Un hermano marista cuenta: “Durante la guerra civil española, un sargento leía en voz alta un artículo de una revista que atacaba la virginidad de María. Yo invoqué a María diciendo: “Madre mía ayúdame” y le arranqué la revista diciéndole: “Es una sarta de mentiras y de calumnias contra la Virgen”. ¿Quién eres tú?- me preguntó: “Un campesino” – “Pues bien hay cosas que tú no comprendes en agricultura; es la misma agua que riega todas las plantas; se les pone el mismo abono, y por lo tanto hay unas que son dulces y otras amargas, hay unas que tienen un color y otras otro. Y tú, hombre, animal, tú comprendes aún menos las cosas de la religión”.
Se puso furioso y me dijo: “Tú eres un cura”. – “No, yo soy católico, dispuesto a defender mi religión frente a todos” – “Si hubieras dicho eso antes (estábamos al final de la guerra) y hubiésemos estado solos te hubiera matado”.
Un teniente comunista me dijo: “Sabemos que eres hermano marista, te has portado bien con los soldados más humildes y los más despreciados, has sido muy valiente así que, nosotros, los oficiales, hemos prometido defenderte de ese sargento…” Y cumplieron su promesa: la Virgen que yo había defendido, me protegió…
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