Yo pasé varios meses en una prisión comunista sin haber sido acusado de nada. El jefe de la policía inspeccionó la prisión; entró en mi celda y me hizo las preguntas de costumbre sobre mi instrucción y la evolución de los comunistas. Luego añadió:
- Tengo algo que decirte, escucha… Ayer, haciendo la inspección de las familias de mi barrio, me encontré con una madre en lágrimas frente a su bebé de dos años que se estaba muriendo. Entonces, le dije: "Tráeme un poco de agua, te voy a curar a tu hijo." Desconfiada, y sin quitarme los ojos de encima fue y volvió con un vaso de agua. Vertí el agua sobre la cabeza del bebé, diciendo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."
- ¿Por qué has hecho esto? Le pregunté, sorprendido. – Lo he aprendido a hacer en el colegio, y a mí, como pagano, siempre me llamó la atención, me refiero a la facilidad de enviar a los niños pequeños al cielo.
- ¿Lo has hecho a menudo? - Sólo dos veces. - ¿Cómo es que eres un comunista? - Si queremos vivir y mantener la familia, hay que estar con aquellos que son los maestros, pero no me gusta su forma de pensar, de juzgar, de enseñar, de actuar.
- Te lo garantizo. Rezaré por ti y que María te proteja
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario