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martes, 29 de noviembre de 2016

MENSAJES EL TRIUNFO DE LA INMACULADA TOMO 2.


18-10-09 
 
Jesús: ¡Yo lo quiero! ¡Yo lo quiero! ¡Yo lo quiero! Dios lo quiere, hija: quiere ese Libro. Quiere la publicación de ese Libro. (Me pregunto cómo yo he dudado tanto y a veces dudo) Porque tu don no hemos querido hacerlo más visible o sensible. Hemos querido que merezcas más así y sea más fuente de confianza en Mí. Su validez o su valor hemos querido darlo por otro lado, más por señales para quienes te estudian que para ti, que hemos querido que vivieras más de fe. Nos hemos complacido en que merezcas. Porque si Yo me aparezco a ti en visión sensible y te ordeno esto mismo, tendrías menor mérito. Sería más fácilmente creíble para ti y para todos y por lo tanto aceptado sin problema y rápidamente. Pero no. Yo he querido probaros.  Y he querido probaros también en perseverancia. En fe, esperanza y perseverancia en ambas virtudes. Para haceros dignos depositarios de este don. Mira tu don que, para ti, es a nivel intelectual. No es a nivel sensible. Tú, a nivel sensible no notas prácticamente nada, porque a Mí me ha parecido bien así. ¿No te gusta? Yo me complazco en dar mis Dones a nivel variado. Así tenéis de unos y de otros. 

Pero todos dentro de lo mismo.  Otros profetas, cuando quise, oyeron y vieron. En ti es distinto. Porque quiero. Porque quiero, hija, porque quiero. No pienses que tú crees menos o que tú respondes menos. No, no es así. Mas bien es al revés, y Yo me complazco mucho en ti, sobre todo por tu perseverancia. Quisimos una profeta fuerte y perseverante, y te elegimos a ti. Porque a Mí me pareció bien y tú respondiste. Como ves, siempre eres controvertida. En uno y otro sitio. Ése también es un signo tuyo. Es el Demonio, que busca derribarte así, porque sabe cuán sensible eres al amor y cariño de los demás. Pero Yo, por su medio, te he hecho fuerte. Te he hecho más fuerte. Más fuerte, hija, más fuerte. Yo lo quiero. ¡Jesús!: no me hace falta verte para creerte. ¡Jesús! ¡Jesús: te amo! Sí, hija, sí hija... ámame. Yo te deseo. Yo deseo tu alma, al igual que la de todos los que, como tú, se han plegado a mis órdenes y han obedecido mi Voluntad, muchas veces sin verlo y en oscuridad.  Cuando mueras, verás el mérito que adquiriste en todos estos lances. ¡Sigue!, ¡sigue! Vas bien. Que no te desanimen los tropiezos. Yo camino contigo confiado en que vas a poder. ¡Vas a poder, hija!, ¡vas a poder!
20-10-09 
 
Jesús: Ah, hijos... ¡qué importante es no prestar oídos a Satanás! Eva lo hizo... y cayó hasta el fango. Después fue vehículo de él para Adán, que cayó también. No sed esclavos de Satanás ni sus transmisores de ideas. Sí, hijos, he dicho exactamente eso: Transmisores de ideas de Satanás. ¿Os parece fuerte? Muy bien, pues lo es. ¡Es fuerte, hijos!, ¡es muy fuerte! que Yo, mientras os prodigo en cariños, vosotros me deis la puñalada por la espalda. ¡No! No quiero que hagáis daño a ninguna de estas mis ovejas. Te bendigo. 
 En el autobús hacia Madrid: (Miraba a mi alrededor y me deprimía ver el ambiente, me recordaba al pecado) Jesús: ¡Hija, hija! mira hacia otro lado, porque ése no es tu mundo. Tu mundo es otro, tu mundo es conmigo. No te interesa el mundo de los sin-Dios, de los alejados de Dios. Sólo te interesa para rezar por ellos, no para pensar en ellos. Sí... actualmente os rodea ese mundo sin Dios. ¡Vosotros, mis ovejas, no tenéis ni tan siquiera que pensar en él! Vosotros, mis ovejas, pertenecéis a mi mundo, pertenecéis a mi redil. Haceos un ambiente sólo con los míos. A los demás no les interesáis. No frecuentéis sus lugares ni os metáis en sus conversaciones. No toméis parte con ellos. Intentarán arrastraros. 

