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1.- JESÚS NOS DICE COMO TIENE QUE SER LA VIDA
EUCARÍSTICA.
2.- JESÚS NOS DICE
QUIEN ES UN VERDADERO CREYENTE.
3.- JESÚS NOS DICE
QUE LE PLANTEMOS CARA A LAS HORDAS DEL ENEMIGO.
4.- JESÚS NOS VUELVE
A LLAMAR PARA QUE VAYAMOS AL SAGRARIO.
01-08-2015
(Como siempre, al poco de acabar la Misa, ya no quedaba
nadie. Se les oía hablar afuera. Son gente muy maja)
Jesús: ¿Crees tú
que todos éstos saben de la necesidad que tengo de escucharles?, ¿de la
necesidad que tienen mis ojos de verlos, y mi Corazón de achucharles?, ¿la
necesidad que tienen mis brazos de abrazarles? ¿Saben de la necesidad que tiene
el Hombre-Dios en el Sagrario? ¿Saben de mis Dones? ¿Saben que Yo estoy
deseando dárselos? ¿Saben que mi Corazón no encuentra a quien regalar? No
lo saben. Y eso que
se llaman “Los Míos”. Lo son, no sólo porque se lo llaman, sino porque lo son.
Pero ellos no conocen las Honduras de mi Pecho, el reclamo de mi Corazón. No
conocen mi trato de Amigo, de Amante, de Hermano. Sí de Padre, o de Rey. No
conocen mi trato de Niño Pequeño, necesitado de ellos como un Niño de pecho
necesita de su Madre, un Amante que necesita de su amada, un Hermano de su
hermana, un Marido de su esposa, un Cazador de su presa. Pero un cazador de
Amor, con su presa de amor. Que no es para suplicios a los que os llamo: es
para Deleites de amor. Que no es para que trabajéis fríamente por el Reino, sin
entrar en contacto con el Rey, alejado de vosotros. No os llevo sólo a cumplir
puntualmente con vuestro trabajo en la tierra. Que también. Pero no podéis
reducir sólo a eso la santidad: No existe
santidad sin trato íntimo con el Amado. Vuestras obligaciones materiales no os pueden
alejar tanto del Amado. En ellas veis a Dios, sí, pero si no estáis íntimamente
unidos a Mí, pronto dejaréis de hacerlo, para convertiros en otro mundano más
que busca para sí mismo las glorias del mundo. Amada: ¡qué difícil llegar a vosotros!
Me lo hacéis difícil. Amada, no puedo llegar si no existe vida eucarística. (1) Vida
eucarística no es sólo venir a Misa, aunque sea todos los días, e irse
corriendo. No hay vida eucarística sin vida de oración, sin trato directo y
prolongado Conmigo. Si no, se
convierte (uno) en esa persona que sabe muy bien las Normas de la Iglesia, pero
nada de su Hacedor. Conoce muy bien qué hay que hacer y qué no hay que hacer,
pero no sabe nada del Dios Amado, manifestado en Jesús, que es Quien constituyó
la Iglesia, y que es Quien se desvive día y noche por ella, entregándose en el
Altar. A toda la tierra alcanza su pregón,516 el Santo Sacrificio se perpetúa
por todas las edades y en todos los siglos, en todos los tiempos y a todas
horas, día y noche. Y los hombres no saben nada de Aquel que se entrega por
ellos. Ahí estoy,
esperándolos. Quisiera tener un trato íntimo con ellos. “Trato íntimo” no
es sólo para una religiosa de clausura. No es sólo para un monje.
