LO ANORMAL SE CONVIERTE EN DESEABLE, LUEGO NEUTRO Y FINALMENTE NORMAL
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, denunció la extensión de una cultura que promueve el vicio de la fornicación, esto es, «tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio». Como ejemplo de esa cultura cuestionó la difusión mediática de «los casos de fornicación que se dan en el mundo de la farándula» y también la entrega de 450.000 preservativos destinados a la Villa Olímpica en los JJ.OO.
(El Día/La Nación/ InfoCatólica) En una columna de opinión publicada por el diario El Día, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, ha denunciado que existe una «cultura fornicaria» que banaliza «la unión entre el hombre y la mujer»,
El arzobispo de La Plata ilustró con dos ejemplos su denuncia. Por una parte, la difusión en diarios y revistas de los casos de «fornicación en el mundo de la farándula», con la divulgación de sus «escarceos, idas y vueltas, traiciones y arrepentimientos, cada tanto algún rumor de embarazo que no se confirma», considerado como "moda" o "normal".
Por otra, el envío antes de los Juegos Olímpicos por el Ministerio de Salud de Brasil a Río de Janeiro de «450.000 preservativos destinados a la Villa de los Atletas, donde se hospedaban 10.500 deportistas de todo el mundo, más los técnicos». La preparación de las pruebas «impone, como es lógico, abstinencia, pero después de cada competición», cuestionó el arzobispo, se considera también que lo normal es la fornicación.
Consecuencias de la banalización del sexo
«La deshumanización del eros, que por su propia naturaleza es carnal y espiritual, comienza con el descarte del pudor, de la honestidad, de la modestia, del recato», dijo el religioso.
La banalización del sexo implica también una «confusión fatal acerca del amor: no es éste una mera efusión sentimental, ni la sola atracción física, sino especial y esencialmente un acto electivo de la voluntad, en el que se ejercita en pleno la libertad, una libertad lúcida, consciente», en la que «la seducción de la belleza, por cierto, cumple su papel», y que, para ser propiamente humana es para siempre, preparada «para el respeto mutuo, la amistad sin fingimiento, la disposición a afrontar juntos -él y ella- las dificultades de la vida tanto como las infaltables alegrías». Es entonces, dice Mons. Aguer, cuando cobra sentido la unión sexual de un varón y una mujer.
Como parte de «la banalización del sexo», que «comienza cada vez más temprano», fustigó «el negocio de los anticonceptivos» por ocultar la «sabia disposición de la naturaleza que ordena en la mujer los ritmos de la fertilidad». También condenó la «fornicación contra natura, ahora avalada por leyes inicuas que han destruido la realidad natural del matrimonio». En ese sentido, señaló que existe una «discriminación de los antidiscriminadores» y rechazó la adopción de niños por parte de matrimonios igualitarios.
«Los enciclopedistas del siglo XVIII se horrorizarían de semejante atentado a la razón», dijo el arzobispo de La Plata al respecto, y finalizó: «Tengo pleno respeto por las personas concernidas en todo lo que he dicho y comprendo con cercanía y afecto sus conflictos, pero no puedo dejar de proclamar la verdad».
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