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jueves, 22 de febrero de 2018

DICTADOS DE JESÚS A MARGA, PARA ÉSTOS ÚLTIMOS TIEMPOS. LEÉLO Y COMPARTE.


08-12-2000 

Jesús: 
Hija mía, los hombres no harán caso de mi llamamiento de Amor, veo a todos los condenados y que muero en balde. Yo quisiera miraros y consolarme en vosotros. 
Sí Jesús, ¿cómo lo haremos? 
Yo quisiera que para todos Yo fuera el Esposo, el Ardiente Amor entregado y recibido por ellos, por cada uno. Quisiera que todos me amarais más y me dierais así a conocer a los demás. Que me irradiarais. Quisiera ser vuestro Todo, la razón de vuestra vida. Por quien os entregáis, a quien amáis. Hija mía, al menos tú, ámame, respóndeme. No me ocultes tu rostro. No encojas tu alma. Ven a Mí, preséntate ante Mí, con tu alma abierta de par en par, para que Yo entre y me haga el Morador de tu casa, el Huésped de tu alma. Abre para Mí tu corazón, que Yo deseo entrar. ¡Yo Soy vuestro anhelo!,246 ¡el que sacia vuestra sed! ¡Venid a Mí! Mirad mi Sangre derramada y mi alma entregada. Recoged mi Sangre, bebed, y dad de beber a otros.

¡Por vosotros me entrego!, me entrego y me entregaría una y mil veces más, por vosotros, por cada uno de vosotros. Sentid mi Amor. Tomad mi Amor e irradiad mi Amor. Sí, venid a Mí, que Yo estoy deseando instruiros, venid y acercaos a Mí. Como en otro tiempo, Yo predicaba a las gentes, venid a Mí, que Yo deseo hablaros, deseo instruiros, guiaros. Lo haré a la vez, pero a cada uno en particular, todos a una, pero en íntimo diálogo, uno a uno, el uno con el Uno. Solos, tú y Yo, la criatura y el Creador, solos, aunque rodeados de gente, solos, aunque dentro de un grupo, en una comunidad. Deseo teneros largo rato en cálido diálogo conmigo, para que mi alma pueda comunicaros todo aquello que os quiere decir, para que también vuestra alma pueda explayarse. 

¿Decís que no me oís? Mira cómo te hablo, desde aquí.247 Mira cómo verdaderamente te hablo. Ponte, en verdad frente a Mí, abre tus oídos, espera, escucha, y luego dime si no te hablo, si no oyes mi Voz cómo habla a tu alma. Mi Voz te habla continuamente, en todos los instantes de tu día, y cuando vienes a Mí en estos ratos, también contigo Yo me explayo y dejo que me abras tu corazón igualmente. Venid, venid y escuchad, ¡tengo tanto que deciros! No, no os vayáis todavía. Quizá no he terminado de contaros mis Palabras de Amor.

Preguntadme primero: Señor, ¿has terminado de hablarme? ¿Quieres algo de mí, tu siervo? ¿Puedo retirarme ya? Oiréis en vuestro corazón la respuesta. ¿Cómo puede alguien decir que viene a Mí, sinceramente, y Yo no le hablo y no encuentra respuesta a sus inquietudes, y haya vacío? Hijos, eso, Conmigo, no puede ser. Soy el más elocuente de los Enamorados, el que no se cansa, continuamente inventa mil ardides y tiene infinitos recursos para atraer a las almas, el que las embelesa con sus Palabras de Amor. Oídme, oíd mis Palabras. Oíd, oíd al menos mi Corazón. Acercaos y oíd, oíd sus Latidos248 Es por ti. Sí, son por ti hijo mío, son por ti. 

246 Más majestuoso, abriendo los brazos en la Custodia 
247 Desde el Sagrario. 
248 Noto los latidos.

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