30-01-2002
Jesús: Margarita, escribe esto que quiero decirte con respecto a mis ministros: Uno solo es el Señor ... Sí, Glorifica a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Uno solo es el Señor, y sólo a El daréis culto.421 Vuelvo la vista y ya habéis dejado el Templo del Dios Vivo y Verdadero y os habéis ido a adorar a otros dioses, dioses de barro. Pensad: las criaturas, el tener, la codicia del dinero y del placer, el culto al yo, el culto al tú. La admiración por sus criaturas y no por el Creador. Fuisteis a rendir tributo y oblaciones a todos esos dioses que os encontráis fuera del Templo del Dios Vivo y Verdadero. Porque es allí donde habéis establecido vuestra morada; fuera, los llamados a permanecer, para siempre, en los atrios y en la Casa del Señor. ¿Tanto os necesitan?, ¿tan buenos sois y tanto podéis darles? Permitidme que os diga: ¿Yo voy con vosotros?, ¿me lleváis? Si no es así, pensad, decidme: ¿Cuál es la plenitud a la que estáis llamando a mis ovejas? ¿Es la plenitud de la Vida, la Verdadera Vida en Cristo? Mirad que no sé a quién predicáis y no sé lo que buscáis.
Sois como ciegos guiando a otro ciego. Le dices: “Hermano, yo te amo, ven hacia la Luz”, pero no podéis ver la Luz, y juntos caéis hacia el abismo. ¿Creéis que al hermano desvalido, pobre y olvidado le llena vuestro pobre amor de criatura? Perdonadme, permitid que os pueda decir: ¡no! ¿Qué puede llenar un hombre, y un hombre vacío? ¿Qué puede dar sino vaciedad y vaciedad, y cuando no podredumbre de la descomposición de las malas obras acumuladas unas sobre otras, sin confesar? ¡Ah, qué importante la pulcritud de vida, la limpieza, la blancura y la pureza, la castidad de obras y palabras, de pensamiento y de corazón, ¡cuánto más de alma!! ¡Qué olvidado lo tenéis hijos, hijos míos!, ¡qué olvidado! Pensáis que vosotros, como no habitáis con mujer, ya os veis libres de caer en la impureza. Pero Yo os digo que ni vuestro corazón está limpio, no está sano ni el mínimo resquicio de vuestro corazón, no encuentro un lugarcito, no lo encuentro, porque os habéis llenado de mundo, cuando no del Demonio y la carne. Sois templos de Satanás. Hijos, donde habita el pecado, habita Satanás. Ya lo sabéis: ¡¡predicadlo!! ¡¡Cumplidlo!! ¿Para qué tantos años de formación y estudio? ¿Para qué tanta preparación, si sólo os sirvió para condenaros y condenar? ¡Mirad! ¡Debéis oír! ¡Debéis oír! ¡Bajaos de ese pedestal! ¡Os ha encumbrado Satanás! ¡Bajaos! ¿No os dais cuenta? ¡Pobres hijos míos encaminados al abismo, y que con ellos llevan a tantas almas! Condenados condenantes ..., terrible misión, horroroso, horrible suplicio.422
¿Qué hacemos? Ante todo pedid. Después, sacrificaos. Y, sobre todo, llevad una vida pulcra, donde no quepa el odio y el rencor, la impureza de corazón y de vida, donde no quepa el tener sino el Amor y la Confianza en Dios. Por último y sólo si es necesario: corregid y, si no surte efecto, no se deshiela, ¡rezad, rezad y sacrificaos! ¡Pobres hijos míos que se condenan y que con ellos llevan a tantas almas! ... Que sepas que Yo no puedo consentir, y vive Dios que no lo haré y ya falta poco, en que sigan erigiéndose en dioses y desde mis púlpitos prediquen la condenación, y la condenación eterna. Yo voy a derribar de las alturas a tus soberbios orgullosos y no reinará más que mi Santo Nombre. No volverás a engreírte en mi Santo Monte.423 De súbito, cuando menos te lo esperes. Porque desoíste y desoíste y desoíste todos, absolutamente todos mis llamamientos. El demonio odia a los sacerdotes, él odia a los consagrados y a veces redobla de tal manera su acción sobre ellos que los tiene doblados, quebrados. Porque no se quisieron acoger a Mí, ni fiar en Mí. ¡Pobres hijos míos que condenan y condenáis! ¡Pobres hijos míos! ¿Querrás tú ayudarme para que esto no suceda, que al menos en gran número no se condenen, y haya al menos un Resto que se salve?
¡Oh, Sí, Jesús, Maestro mío! Colabora, hija, en la Redención. Y salva las almas para Cristo. No dejes de hacer nada, nada de lo que Yo te proponga. Séme dócil en todo, en todo, hija. Es importante. Están en juego muchas almas, la salvación de muchas, muchísimas almas. Amada mía, dime que lo harás. Sí, sí, Maestro mío, lo que Tú quieras. ¡Ah!, tú consuelas mi pobre Corazón. Tú, con tus dádivas, aunque pobres, amorosas, consuelas mi malherido y maltrecho Corazón. Dame más. Ámame más, pequeña, querida criaturita de mis entrañas. Ámame y dáteme más. Lo deseo para ti y para todos los que, como tú, quieran venir a Mí. ¡Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados, que Yo os aliviaré! Venid y aprended de Mí y cargad con mi yugo, que es suave, y con mi carga ligera.424 Venid con amor al Amor. ¡Venid a Mí todos los que andéis cansados y fatigados! ¡Venid! No sabéis dónde entregar vuestra vida, ¿verdad? ¡Qué oscuro se ha vuelto todo! ¡Es aquí!, ¡es aquí, hijos!, ¡es aquí! ... éste es el Camino. Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida: ¡Venid a Mí! Hija, tómales de la mano, que están ciegos, no saben dónde es, no saben dónde ir, y van vagando, ¿no les ves vagando?425
421 Cfr. Dt 6,13; Lc 4,8.
422 Jesús estaba sufriendo mucho. Este mensaje lo comprendí más después de lo del sacerdote de Huelva, que se declaró públicamente homosexual.
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