En el año 1632, las monjas del convento de Nuestra Señora de la Anunciación, en Haguenau, Alsacia, se vieron obligadas a abandonar su monasterio, huyendo de los suecos que invadían el país. Pero antes de salir, pusieron a los pies de la estatua de la Virgen, sus bienes más valiosos y le pidieron que cuidara de su convento.
Sin embargo, la imagen de María se puso a llorar. Al ver este milagro, las religiosas entendieron que su querida protectora quería partir con ellas al refugio. Por lo tanto, se la llevaron con ellas a Porrentruy, Suiza.
Dos años más tarde, en 1634, las pobres religiosas de la Anunciación se vieron nuevamente amenazadas, los suecos estaban a las puertas de Porrentruy. Postradas a los pies de su augusta madre, le suplicaron por la liberación de la ciudad y la suya propia. En la mañana, al amanecer, vieron aparecer una nube en forma de manto azul en el mismo lugar donde estaban los puestos de avanzada del enemigo, que había desaparecido como por encanto, llevándose consigo su devastación y sus ruinas
¡Era el 25 de marzo, festividad de la Anunciación!
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