Muchos piensan que ni tan siquiera es para el sacerdote o para una
religiosa de vida activa. ¡Van a pensar que es para ellos, los seglares
“ocupados de las cosas del mundo”! En el mundo, sí, pero no mundanos.517 Decidme en qué os diferenciáis de
los paganos, los que no creen en Mí y no creen en mi Presencia Eucarística,
humanamente presente en el Santísimo Sacrificio del Altar. Si vosotros
creyerais que aquí estoy, vendríais largos ratos a pasarlos Conmigo. Pero a veces creen más esos paganos que persiguen a la Iglesia, que
vosotros mismos. ¡Decidme qué
tenéis que hacer más importante que venir todos los días a estar con vuestro
Dios! Y te verán
salir de aquí, una hora después,518 y pensarán que es pérdida de tiempo, que
cómo te gusta perder el tiempo. ¡Pero eso lo harán los creyentes! Que para los
paganos serás la más congruente del pueblo. Ésa que se pasa largas horas en la
Capilla o en la Iglesia. Ésa, ésa es la que cree en lo que hace. Los que sólo
vienen para cumplir y para ser vistos, abandonando su vida de fe en todos los
demás aspectos de su vida, no son creyentes. (2) Creyente es
quien alaba a Dios con las palabras, con obras y con proyectos, pero también y
principalmente en Adoración hermosa y larga frente al Santísimo. Creyente en el
Santo Sacrificio del Altar es quien se viene a pasar largos ratos conmigo en
los Sagrarios de vuestras iglesias. Si no venís ni siquiera a visitarme no
creéis en Mí.
¡No creéis en el Santo Sacrificio del Altar que se ha perpetuado por
los siglos! No creéis en el Amor, y el Amor entregado en oblación. No creéis en
mi Amor. Es normal, hija mía, que un día las Hordas del Enemigo penetren en las
iglesias saqueándolo todo. ¡Están vacías, a su disposición! Por parte del Gobierno civil no se
hará nada. Aun es asombroso cómo no se han atrevido a hacerlo todavía. Son más
cobardes de lo que os parece. Sin embargo, vosotros, ¡les tenéis tanto miedo!
¡No les temáis tanto! (3) También
ellos necesitan que les plantéis cara. Hacedlo
también por su bien. Es raro que la Autoridad civil no haga nada por mantener
el orden, ¡pero más raro será que no lo hagan desde la misma Iglesia! Algunas
voces se alzarán dentro de los Obispos, pero, “para mantener el orden”,
“mantener la paz”, “por un orden mayor”, dejarán que se imponga la opinión de
la mayoría, que no son tanto la mayoría fáctica, sino la mayoría silenciosa.
Ésa que se deja llevar. Por varias razones: para mantener el puesto, por
ignorancia, por pereza, por ideas equivocadas que no corrigieron en favor de
Dios… Por conveniencia. Porque no lo ven tan importante. Y la Autoridad eclesial
no os dirá al Pueblo de Dios que os alcéis contra aquellos que osan
entrometerse en vuestra Casa y desvalijarla. “¡Demasiados bienes tiene la Iglesia!”, piensan. “No es malo
compartirlos con los pobres.” Pero, ¿y cuando os roban el Bien Preciado? ¿El
Bien de Bienes? ¿La Eucaristía pisoteada por el pueblo? La Eucaristía
pisoteada por el pueblo, y mis ministros que no hacen nada. ¿Qué teméis, amada,
vosotros? He querido
que tú seas despreciada y ultrajada como lo soy (he sido) Yo. He querido que lo
seas por tus seres queridos, tus más allegados. Así te sientes tú despreciada
sin motivo. Es como aquel que ofrece un tesoro a otro, unas perlas, y éste se
las tira, se las arroja al suelo. Y que sientas algo, aunque muy pequeño, de lo
que Yo siento cuando las almas rechazan y rechazan todo llamamiento de Amor por
mi parte, todo intento de unión. Así quiero que estés Conmigo, para entender
más y poder transmitir el desgarro interior de mi Corazón por vuestra poca
correspondencia, por vuestras negaciones: (4) “No, ¡no le conocemos!”, y por vuestros desprecios. Es un Corazón
Enamorado que sólo entiende de Amor, y sólo sabe dar Amor. Por tanto, sólo
espera Amor. ¡Ah!, ¡qué bagatelas!, ¡a qué poca cosa dedicáis vuestros días y
vuestra vida! Y qué poco os afanáis por venir a Mí a conocerme y a amarme, que
es lo que verdaderamente importa. Mirad que eso será lo que os haga dichosos. Mirad
que así descubriréis a Dios, el Amor de Dios a vosotros, al mundo. Y
descubriréis el sentido de vuestra existencia.
516 Cfr. Sal 19,5.
517 Cfr. Jn 15,19.
518 De haber acabado la Misa.
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