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En los últimos años se divulgan cada vez más temas esotéricos, mágicos y supersticiosos en los medios de comunicación, con un lenguaje pseudocientífico y misterioso que confunde a no pocos incautos. A diario se ven cada vez más documentales de divulgación científica y programas “testimoniales” que presentan como investigaciones serias lo que es simple charlatanería y superstición.
Para comprender la complejidad de este fenómeno, Iberoamérica Central de Noticiasha entrevistado al investigador uruguayo Miguel Pastorino, docente de Filosofía y miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), quien actualmente conduce un nuevo programa en Radio El Espectador (Bajo la lupa), donde ha abordado algunos de estos temas con una mirada crítica y esclarecedora.
– ¿Cómo surge su preocupación y crítica al fenómeno de los documentales pseudocientíficos?
– El fenómeno no es nuevo, desde los años 60 se ha extendido por occidente una renovación en el discurso ocultista y esotérico, usando el lenguaje de la ciencia para lo que antes sólo eran aspectos marginales de la religiosidad. Ahora la pseudociencia se presenta con aires de pensamiento innovador y abierto, tildando de“posturas dogmáticas” a cualquier crítica que se haga con fundamentos a la charlatanería.
Esta ideología en la que se disuelve la frontera entre la ciencia y la religión, la magia y la medicina, la fantasía y la psicología, ha colonizado las librerías con incontables volúmenes de autoayuda. Ahora el psicólogo-gurú es el nuevo formato de mesías buscado por las mentes necesitadas de un especialista que se ocupe del alma en forma holística.
Por otra parte, en mis catorce años de ejercicio de la docencia con jóvenes y adolescentes, veo con qué avidez e ingenuidad miran programas que hablan de espíritus, fenómenos paranormales y extraterrestres. Incluso comentan que sus padres también creen en los “científicos” que salen en TV o en radio hablando de vidas pasadas, civilizaciones subterráneas de alienígenas, y comunicación con difuntos, entre otros temas. Muchos de estos programas prestarían un mayor servicio a la sociedad, si luego de entretener con historias misteriosas, contaran la verdad que hay detrás de muchos de sus mitos.
– En su último programa usted habló del famoso tablero Ouija o del popularmente conocido “Juego de la copa”. ¿Por qué decidió dedicar una columna a este tema?
– En realidad incluyo cada semana una columna llamada “Mitos y leyendas” para abordar una lista interminable de temas de este tipo, a la luz de la historia o de la investigación científica, para ofrecer una visión crítica en temas donde no es“políticamente correcto” decir algo en contra.
En cuanto a los juegos de invocación de espíritus, en los últimos años me han pedido hablar del tema en varios colegios y ya no es simplemente una diversión para los jóvenes. Hay una gran ausencia de conciencia crítica, también en muchos adultos.
– ¿Qué otros temas piensa abordar en los próximos programas?
– En este mes tendremos un invitado especial, un gran investigador del fenómeno OVNI, Milton Hourcade, quien publicó en sus libros una gran cantidad de documentos que demuestran el origen del mito extraterrestre como producto de la Guerra Fría. Evidencia con documentos de la CIA los experimentos que se hicieron durante esos años. Se provocaban “avistamientos” con naves que no venían del más allá, sino del más acá.
Aunque no se puede negar la hipótesis de vida más allá de nuestro planeta, lo cierto es que no hay evidencia alguna desde la investigación científica. Todo lo que hay es pura ficción o fenómenos en el cielo que se interpretan en una misma línea, sin una real investigación. Abordaremos también temas históricos, pseudociencias y pseudoterapias, donde no siempre tenemos información confiable.
– ¿Por qué cree que en los medios tiene tanto espacio la pseudociencia y el pensamiento mágico?
– Hay varias razones y no creo saberlas todas. Hay cuestiones de orden económico, de interés de la audiencia, y de un gran desconocimiento del problema. Pero creo que la crisis cultural ha banalizado los contenidos y cuando se jerarquiza el valor de un programa por lo “entretenido”, es un síntoma de que no interesa de qué se hable, ni cuán verdadero sea lo que se dice. En muchos ámbitos la verdad no importa, lo que importa es pasarlo bien.
Como bien lo expresa Vargas Llosa en su libro La civilización del espectáculo, la frontera que separaba el periodismo serio de otras cosas, se ha ido perdiendo. Hoy en un programa te entrevistan en un mismo bloque a un médico neurólogo junto a un vidente y a un chamán. El imperio de lo efímero, de la banalidad, de lo light, sigue colonizando las mentes y a muchos no les preocupa el contenido que se vuelca, siempre que guste al consumidor. Aunque me pregunto si la gente consume tanta telebasura y charlatanes porque quiere o porque es lo único que le ofrecen. Si nos dan algo mejor para probar, tal vez cambiemos de parecer.
– ¿Cuál es, según su parecer, el camino para crear conciencias más críticas?
– El tema es inabarcable y los caminos son muchos, especialmente en los ámbitos educativos. Pero en lo que se refiere a los medios, hay que reconocer que ya existen iniciativas muy buenas, pero son pocas. Los programas radiales o televisivos que priorizan el contenido, el pensamiento y la reflexión serena, no abundan. No es novedad que los medios crean cultura, y esa es una gran responsabilidad. Hablamos de la crisis educativa limitándola a las aulas y nos olvidamos de revisar los espacios donde la mayoría de la gente forma su pensamiento y su opinión.
Invertir en educación para mejorar la sociedad no es solamente mejorar las escuelas, sino promover la cultura, especialmente en los medios más masivos. Los docentes podemos ayudar a los jóvenes a saber discernir, a mejorar los criterios para elegir el contenido que se busca en Youtube o en otras redes sociales. Pero contar con una mayor producción de buen contenido, sin que tenga que ser aburrido, haría un gran bien a la sociedad.
– ¿En qué cosas concretas se vería un cambio?
– Claramente hay cada vez más violencia, incomprensión y discriminación, por pura ignorancia. Cuando no se educa en la comprensión de lo diferente, cuando no se ayuda a ensanchar el horizonte mental, sólo formamos técnicos, pero no personas. En cada vez más empresas se ve la necesidad de capacitar a la gente en competencias básicas o habilidades sociales. ¿Por qué? Es claro que hay capacitación técnica de sobra, pero hay una gran carencia de valores, de humanidad en nuestras relaciones cotidianas.
Las personas, cuanto más cultivadas están en todos los aspectos de su vida, tienen una mejor calidad de vida, son menos manipulables y son capaces de relacionarse con una mentalidad más amplia y crítica respecto a las cosas que ven, escuchan o leen. Entender la educación como una mera instrucción, con una visión estrecha e instrumental, sólo nos lleva al empobrecimiento cultural y a una deshumanización progresiva.
– ¿En qué consiste la nueva propuesta en la que está trabajando?
– En realidad comenzamos con algo muy pequeño, un programa semanal, de dos horas, donde buscamos abordar temas que ayuden a pensar más críticamente y también a vivir mejor. Desde la salud mental, las relaciones humanas, el trabajo, la familia y la educación, hasta las problemáticas globales de las que solo escuchamos titulares, pero no siempre tenemos oportunidad de profundizar para comprender mejor el mundo en que vivimos.
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