Queridos amigos, paz y bien.
“Sois edificio de Dios”, comienza la segunda lectura de hoy, Dedicación de la Basílica de Letrán.
Aquí puedes ver algo de la historia de lo que celebramos este día. Qué importante es recordar eso de que somos edificio de Dios. ¡Cuántas personas no prestan atención a su salud! ¡Cuántos van al médico solo cuando es imprescindible, muchas veces, tarde! Hay que cuidar el Espíritu que llevamos dentro. Mente sana en un cuerpo sano…
Es que Jesús nos quiere atléticos, dispuestos a llevar a todos su mensaje. Iglesia en salida, dice el Papa Francisco. Es verdad que el templo es necesario. En todas las religiones hay lugares santos. Sitios donde es más fácil sentir la presencia de Dios, porque se intuye que hay Alguien más grande que nosotros. Hablamos de los santos a menudo. No siempre hablamos de los lugares santos, y por eso la Liturgia nos da pie para ello.
A algunas personas el templo les queda muy cerca. A otros, sin embargo les queda muy lejos. En Rusia, las distancias son muy grandes. A veces, hay que viajar más de hora y media para llegar a la iglesia. Demos gracias a Dios si nos queda cerca, y aprovechemos el tiempo de camino, preparándonos para la celebración, si nos queda lejos.
Hoy san Pablo nos da muchas claves para la vida. “Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.” En el templo afianzamos nuestros cimientos. Reforzamos lo que sabemos, recordamos lo que aprendimos y juntos en comunidad avanzamos.
Recordar la consagración de un templo nos permite pensar que la fe no se limita a las paredes de la iglesia. No podemos ser creyentes los domingos, de 12.00 a 12.45 o 13.00. Todo lo vivido allí debe movernos en nuestra vida diaria.
San Agustín recomienda: "Cuando recordemos la consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: “Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo”. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma". Y así podremos ser piedras vivas, que agrandan el Reino allí donde estamos.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C. M. F.
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