La piedad popular ha imaginado miles de maneras el instante único en el que Jesús resucitado y María se reencuentran. San Vicente Ferrier nos describe una escena grandiosa, donde María tiene su lugar entre las grandes figuras del Antiguo Testamento:
“Cristo le cuenta a María lo que ha hecho en el infierno, cómo ha encadenado a Satanás y presenta a su Madre a los patriarcas que lo acompañan; todos la saludan con una inclinación profunda.
Les dejo pensar cuáles fueron los sentimientos de Adán y Eva cuando dicen a la Virgen María: “Bendita seas tú hija nuestra y Nuestra Señora, tú, de la cual hablaba el Señor, cuando le dijo a la serpiente: “Enemistad pondré entre ti y la mujer”, Eva agrega “Por culpa mía se cerró el paraíso, pero tú, plena de gracia, tú lo has abierto nuevamente” Cada Profeta le decía: “Yo profeticé de ti, aquí o acá en mi libro”, todos la aclamaban diciendo “Tú eres la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel, el honor de nuestro pueblo”.
La Virgen los saludaba (…) Los ángeles cantaron nuevamente “Reina del cielo, alégrate”.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario