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12-11-2015
Jesús: ¡Querida
Marga! Me río viendo cómo te preocupas… Tranquila y déjalo correr. No es nada
de lo que piensas. Pequeña: ¡te sueles preocupar por tonterías! Mira, querida,
cómo el demonio siempre está al acecho, y se cuela en cualquier momento. Sábele
detectar, sábele evitar, más que manejar. No te metas a manejarle, pues te lía.
¡¡Entre que tú te dejas liar y él es un liante!!, vamos buenos. Evítale.
Olvídale.
Hija: no os dais
cuenta de que si estáis Conmigo, ninguna de esas fábulas negativas que os
propone el maligno, se cumplirán. Tú tienes que hacer, pero hasta cierto punto.
Déjales a los demás equivocarse. Di lo que tengas que decir, y luego quédate
más que tranquila. Lo que tengas que decir, te prometo que tú siempre lo
sabrás. Confía en ti y en tu Carisma. ¿Que te tienes que enfrentar a los
grandes? Sí… lo tendrás… lo tendrás que hacer. ¿Y qué? Es como esa hormiga que
se presenta ante los poderosos, y detrás tiene a un gigante, que es quien
levanta el peso por ella. Ella viene tan feliz. Y los que miran, ven a la
hormiga, y detrás el gigante levantando el peso. Ella sabe que ese gigante es
su Padre. Ella es llevada como en hombros de gigante. Ella sortea todos los
peligros, los escollos y las zancadillas. ¿Envidias? Muchas: las del demonio.
Las que él suscita. ¿Rencillas? Muchas: las que te prepara a tus espaldas.
¿Obstáculos? Muchos: los lanza a cada paso, para hacerte la zancadilla.
¿Preocupaciones? ¡¡Ninguna!! Óyelo
bien: nin-gu-na. Tu empresa tendrá éxito porque es la empresa de Dios. No hay
de qué, no tienes de qué preocuparte. Querida: ¿crees que alguien podría parar
esto? No. No podrán. Te voy a decir
quién podría parar esto. Y eres tú, siempre que no respondieras o te negaras a
tu misión. Nadie más. Porque en el momento que tú dices: “Sí, ¡adelante!”, cojo
Yo tu misión, y la elevo Conmigo. No eres tú. Soy Yo. Querida: quiero que
recapacites sobre esta tentación del demonio que siempre ha hecho mella en ti,
y es la de infravalorarte. Vale que eres pequeña. Vale que eres “hormiga”. Pero
una hormiga con sus cuatro patas y su capacidad de cumplir su misión de
hormiga. Si Dios te ha dado el ser hormiga: ¡sélo! No quieras ser brote, o
piedra… Tienes una misión y unas cualidades específicas para ello.
Desarróllala. Otros, con menos, se creyeron dueños de más. No andes pensando en
otros Carismas, y mira la riqueza del tuyo. Querida, sí, te he dicho: tú
propón, y luego continúa con los que quieran seguir. Propón de mi parte.
Siempre tendrás los elementos de juicio necesarios. Siempre tendrás las
directrices acordes.
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