La Policía ha tirado la toalla. Como ocurre en Dinamarca o Suecia ante los islamistas. Agentes noruegos admiten que éstos han tomado el control de la capital. El problema es que con 5 millones de habitantes y una natalidad bajo mínimos el país nórdico tiene que recurrir a la inmigración si quiere sobrevivir.
Ana Fuentes -
30/10/2017
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Grønland, un barrio de Oslo conocido por su alto índice inmigratorio, es el epicentro de los problemas en la capital de Noruega.
La policía se siente impotente ante la oleada de violencia y anarquía que vive la ciudad desde los años 90, empeorado por la llegada de refugiados -singularmente musulmanes-con visiones diferentes sobre la sociedad y las mujeres.
Hay que tener en cuenta que el número de musulmanes ha aumentado un 32% y llegan a un número cercano a los 148.000 en un país de pequeña población (5,1 millones de habitantes).
Con una natalidad autóctona bajísima (menos del 1% de tasa de reproducción) Noruega no tiene otra salida para sobrevivir que acoger inmigración -el 8% de población ya es inmigrante-. El problema, como ocurre en Dinamarca, Suecia o Reino Unido, es que una parte de esa emigración -la musulmana-tiende a no integrarse.
Según testimonios de la policía que recoge el portal YourNewsWire, Oslo está viviendo “niveles apocalípticos de violencia y anarquía”.
La venta de drogas a plena luz del día en sitios muy concurridos como la estación de metro de Grønland y sus aledaños se ha vuelto normal.
La violencia asociada a este comercio y consumo es de tal calibre que las fuerzas de seguridad se dan por vencidas.
El periódico Aftenposten –el más importante de la capital y pro islam- informó hace cinco años de la existencia de patrullas de la sharia (o ley islámica).
Su objetivo es controlar que nada ni nadie se salga de los preceptos musulmanes… y las mujeres son las peores paradas. Esto ocurre en la Europa del siglo XXI, esa Europa orgullosa de la integración de la mujer en las mismas condiciones que el hombre.
UNA OFICIAL DE POLICIA: “Los violadores son jóvenes de otros países, con una visión diferente de las mujeres que aquí en NoruegA”
No solo las mujeres son atacadas y violadas, especialmente durante la noche –Sturla Nøstvik, de 36 años, fue raptada y violada después de haber sido encañonada con una pistola-.
Los homosexuales también son uno de los objetivos de estos grupos. No pueden pasear con tranquilidad ni mostrarse en público ante el peligro de ser atacados.
Más de 4.000 personas han sido robadas tan solo en el barrio de Grønland en los últimos años. En lo que va de año, se han denunciado más de 50 violaciones a manos de inmigrantes.
Una oficial de policía, al ser preguntada sobre estos peligros, responde: “los violadores son jóvenes de otros países, a menudo solicitantes de asilo. Vienen a menudo de países traumatizados o países con una visión diferente de las mujeres que aquí en Noruega (…) Nuestro departamento nunca ha detectados agresiones cometidas por noruegos con tal grado de violencia sexual en Oslo”.
Noruega no es el único país escandinavo que se encuentra bajo el yugo de un islam radical y violento.
Suecia, otro país nada sospechoso de machista, está sufriendo tasas de violencia y ataques a mujeres nunca vistos. La policía admite haber perdido el control de Estocolmo y se ha visto obligado a pedir ayuda a las Fuerzas Armadas para controlar la situación.
La violencia asociada a este comercio y consumo es de tal calibre que las fuerzas de seguridad se dan por vencidas.
El periódico Aftenposten –el más importante de la capital y pro islam- informó hace cinco años de la existencia de patrullas de la sharia (o ley islámica).
Su objetivo es controlar que nada ni nadie se salga de los preceptos musulmanes… y las mujeres son las peores paradas. Esto ocurre en la Europa del siglo XXI, esa Europa orgullosa de la integración de la mujer en las mismas condiciones que el hombre.
UNA OFICIAL DE POLICIA: “Los violadores son jóvenes de otros países, con una visión diferente de las mujeres que aquí en NoruegA”
No solo las mujeres son atacadas y violadas, especialmente durante la noche –Sturla Nøstvik, de 36 años, fue raptada y violada después de haber sido encañonada con una pistola-.
Los homosexuales también son uno de los objetivos de estos grupos. No pueden pasear con tranquilidad ni mostrarse en público ante el peligro de ser atacados.
Más de 4.000 personas han sido robadas tan solo en el barrio de Grønland en los últimos años. En lo que va de año, se han denunciado más de 50 violaciones a manos de inmigrantes.
Una oficial de policía, al ser preguntada sobre estos peligros, responde: “los violadores son jóvenes de otros países, a menudo solicitantes de asilo. Vienen a menudo de países traumatizados o países con una visión diferente de las mujeres que aquí en Noruega (…) Nuestro departamento nunca ha detectados agresiones cometidas por noruegos con tal grado de violencia sexual en Oslo”.
Noruega no es el único país escandinavo que se encuentra bajo el yugo de un islam radical y violento.
Suecia, otro país nada sospechoso de machista, está sufriendo tasas de violencia y ataques a mujeres nunca vistos. La policía admite haber perdido el control de Estocolmo y se ha visto obligado a pedir ayuda a las Fuerzas Armadas para controlar la situación.
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