Durante la Pascua, meditamos mucho en los relatos de las apariciones de Jesús resucitado, pero hay un personaje que parece olvidado, o más bien discreto en su silencio… la Virgen María: ella es mencionada antes – al pie de la Cruz, después – en el Cenáculo en Pentecostés. Las Escrituras parecen poner un velo en el reencuentro emocionante entre la Madre y el Hijo vencedor de la muerte.
San Juan Pablo II no duda en evocarlo: “Es impensable que la Virgen, presente en la primera comunidad de discípulos, haya sido excluida de aquellos a los que su Hijo encontró cuando resucitó de entre los muertos. Al contrario, es muy probable que la primera persona a quien Jesús resucitado se le apareció haya sido su madre. Su ausencia del grupo de mujeres que se rindió a la tumba al alba puede constituir un indicio de que ya había visto a Jesús. El carácter único y especial de su presencia en el Calvario y de su unión perfecta con su Hijo en sus sufrimientos sugiere una participación particular en el misterio de la Resurrección.”
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario