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martes, 23 de abril de 2019

DICTADOS DE JESÚS A MARGA (HAY QUE PONERSE UNO MISMO DONDE PONE MARGA), PARA ÉSTOS ÚLTIMOS TIEMPOS. LEÉLO Y COMPARTE.


22-09-2011 

Jesús: 

¿Quién ha dicho que el hombre tenga el derecho sobre su mujer, y pueda obligarla, ese derecho, a tener relaciones con él? No habéis entendido el sentido del “débito conyugal”. Y por medio de ello, cometéis grandes injusticias. El hombre se erige en dueño del cuerpo de su esposa, para usarla como le plazca, sin amor hacia ella. Sólo es un objeto de usar y tirar. 
¿Y creéis que la Iglesia aprueba eso? ¿Y creéis que vuestra Madre, la Iglesia, obliga a las mujeres a someterse a esa tortura del marido? ¿Seguís aconsejándolas que, hacer eso, es amarles? 
(El consejo es que dejarse utilizar, es muestra de que aman a su marido) 
Oh, amada hija, recibe la luz en el entendimiento para explicar esto. Me tocaba con su mano de luz en la frente.

¿Cómo la Iglesia va a aprobar el pecado original? ¿Cómo hacerla partidaria de la concupiscencia? No existe tal “débito conyugal” para el adulterio. La Iglesia reprueba el adulterio. El adulterio es usar del otro como una cosa, sin amarlo. Usar de tu mujer, porque es tu mujer y tienes derecho sobre ella, sería como usar de cualquier cosa que posees para tu servicio. 

Y el ser humano no es una cosa: tiene dignidad. Que la mujer no quiera y no se sometas a esto, no es muestra de una enfermedad suya, sino de su buena conciencia y de la salud de su mente. 
Cuando oigas afirmar: “Son hombres. Los hombres son así. No es nada malo. Son así”. 
Diles, de mi parte: (Son mujeres las que lo dicen)  “¡¿Qué derecho tenéis, hijas mías, para reducir al hombre a un mero puerco?! (Dios ama la dignidad tanto de la mujer como del hombre. Él los ha creado) ¿Es que no veis que sois llamadas a elevarle? ¿Qué derecho a debilitar su alma y a anular su ascendencia al bien? ¿No sentís que en vosotras está la fuerza de elevarles hacia lo alto? ¿Por qué les hundís? ¡Menudas compañeras de ayuda y de apoyo! ¡Ayuda para caminar juntos hacia el Abismo! 

¿También el hombre para ti, es sólo un puerco, hija mía? Tú para él eres su “p…” y él tu puerco. ¿¡Es ésa la relación marital que instituí entre vosotros al haceros hombre y mujer!? (Está hablando a la mujer en general) Os despreciáis ambos por eso. El desprecio de ambos, el uno por el otro, es lo que se obtiene con eso, con esa vida. ¿Es el desprecio a lo que os llamo al constituiros marido y mujer? ¿O no es más bien el amor? Él os odia, porque a través de vosotras obtiene más animalización, y vosotras les odiáis porque a través de ellos, os quedáis sin vuestra dignidad como mujer. 

¿Y habrá alguien que, todavía opine que éstas son las enseñanzas de la Iglesia? Os he llamado a la Oración y a la vida de Gracia para salir de todo ello. Os he llamado a la Reconciliación y Penitencia, y a frecuentar la Eucaristía: “el Pan de los fuertes”. Y ¿quién atiende a mi Llamada? Por eso no podéis vivir la santidad en vuestros matrimonios. 
Miraos y contemplad vuestras caras de esposos: hastío y desprecio, tristeza y luto: por el amor que murió. Cuando Yo venga sobre la tierra, al atraer a todos hacia Mí569, pondré fin a todo esto. Y bienaventurados los que ahora lloran, porque serán consolados.570 
Jesús, amor entre los hombres no es como Tú lo tenías pensado. La vida aquí es un desierto desesperante. No. Lo es sin mi ayuda. No sin ella. Yo os he dicho que recurráis a Mí, y el recurrir y vivir Conmigo os dará la Paz y la Alegría. Si los hombres vivierais conmigo, podríamos asistir a la belleza del matrimonio. 

