08-05-2002
Jesús: ¿Has visto el pecado de tu generación?483 Es un pecado de apostasía.484 Es un pecado de apostasía, hija, y tú has de ir a decirles que cambien su mirar. De apostasía, porque uno sólo es el Señor, y ellos, conociendo la fe Verdadera y al Único Dios, corrieron tras otros dioses después de negarle y aborrecerle para llegar a aborrecerle aún más y destrozar sus bienes y hasta su propia vida de criaturas suyas. Por el pecado de apostasía de tu generación, mira cómo Yo lloro por eso. No puedo salvar a quien no se quiere salvar. Necesito más almas, más almas, más almas ... Víctimas del Amor Misericordioso, como Yo, semejantes a Mí, víctimas de amor por el amor a sus hermanos. ¡Dámelas tú! ¿Querrás dármelas? Háblales de Mí, diles eso: Mi Justicia necesita más almas víctimas del Amor Misericordioso. Mi Justicia – necesita – oh niña – más almas víctimas – del Amor Misericordioso .485 Para aplacar la Ira divina. Sí hija mía, tu generación se merece todos los desastres que mi Padre Dios quiera mandarle. Mira, en este Segundo Pentecostés, el Espíritu será rechazado. ¡Benditos aquellos que lo reciban! Pero será rechazado por la mayoría. Y mientras, ellos diciendo: “¡Maranathá!”, ¡Ven Señor Jesús!,486 y recibiendo a manos llenas, a raudales, pero el espíritu del Malo. Porque no se quisieron acoger a mis Palabras, a mis mandatos, de ellos hicieron viejo pergamino que arrojaron al fuego. ¿Qué he de hacer Yo –oh niña– con esta generación?, que llamo y golpeo su puerta y no me abre, y no abre a la Vida, y llaman levemente a ella otros dioses que son jalados rápido para meterlos dentro y convivir consigo. ¿Qué he de hacer?, dime, ¿qué he de hacer? No lo sé Jesús mío487. Me encuentro ya fatigado porque mis Voces se han apagado. No se les escucha. Se ha apagado la luz y prefieren vivir en la oscuridad.
Mira, ve tú como mi último reducto de mis Voces. Ve tú a decirles que Yo, me sigo comunicando con mi Iglesia, que Yo no la dejaré huérfana, no la dejaré sola, que Yo continúo enviando mi Espíritu, y no es a ellos ¡vive Dios que no es a ellos! a quienes me comunico, porque taponadas me tienen todas las vías de acceso y hacen morir a mis fieles de inanición por el embargo a que los someten. ¡Maldito embargo que impidió a su Dios comunicarse con sus criaturas!, ¡maldito embargo!, y sean malditos por esto todos los que taponaron mis Voces y no les dejaron actuar para la grey. ¡Sean malditos!
