
esto os digo, todo cuando orando pidiereis,
creed que lo recibiréis y se os dará.
25 Y cuando os pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien perdonadlo primero, para que vuestro Padre que está en
los cielos os perdone a vosotros vuestros
pecados (2).
26 Porque si vosotros
no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
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(1) San Mateo (21-21), que gusta de referir
los hechos sucintamente, dice que la higuera se secó enseguida.
(2) El perdón de las ofensas, la paz con
nuestros hermanos, es la condición para lograr
la paz con Dios. Grave enseñanza para los rencorosos.
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