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viernes, 29 de abril de 2016

Papa Francisco: El cristiano debe caminar en la luz y no en la mentira del demonio

El Papa en Santa Marta. Foto: L'Osservatore Romano
El Papa en Santa Marta. Foto: L'Osservatore Romano
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VATICANO, 29 Abr. 16 / 04:56 am (ACI).- El cristiano es portador de luz y por ello no puede tener una doble vida que sea un anti testimonio ante los demás. Es la reflexión que el Papa Francisco hizo hoy en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, en la que recordó que el padre de la mentira es el demonio.
"Si decimos que no hemos pecado, hacemos de Dios un mentiroso”, subrayó Francisco al tiempo que dijo: “Si tú dices que estás en comunión con el Señor, caminas en la luz... pero ¡la doble vida no!, ¡eso no!”.
“Esa mentira que estamos acostumbrados a ver, también a caer nosotros en ella... Decir una cosa y hacer otra, ¿no? Siempre la tentación… Nosotros sabemos de donde viene la mentira: en la Biblia, Jesús llama al diablo ‘padre de la mentira’, el mentiroso. Y por eso, con mucha dulzura, con mucha mansedumbre, este abuelo dice a la Iglesia ‘adolescente’, a la Iglesia joven: ‘¡No seas mentirosa!, debes estar en comunión con Dios, caminar en la luz. Haz obras de luz, no digas una cosa y hagas otra, no a la doble vida y todo eso”, dijo al comentar las lecturas de la liturgia del día.
El Papa comentó el Evangelio de San Juan y explicó que Jesús define como “ligero” su yugo, por eso pidió que si alguno peca no se “desanime”: Tenemos un Paráclito, una palabra, un abogado, un defensor ante el Padre: es Jesucristo, el Justo. Él nos justifica, Él nos da la gracia”.
“El pecado es feo, pero si tú has pecado, mira que te esperan para perdonarte siempre”, porque “Él, el Señor, es más grande que nuestros pecados”, añadió.
Por otro lado, el Pontífice manifestó que “la misericordia de Dios es la grandeza de Dios”.
“Caminemos en la luz, porque Dios es la luz. No tengamos un pie en la luz y otro en las tinieblas. No seamos mentirosos”. “Todos hemos pecado, ninguno puede decir ‘este es un pecador, esta es una pecadora y yo, gracias a Dios, soy justo’. No, sólo uno es Justo, aquél que ha pagado por nosotros. Y si alguno peca, Él nos espera, nos perdona, porque es misericordioso y sabe bien de que estamos hechos y recuerda que somos polvo”.
Al concluir, el Santo Padre pidió que el Evangelio “nos lleve a la sencillez y a la transparencia de la vida cristiana, sobre todo cuando nos dirigimos al Señor, con la verdad”. 
Lecturas comentadas por el Papa:
Primera lectura
I Juan 1:5--2:2
5 Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna.
6 Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad.
7 Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.
10 Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros.
1 Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
2 El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Evangelio
Mateo 11:25-30
25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28 «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

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