483 Había leído Sb 14, 22-31
484 Jesús pronuncia esta palabra con mucha gravedad, pues es horrible este pecado general
485 Lo dice más lentamente remarcando las pausas.
486 Cfr. Ap 22,20.
487 Lloro porque es horrible ver así a Jesús y el pecado de todos. Veo lo fatigado que está Jesús porque no se le quiere oír
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25-02-2010
Virgen: Apunta. Escribe: sigue siendo fiel, fiel a lo que te dicen. El Señor vendrá. Vendrá sobre ti. Hija: Pensáis que poco podéis hacer, pero no, no es así. Pensáis que poco podéis hacer porque se os persigue y porque veis cómo sobre algunos recae gran peso de la Cruz y se ceba el Demonio en ellos. Pero eso no debe desanimaros, sino más bien al contrario: Animaos. Dad gracias aquellos que veis que sobre vosotros recae gran peso de la Cruz, pues es símbolo de mi (Su) elección. ¡Alegraos por eso!247 ¡Desead sufrir y purgar aquí mejor que en la vida futura! Este sufrimiento es menor que el que tendríais que soportar. Por eso: ¡alegraos! ¡Alegraos, alegraos!248 Que Yo os mire y siempre os encuentre alegres. Que os mire el Demonio y siempre os encuentre alegres. Así os dejará. Porque verá que nada puede con vosotros. Me habéis visto a Mí cómo os he acompañado y os acompaño. ¡Tened la seguridad y confianza en que lo seguiré haciendo también así y hasta el final! Y aun todavía más. Todavía más, hija, todavía más. Yo deseo en mi inmensa compasión y en su Eterna Misericordia, derramarme aún más en vosotros, en aquellos que habéis de quedar en los Días de la Gran Tribulación. ¿Veis estos sufrimientos? Pues Yo os digo que son pocos, comparados a los que os han de venir. Yo ahora, a los profetas, los preparo con atroces sufrimientos para que seáis capaces de enseñar a los míos en los Días de la Gran Tribulación. Queda mucho camino por recorrer. Dentro de poco han de cambiar tanto las cosas que no os reconoceréis. Porque habéis sido perseverantes, perseverantes en mi Amor. Hija, mira: y aún más almas de las que os estaban encomendadas serán salvas debido a vuestro sufrimiento y a vuestra entrega.
¿Crees tú que todo esto es baldío? No, hija, no. No puedes verlo, pero todo tu sufrimiento me salva muchas almas, miles de almas. Persevera. Y Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén. Sí, hija, sí. El mundo se prepara para una Gran Hecatombe. El pecado y el mal han ido ganando terreno. Después de esa Hecatombe, vendrán unos días muy oscuros. El Aviso. Yo os estoy avisando por medio también de estos mis profetas y con un final Aviso. Todo esto -lo a ti encomendado, lo encomendado a otros, Medjugorje, etc.-, todo eso son pequeños avisos a la humanidad. Es para irme preparando mi (el) Resto, en quien confío. Preparándole para la Gran Tribulación. Todo, todo, todo, hija, todo en tu vida está hecho para mi Plan de Salvación. ¡No creas que vas sola, hija! Te tengo bien atada de mi mano. Marga: te voy a llevar hasta donde creas que no puedes sufrir más. Hasta el borde de tu capacidad de sufrimiento. Que es mucha, pues Dios te ha dado “un corazón grande para amar” (Canté esa canción al principio de la oración) (Pienso en la “Hecatombe”) ¿Sabes, hija? No hay otra manera de librar al mundo del pecado. Habéis dejado que avance, hasta que os ha devorado. ¡Pobres hombres! ¡Mis pobres benditos hombres! Sobre vosotros estaba la bendición, que dejasteis que se convirtiera en maldición. ¡Y muchos caen al Abismo! ¡Necesito que los saquéis de ahí!, ¡que los saquéis de ahí, hijos, que los saquéis de ahí! (Veo como un agujero en forma de remolino. Grande. Y las almas atraídas por él, cayendo en él. Y otras almas que, arriesgando su vida, se colocan cerca, para jalar a los que se dirigen con fuerza hacia allí y ponerles a salvo) ¿Queréis ser vosotros esas almas?
¡Oh, hijos, hijos, hijos…! ¡Amaos! ¡Amaos mucho! Necesitáis, en los momentos de compartir entre vosotros, sentir y palpar vuestro amor y vuestra unión. ¡Luego, os quiero lanzar a la batalla! Que es dura, hija, es dura. Acordaos entonces del amor que reina entre vosotros, y que eso os dé la fuerza. ¡Amaos! ¡Amaos! Prodigaos muestras de amor. No hablo del contacto físico. Hablo del amor puro espiritual que viene de la Fuente de donde mana todo el Amor. Veréis cómo así notáis que reponéis fuerzas. Todos unidos en una misma dirección, con un mismo Amor y un mismo Ideal: - Lograr que todos los hombres se salven y vengan a Mí. - Instaurar el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús por medio del Inmaculado Corazón de María. Amén.
247 Cfr. St 1,2ss. 248 Cfr. Flp 3,1; 4,4.
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