Queridos amigos
Mateo le recuerda a su comunidad esta actitud del Maestro: “Jesús reprende a los pueblos donde más milagros había hecho, porque no se han convertido”.
Ser cristiano es una gracia de Dios muy grande, es una elección, es un honor muy grande llevar el nombre de cristiano; hasta podemos pensar que ser cristiano es como una condecoración que nos han dado por méritos obtenidos, e incluso creer que somos más que los que no lo son, que Dios nos mira con más benignidad y que ya tenemos el cielo asegurado. También los pueblos de Corazín, Betsaida, Cafarnaúm estaban orgullosos de los milagros obrados por Jesús, y sin embargo el Señor los reprendió porque no se habían convertido, es decir no habían dado fruto.
.Ser cristiano es una gracia, un don, pero tiene que fructificar. Jesús dice: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”. Ser cristiano es una responsabilidad y un compromiso que dura toda la vida. Y toda la vida debemos dar los frutos que Dios espera de cada uno de nosotros. Y al final de nuestra vida nos preguntarán si hemos sido responsables obrando conforme a los dones y gracias recibidos. Al final ni privilegios, ni honores, ni condecoraciones, sino obras. Y ¡cuidado!, no compararse con nadie, puesto que Dios reparte sus dones como quiere y a quien quiere.
Vivir así nos pide una conversión permanente, una actitud de escucha y respuesta en cada situación y circunstancia de nuestra vida, un estar atentos a los signos de los tiempos. Nunca podemos decir ¡ya es suficiente!, ¡ya hago bastante!, ¡ya soy bueno! Jesús invitaba a la gente diciendo “sígueme”, “ven conmigo” es decir, camina tras mis pasos. Recorrer un camino lleva consigo incertidumbre, riesgo, sorpresas, tropiezos, caídas, nubarrones, tormentas, cansancio… Caminar es renunciar a la comodidad, la rutina, el egoísmo, el cansancio…; y siempre con los ojos puestos en la meta.
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