24-08-09
Dios Padre:
Sí, hija.
(En este: “Sí, hija”, se me manifiesta su bondad como Padre y su estar
pendiente de esta nimia criatura y que me sigue guiando Su Espíritu a pesar
de mis infidelidades)
Yo, que Soy Dios, hija mía, Yo no he escatimado esfuerzos con cada uno de
vosotros, y cuando atisbo tan siquiera un mínimo de conato de conversión por
vuestra parte, corro para daros aliento y para daros apoyo, empuje y ánimo,
confianza en Mí, que Soy Dios y perdono todo, lo perdono todo, hija, lo perdono
todo. Perdono hasta el crimen más atroz, que es asesinar al propio hijo en las
entrañas maternales. Perdono hasta eso, si veo sincero arrepentimiento. Perdono
hasta eso.
¿Qué no voy a perdonar, hija?, ¿qué no voy a perdonar? Si sé que vosotros solos,
sin Mí, sois capaces de las mayores abominaciones. De las mayores
abominaciones, hija. Todos. Sin exceptuar ninguno.
Y escucha bien lo que te digo. TODOS.
(Este “todos” resonaba muy Potente y Dulce y Tranquilo a la vez. Muy
contundente, pero muy pacífico)
Son dos virtudes que a vosotros, a veces, os parecen contrapuestas. Pero en Dios
están en su justo equilibrio las dos. Y en el Principio no fue así en los hombres.
Gozabais de estas dos virtudes equilibradas ya en vuestra naturaleza. Que se
corrompió por el pecado de Adán.
Hasta los mayores Santos. Sí... piensa en S. Ignacio, Sta. Teresa. Temperamentos
fogosos que, empleados para el mal, hubieran hecho mucho daño. ¡Ellos eligieron
emplearse para el Bien! Y Yo les levanté y les erigí modelos de los hombres.
¿Veis? La Maravilla de la Gracia. Que empleada bien, os puede hacer mucho bien a
todos.
De los mayores pecadores, ¡Yo puedo hacer grandes Santos!
¡Confiad en el Poder de Dios! Confiad en el Poder de Dios que, si quiere, de esta
nimia semilla, hace un árbol frondoso.
¡Cuánto más hará de vosotros, hombres de
poca fe! ¡¡¿Es que es más grande vuestro pecado que el Poder de Dios?!!
¡Oh, no...! No blasfeméis.
Más Grande que Dios: nada. Sólo Dios es Grande.
Por eso, mi “nimia semilla”159
.
(Se ha vuelto a mí y me ha mirado con Infinita Sabiduría y Delicadeza. Esta
mirada es irresistible. Él mismo, que lo sabe, no te mira con todo su
esplendor, o morirías)
Te digo, hija – mi nimia criatura – por eso: ¡Confía!
Confía tú primero, tú la primera. Para que puedas ser ejemplo de otros, por la
confianza ciega que pondrás en las almas, cuando digan que quieren convertirse.
Para animarlas. Para ser reflejo de mi Amor, del Amor que pongo Yo en el más
mínimo atisbo de levantamiento por vuestra parte. Tranquila.
Sí: te pido esta nueva inmolación.
Que sepas que Yo tengo aquí, en el Cielo, algunas de las copas que tú me vas
entregando.
Y no me olvido y no me pasa desapercibido ninguno de tus sacrificios a Mí
ofrecidos. ¡Ninguno! Y con ellos Yo, hago maravillas.
(Me interrumpe mi hijo pequeño. Es la hora de arreglarnos para ir a Misa)
Te dejo, hija.
Recuérdalo: Confianza. Yo confío en ti.
Te bendigo. Quedas bendecida. En mi Nombre, en el del Hijo y en el del Espíritu
Santo. Amén.
159 Me sigue el juego, porque yo me he llamado “nimia criatura”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario