El Papa Francisco durante la Misa. Foto: L'Osseratore Romano
VATICANO, 20 Oct. 17 / 04:21 am (ACI).- Frente a la justificación de la “santidad de imagen”, propia de los hipócritas, el Papa Francisco propuso la justificación traída por Jesús, que es la que hace “que Dios nos perdone”.
Esa justificación de Jesús, exige obras, porque “nuestras obras son la respuesta al amor gratuito de Dios, que nos ha justificado y que nos perdona siempre. Nuestra santidad es recibir siempre ese perdón”.
“El Señor es el que nos ha perdonado el pecado original y el que nos perdona cada vez que vamos donde Él. No podemos perdonarnos nuestros pecados con nuestras obras, porque solo Él perdona. Sin embargo, sí que podemos responder con nuestras obras a ese perdón”, explicó el Santo Padre.
El Papa se remitió al Evangelio del día, de San Lucas, para citar “otra forma de buscar la justificación”, una muy diferente a la explicada por Jesús, al ofrecer la imagen de “aquellos que se creen justos de apariencia”, que “saben poner caras como si fuesen santos”.
Francisco se refirió a ellos como “los hipócritas en cuyo interior todo está sucio, pero que externamente pretenden aparentar justos y buenos, haciéndose notar cuando ayunan, rezan o dan limosna”. Esos hipócritas “en cuyo corazón no hay nada, no hay sustancia, su verdad es nula”.
Esos hipócritas “disfrazan el alma, viven una farsa, para ellos la santidad no es más que un disfraz. Jesús siempre nos pide que seamos verdaderos, pero verdaderos de corazón. Por eso da este consejo: cuando reces, hazlo en secreto; cuando ayunes, pon buena cara para que nadie vea la debilidad del ayuno; cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, hazlo escondido”.
“Jesús nos pide coherencia de vida –subrayó el Pontífice–. Coherencia entre aquello que hacemos y aquello que vivimos dentro. La falsedad hace mucho mal, la hipocresía hace mucho mal, es un modo de vivir”.
El Papa concluyó su homilía pidiendo que ante Dios “la verdad siempre por delante, siempre. Y esa verdad ante Dios es la que genera el espacio para que Dios nos perdone”.
El Papa se remitió al Evangelio del día, de San Lucas, para citar “otra forma de buscar la justificación”, una muy diferente a la explicada por Jesús, al ofrecer la imagen de “aquellos que se creen justos de apariencia”, que “saben poner caras como si fuesen santos”.
Francisco se refirió a ellos como “los hipócritas en cuyo interior todo está sucio, pero que externamente pretenden aparentar justos y buenos, haciéndose notar cuando ayunan, rezan o dan limosna”. Esos hipócritas “en cuyo corazón no hay nada, no hay sustancia, su verdad es nula”.
Esos hipócritas “disfrazan el alma, viven una farsa, para ellos la santidad no es más que un disfraz. Jesús siempre nos pide que seamos verdaderos, pero verdaderos de corazón. Por eso da este consejo: cuando reces, hazlo en secreto; cuando ayunes, pon buena cara para que nadie vea la debilidad del ayuno; cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, hazlo escondido”.
“Jesús nos pide coherencia de vida –subrayó el Pontífice–. Coherencia entre aquello que hacemos y aquello que vivimos dentro. La falsedad hace mucho mal, la hipocresía hace mucho mal, es un modo de vivir”.
El Papa concluyó su homilía pidiendo que ante Dios “la verdad siempre por delante, siempre. Y esa verdad ante Dios es la que genera el espacio para que Dios nos perdone”.
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