Vosotros, vuestro mundo es el del sin-pecado; con amor, sin odio, sin rencor, sin querer sobresalir; el de la humildad, el de la entrega, el de las buenas relaciones y lo positivo; lo vivo, el de la vida, no el de la muerte. Es el de la pureza, no el de la impureza; el de la razón, no el del sentimentalismo. Es el del Amor, en definitiva: el del Amor. El que vive conmigo, no el que se vive sin Mí. Vosotros, sin Mí, sólo podéis daros eso, sólo podéis daros ese mundo tenebroso. En eso es en lo que resulta la vida sin Mí. ¡Vivid una vida conmigo! Frecuentad amistades, ¡uníos!, con todas mis ovejas, con todos los que son de los míos. Hay algunas de mis ovejas camufladas entre lobos y algunos lobos se han metido en el rebaño de mis ovejas. ¡Cada uno a su sitio! Si sois de los míos: ¡sedlo! Y si no sois de los míos, ¿qué hacéis en mi redil? ¡Fuera! Dejad a las ovejas pastar en los pastizales que son según mi Corazón. Iros con los vuestros.

Al pasar por un cementerio: ¡Oh, Dios mío, ¡quién estuviera ahí! Jesús: Pero esa no es tu parte. No quiero que formes parte con el mundo de los muertos. Quiero que tengas parte y entres en la tierra de los vivos. En todos los sentidos. Lo que Yo te pido es vida. ¡Sí! ¡Supérate! Vence ese pesimismo y ese desánimo.  ¡Quiero que vivas para dar vida! Aunque en ese dar vida tengas que morir. Mueres, pero para dar vida. Sí: no recuerdes, no recuerdes cosas de tu vida pasada, no. Ahora, lo que Yo te pido es mucho mejor. Se lo debes a tus hijos. Hazlo por ellos. Ellos esperan una madre animada y valiente, entregada y alegre. Dáselo. Lo esperan. Y así poder afrontar, durante su vida, todo lo que les echen. ¿Sabes, hija? si uno cuenta con una madre entregada, animada y valiente, te digo, hija y te aseguro, que durante su vida puede, podrá, hacer y realizar todo, prácticamente todo lo que le echen. Afrontar las cruces, derribar obstáculos, labrar él mismo su futuro, cumplir su misión. Prácticamente a un hombre sólo le hace falta una madre. 

¿Querrás tú ser ésa?, ¿querrás dársela? Puede faltar todo y remontarte. Pero si falta una madre, ¡qué difícil será al hombre remontarse! Qué difícil. Mi Padre me mandó al mundo para sufrir el Suplicio con una Madre. Sabe que un Hombre, sin una madre, no puede realizar nada. No puede realizar nada. Aunque cortos sean los años de estancia de esa madre con sus hijos en la tierra, lo que cuenta es tenerla y tenerla de calidad. Fíjate lo que te digo: aunque ese niño nunca conociera a su madre, pues murió en el parto, lo que cuenta es que la ha tenido, y la ha tenido de calidad. (Aquí se refiere a si esa madre es santa. Deja un poso en la familia y desde el Cielo ayuda) Mira, hija, si una madre no quiere ser madre, hasta puede asesinar al hijo. Tanta importancia le da Dios a la madre, que la hace depositaria de la vida. Si una madre tiene hijos y no ejerce, también es asesina: asesina de almas. ¡No!, ¡madres! : ¡Cumplid con vuestra misión! ¡Sed portadoras y dadoras de la vida! La vida crece en vuestras entrañas; luego la dais a luz y la cultiváis y la formáis durante toda la vida también. Sobre todo en los primeros años. ¡Oh, sed madres! El mundo os necesita.

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