La Madre dice: «
Sean fieles a mi Hijo y enseñen la fidelidad a los demás. Estoy con ustedes, los ayudaré.» Esta exhortación la ha repetido muchas veces. Seguramente, porque desde el Cielo Ella observa que muchos de sus Hijos fallan en la fidelidad a Jesús: hacen promesas, expresan deseos de no pecar, de orar asiduamente y muchas cosas más… y al final caen en pecado y están convencidos que es «normal caer», que «Dios nos quiere igual si caemos o no caemos» o que «es imposible vivir la santidad».
Todas estas cosas son mentiras del maligno, porque nadie está condenado a vivir ofendiendo a Dios toda su vida, nadie tiene porque vivir encadenado de por vida a los vicios y pecados de debilidad, o a las imperfecciones de carácter… Por eso la Madre exhorta a la fidelidad mientras se enseña a los demás lo que significa ser fiel a Jesús. Y esto es importante recalcarlo: una persona esclava no puede mostrar lo que es la fidelidad, ni sabrá enseñar a los demás la fidelidad a Jesucristo. Por eso se deben acabar las ataduras. La Madre diría: «basta de esclavitudes, un esclavo no puede liberar a otro esclavo.» Entonces, María está presente para ayudarnos, lo que significa que hay que confiar en Ella y aprender a caminar con Ella, porque si alguno quiere que María le ayude, tiene que aprender a vivir con Ella, porque de lo contrario ¿como le podría ayudar?
Luego, la Madre ha dicho algo importante sobre el magisterio que desarrolla desde Medjugorje: «Les enseñaré la fe para que sepan transmitirla de manera correcta a los demás. Les enseñaré la verdad para que sepan discernir. Les enseñaré el amor para que conozcan lo que es el verdadero amor. Queridos hijos, mi Hijo logrará hablar a través de vuestras palabras y de vuestras obras.»
Aunque desde 1981, estas frases condensan lo que ha estado haciendo, nuevamente este 2 nos lo vuelve a recordar, con la intención de que lo tengamos presente y para que consideremos lo que aún está por venir de parte Suya. En efecto, Ella habla de que va enseñar la fe, va enseñar la verdad, va enseñar el amor para que Su Hijo hable por medio nuestro. Como se ve, entonces, «las apariciones de Medjugorje aún están en su fase inicial “como recientemente dijo Marija Pavlovic”».
María aún tiene mucho que enseñar, enseñar más fe, más amor y más verdad evangélica. Lo que nos lleva a pensar, que las apariciones de Medjugorje desempeñan un lugar relevante en la Iglesia frente a los tiempos que vivimos. Por otro lado, la Virgen, más allá de las famosas cinco piedritas que muchos citan como corolario de sus mensajes, recuerda ahora otros tres aspectos fundamentales de sus exhortaciones, y por ende, de la espiritualidad que desarrolla en Medjugorje: la fe firme y la verdad que emergen de los contenidos de los doce artículos del Credo católico y cuanto Jesús nos enseñó, y que, en suma, son la vía del amor, el camino esencial de la espiritualidad medjugoriana y cristiana.
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