“La devoción mariana tiene en la orden dominica una larga y sólida tradición. (…) Los hermanos predicadores (Dominicos) llaman a la Madre de Dios Reina de la Misericordia (más frecuentemente que Madre de la Misericordia) Patrona de la Orden, protectora, maestra y educadora amada, Abadesa de la Orden (…).
Cuenta la historia que una ermitaña en Lombardía había oído mucho hablar de la nueva Orden y deseaba ver a un hermano. Un día, efectivamente dos hermanos se presentaron a la puerta de su ermita y platicaron con ella de cosas espirituales. Pero ella los despreció, pensando: son muy jóvenes, muy guapos, muy bien vestidos. ¿Cómo pueden ir por el mundo sin caer en trampas?
La noche siguiente, la Madre de Dios se le apareció, con aire ofendido le hizo reproches. La ermitaña le preguntó la razón recibiendo esta respuesta: “¿No crees que yo protejo a esos hermanos que van por el mundo buscando la salvación de las almas?” Ella abrió su manto bajo el cual se escondían los dos hermanos que la ermitaña había despreciado la víspera.
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