14-09-2000
(Exaltación de la Santa Cruz)
Virgen: Hija mía, mira a mi Hijo clavado y escarnecido por ti. Hija mía, hoy multiplico, más que nunca, mis apariciones y manifestaciones, y congrego a los míos y los reúno en torno a Mí, preparándolos para el día final. Los míos, mis ovejas, reconocerán mi Voz y, a la llamada de su Pastora, acudirán dejándolo todo y obedeciendo mansamente mis órdenes, que se os dirán para indicaros el camino, a dónde ir y qué hacer en los días de oscuridad. Mi Corazón de Madre no puede contener tanta tristeza por todos los que, no queriendo oír, serán condenados. ¡Ayúdame a salvar al menos a unos pocos ahora, antes de que se cierre del todo mi Corazón (el Refugio)! Construid, con vuestros sacrificios, los pilares donde Yo pueda basarme para ofrecerle al Padre razones de peso para que no condene a toda la humanidad, y quiera dejar al menos unos pocos.
Necesito vuestra oración, pero también necesito vuestro sacrificio. Unido al de Cristo, forma un argumento potentísimo para aplacar la Ira Justa de Dios contra su infame pueblo. ¡Oh pobres hijos!, ¿por qué?, ¿a dónde habéis llegado? Desesperada voy por la tierra, errante, buscando almas puras y buenas, sencillas, amantes de Dios, ¡y apenas encuentro pocas, poquísimas! Ayudadme, para que pueda aumentar el número de los que oigan mi Voz. Aunque sepáis que vosotros ya estáis salvados, ¡tened compasión de vuestros hermanos!, no os quedéis cómodamente en vuestro Refugio ya, esperando, antes coged a unos pocos. Necesito 221, ya os lo he dicho, más que nada vuestro sacrificio. ¡Redoblad los esfuerzos!, ¡seguid!, ya no queda casi tiempo. ¡Vamos! Yo os doy las Gracias en Nombre de mi Hijo, y os bendigo para los siglos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
19-09-2000
Jesús: Como se manifiesta un huracán, un fuerte viento a los hombres, viene y de improviso les sacude el rostro, les desparrama el sembrado, la cosecha, les vuela los enseres y sólo les queda tiempo de refugiarse su propia persona, he aquí que así vengo. Margarita, vengo, y no dejaré piedra sobre piedra de todas vuestras obras de muerte. Vengo y sólo quedarán los que me amen. No, no temas. Tú has de estar atenta para avisar al resto. Diles que vengo y no tardo. Que preparen sus lámparas de aceite,222 que se unjan la cabeza con perfume, que preparen sus vestiduras para venir al encuentro del Novio (Esposo), que les llama. Yo les llamo a cada uno por su propio nombre, tan querido y amado por Mí, que llevo tatuado en las palmas de mis Manos,223
Yo les llamo: VENID, venid al encuentro del Esposo. ¿Estáis preparados? Ya vengo, con mi Fuerza y Majestad, rasgando las nubes del Cielo, ¿os he de encontrar preparados? Necesito que hoy, más que nunca, abandonéis todo lo-que-no-es-Dios, más radicalmente, más a fondo, todavía más, para que así Yo pueda manifestarme en vosotros. Necesito poder así manifestarme en vosotros, que mi Santo Espíritu se manifieste en vosotros y a través vuestro. Entrad a vivir plenamente la vida de la Gracia para la que fuisteis destinados. Que los demás vean mis prodigios a través vuestro, el primero de todos y más grande será la transformación de vuestros corazones. No podéis estar inactivos, necesito en vosotros la fuerte actividad que nace de mi Espíritu. Necesito un corazón activo, ardiente, que busca sólo y sobre todo, en cualquier momento, la Gloria de Dios. Esa actividad que nace del Amor. Y veréis mis prodigios a través de vosotros. ¡Benditos días!, sí, bendecid -no maldigáis como los demás lo harán- los días de la Ira de Yahveh. ¡Benditos días!, porque terminarán vuestra purificación y podré por fin encontrarme con vosotros según había sido mi deseo desde siempre. ¡Fuertes!, ¡fuertes!, ¡permaneced fuertes!, hijos. El huracán ya llega. Estudia, escudriña los Tiempos para que puedas guiar, guiar al Resto por el camino de la oscuridad, que Yo iré abriendo para ti.
28-09-2000
Virgen: Soy María, la Madre de la humanidad, la Nueva Eva, la que destronó al Maligno y lo sometió al abismo. Soy María, la Madre, María Madre, Madre del Redentor y Salvador, la que lleva en su pecho las siete espadas clavadas, la que lleva en su alma la salvación del género humano, su Redención. Soy María, tu Madre y vuestra Madre, la que no os abandona, aunque todos os abandonaran, la que nunca teme y siempre alienta, la que os alimenta con el Pan de Vida y os da el Agua de Vida, la que de sus pechos saca el Agua que os sacia la sed inmensa de vuestras pobres bocas, la sed de Dios. La que os da la Vida, la que os ha dado al Amor. Por medio de la cual vino la salvación al mundo; la Mujer, la Nueva Eva. Soy María, tu Madre y Madre de todos. Yo Soy la que había de venir para que de mi Seno se Encarnase el Verbo, Soy la que esperabais. Y mirad que ahora también vengo, precediendo a mi Hijo en esta su Segunda Venida a la tierra desde los Cielos. Gloria al Creador, Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu. Amén.
Vengo y me comunico a ti, a ti y a tantos que, como tú, prestan su oído, prestan su voz, su tiempo, que se vuelve oro al dármelo y dárselo a Dios para esta misión: proclamad el Reino, el advenimiento del Reino del Padre, del Hijo y del Paráclito Espíritu por los siglos, para esta tierra, bendita por Dios y maldita por Satanás. Vengo y os digo: arreglad vuestras vestiduras, engalanaos como una novia se engalana para su Novio, pues el Señor está cerca, viene con su fuerza y Majestad, rasgando las nubes del Cielo. Sí, os digo: sed cautos, el Demonio os ronda y pretende engañaros. Llegará un momento que ni siquiera vosotros creeréis que esto que yo comunico a mi niña es cierto y viene de Dios Que nadie escandalice aquí su corazón. Yo hablo, porque el Señor quiere, porque a El le ha parecido bien, y Yo comunico lo que son sus Deseos e intervengo para que se cumplan sus designios amorosos para con el Resto de Israel. La Hora es pesada como plomo, la Hora es tremenda, horrible para algunos. Los infieles tendrán parte con los cerdos en la piara, en lo más inmundo de Israel, y ése será su merecido. ¡Oh mis fieles! ¡Venid!, ¡venid a Reinar Conmigo!, ¡venid a aplastar Conmigo la cabeza de la Serpiente!
221 Yo pensaba en que teníamos que hacer apostolado. Ella me dice que el sacrificio ofrecido por las almas es el arma más potente.
222 Cfr. Mt 25,1-13; Lc 12,35.
223 Cfr. Is 49,16.
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