María llegó "a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo "(...).
"María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a casa." Si bastó con la visita de María y su saludo para que el niño sobresaltara de alegría, y que Isabel, llena del Espíritu Santo, profetizara lo que el Evangelio nos relata, si sólo una hora trajo tan grandes transformaciones, sólo nos queda imaginarnos qué progresos Juan habrá hecho durante los tres meses en que María estuvo al lado de Isabel, su madre.
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