05-05-09
Jesús:
Dime, hija mía, dime que tú los volverás a Mí.
Dime que en los momentos de Grave Tribulación que están por venir, cuando las
ovejas se encuentren desnortadas y sin saber dónde ir ni qué hacer, tú los volverás a
Mí. Dime, Marga, dime que tú los volverás a Mí.
Tu lugar y vuestro lugar es el Corazón de Jesús.
Marga: vendrán momentos muy difíciles.
Yo tengo diferentes planes. Si no salen unos, empleo otros. Yo os comunico unos
para que luchéis por lo mejor. Si no sale, Yo lo modifico siempre a vuestro favor,
para lograr de vosotros la máxima perfección y la máxima santidad.
Y si no puedo:
la menor condenación.
Hija, ya no sé qué hacer para atraeros a Mí. ¿Sabes tú la gravedad que tiene el
haber recibido tanto y no responder?
15-05-09
Virgen:
Marga: el primer rato del día a Mí, muy bien. Es así. Y tú en la paz.
¿Qué quieren venir turbulencias? Que vengan.
¿Qué puede quitarte tu paz? Nada. Tú, en la Paz de Dios.
Yo Soy la Reina de la Paz. Tú, conmigo.
Marga: mi Corazón está apenado por tantos hijos ingratos que se encuentran en la
Nación española, que no quiere hacer caso de mis advertencias y vive en una
bonanza ficticia y en un bienestar aparente. No os llega la crisis a todos y vuestro
corazón no se acuerda de Mí.
Os tiene que llegar la desdicha al fondo, para que recurráis a Mí.
Tan olvidados
estáis de las cosas de Dios.
Hoy, como anuncié en Fátima, el mundo camina hacia su autodestrucción y Yo,
vuestra Madre, no he podido impedírselo.
He ahí la causa de mi tristeza: que, a pesar de mis advertencias, no habéis hecho
caso de Mí, y el mundo camina hacia su autodestrucción… Y no querrán
convertirse; y se condenan, pequeña hija mía, se condenan, preciosa, ¿tú lo sabes?:
se condenan…
Hija, hija… no quieren hacer caso de mis advertencias,
hija: no hay amor, hija, sólo
odio.
Sólo el odio. ¿Por qué? El mundo es muy oscuro y negro, hija, porque el odio lo
domina. No podéis verlo, pero el odio domina vuestros corazones. Porque no
habéis querido venir al Amor.
¡Éste que aquí os muestro es el Corazón de Jesús! ¡Éste es vuestro lugar, vuestro
Refugio y vuestro Camino! ¡A Éste es al lugar donde debéis venir y sólo a Él donar
culto!
Sí… Tantas veces dicho, tanto os lo digo y no queréis hacer caso.
¡Oh, hija!, tu Librito poco podrá hacer. ¡Pero será algo! Y ya sabes, hija, el valor
que tiene para Mí, aunque sólo sea un alma.
Tú haz todo lo que esté en tu mano para aliviarme y para lograr salvar a cuantas
almas puedas.
Pero que sepas, hija, que luchas contra la cerrazón de los hombres, algo que ni Yo,
con mi inmenso Amor, he logrado vencer.
Algo que se ha opuesto y negado hasta
al mismo Dios. Algo que ni le ha servido el Sacrificio de Jesucristo.
Y que sepas que Yo seguiré luchando por las almas, aunque quede en el mundo una
sola alma con posibilidad de conversión. Mi lucha y mi Amor con el mismo
ímpetu. Tanto os quiero y así os amo.
Sí, aunque Yo ya he vencido y me encuentro en el Cielo con muchas almas, velo
por todas las que quedan por salvar y me apeno porque quiero que ninguna se
condene. ¡Ni una sola!
No me amaina en mi lucha el gozar de la Visión beatífica de Dios.
¡Quiero que
todos los hombres se salven!101 Porque son mi Hijo, porque cada uno de vosotros
sois para Mí como si sólo tuviera un hijo único muy amado.
¿Lo entendéis?
Sí.
Por eso, Marga… ¡Oh, Marga!...
(Me coge de las manos)
¡Por eso, hija!, ¿quisieras formar parte de este Plan? Oh, sí… aunque sólo sea un
reducto de almas comparado con la humanidad las que consigas salvar, ¿quieres ser
cauce de este Don? ¡Oh, mis pequeñitos arquitectos, vosotros los profetas! Cuando
Yo planeo mis planes, os pongo como artífices, aunque os elijo pequeños, muy
pequeños, ¡es para confundir a los fuertes!
Porque hija, para que vean que con su fuerza no llegarán a Dios, para que sean
humildes y le reconozcan a Él como Artífice de todo.
(Dios mío, la Virgen es una Mamá joven, es mi Mamá, pero tiene tal juventud
que asombra. Asombra la madurez del Amor y la Maternidad en una Niña
casi. Y la prontitud, la vitalidad. La profundidad en su vivencia del amor, la
serenidad, el luchar hasta el último suspiro de la última alma. El no darse por
vencida y agotada a pesar de ser consciente y estar tan triste por la gravedad
de la condenación de las almas. La responsabilidad tan bien acogida del
encargo que le hizo Dios: ser la Madre de cada uno de los hombres)
¡Oh, Mamá!, ¡qué Maravillosa eres!
El Señor hizo en mí Maravillas. ¡Gloria al Señor!
101 Cfr. I Tm 2,4-5.
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