Amada: te voy a pedir que sólo te preocupes por el momento presente. Pasito por pasito. No te voy a mostrar tu Obra toda, ni todo tu camino de un golpe: no tendrías la fuerza y huirías despavorida. Sólo te doy la Gracia para el momento presente. Así que, ya no te preocupes de más.571 
(Jesús me estaba diciendo que mi Carisma estaba puesto para ayudar a los demás, y le decía que tenía una forma muy rara de hacer las cosas: con un simple libro) 

La Biblia también es un Libro silencioso si no se abre. Pero cuando se abre: habla al corazón. ¿Te parece a ti que ésa no es forma de derramar mis Gracias? El alma debe encontrarse a solas con su Creador. Y éste habla en la humildad y lo escondido. Yo, vuestro Creador, quiero comunicarme con mis almas, y a ellas les hablo, como a ti. Quiero que me lean y me escuchen. ¿Quieres ver por qué derrama lágrimas Dios? Ésta es Eva. Y éste es Adán. (Les vi, hermosísimos) Eva danzaba para Adán, y se unían en un éxtasis de amor. En medio de ellos, estaba la dicha de Dios. Extasiarse en un amor compartido. Este besarse y estar el uno en el otro de ahora, es un intento de tener la unión excelsa que se tenía antes del pecado. No podéis absorber lo del uno en el otro físicamente, porque no era una unión física. El alma estaba por encima de los cuerpos y la unión era plena en el alma. Ella estaba en ti y tú en ella, en un conocimiento mutuo ascendente, en espera de lograr la máxima unión en la llegada de un hijo. Dios puso a Eva y Adán juntos, y ellos se conocieron. Pero ese conocerse, no es como ahora. Se donaron poco a poco el uno al otro, y fue creciendo su amor. Al llegar al cénit de su amor, Dios les iba a otorgar el hijo. Pero el Diablo, celoso de la dicha de ambos y de su belleza física, quiso acabar con todo eso. 

La prueba máxima de su amor, debía ser ésta: Resistir las insidias de la Serpiente. Se les presentarían los apetitos de la carne, al margen de espíritu. Dios quería que renunciaran a ellos. (Sabían que habría prueba, pero no sabían en qué consistiría) Quien menos amó, fue Eva. Eva pensó que se veía como una diosa, y que Adán, lo que tendría que hacer sería adorarla. El mundo a sus pies, Adán a sus pies. Dios había puesto el mundo a los pies de Adán. Y la Serpiente inoculó en Eva los celos de él. “Te doy el señorío sobre todo lo creado”. “Menos de tu mujer. Tu mujer será tu compañera”. “¿No piensas que tú, con tu belleza, podrías someter a Adán? Es a ti a quien deben obedecer todos los hombres y todas las cosas, pues tú eres la Madre de ellos. En ti Dios depositará la vida. Tú tienes la última palabra”. 

¿Por qué pensáis que Dios dejó al Diablo tentar primero a Eva? Por eso el castigo fue mayor en ella: “Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará”572 
Fue lo contrario a lo que ella pretendió: dominar al hombre a través de la carne. Con Eva, las mujeres sois una. Con Adán, los hombres son uno. Pero también con Cristo lo son. Y con María, su Madre, lo son. Esta situación de caída, de pecado, ha sido Redimida. Pero os encontráis reacios a la Gracia. No os queréis agarrar a ella. Déjame que te diga, hija mía, que el conocimiento de uno en el otro era la plena dicha. Déjame que te diga, que Eva hacía plenamente feliz a su marido, que se gozaba en su amor. Eva se creyó poderosa. Y, con decisión firme: cayó. 
(Remarca la decisión tan firme de Eva de transgredir. Imagínense a la mujer más guapa del mundo: qué pelo, qué melena rubia, qué ojos y qué sonrisa. No veo su cuerpo. Es toda ella como un haz de luz. Y veo sus manos, cómo danzan. Adán la mira extasiado, con unos ojos puros llenos de amor. Eva es la felicidad en persona y da a Adán su dicha. El corazón de Adán se llena de agradecimiento hacia Dios y entona una oración. Ambos se meten en esa oración de acción de Gracias y quedan unidos como en un éxtasis de conocimiento mutuo. Como en un abrazo de unión. En donde, por un momento, no se distinguen como algo separado. Es como si fueran uno solo. Desaparecen de la vista, como envueltos, pero están ahí unidos. Esos momentos de ser uno solo, constituían su máxima felicidad. Vivían en el día preparando esos momentos. Al unirse así, participaban de la Trinidad de Dios. Su dicha estaba en ser uno con Dios Trino. El Cielo y la tierra se juntaban y se comunicaban sus bienes. Se les prometía una descendencia numerosa y se les iba preparando para ello. Pero antes debían pasar la Gran Prueba) 
¿Ellos conocían que el Diablo existía? Sí. 
¿Y Dios no les habló de sus peligros? Sí. Les prohibió hablar con él. 
María: “He aquí la esclava del Señor.”573 
Eva: Quiso ser la dominadora de Dios. Y la dominadora de su esposo. El dominio de Adán sobre todas las cosas, era un dominio amoroso. Ahora es un dominio de un déspota. 
Que le dice a su mujer: “¡No te eriges sobre mí!”. Y la humilla hasta pisotearla. La mujer sigue queriendo dominar al marido, y en esa dominación, es dominada por él. 

Jesús, ¿podrá la humanidad recuperar ese estado inicial? Sí. Sí en el espíritu. No del todo en la carne. El Demonio llamaba a Eva desde el árbol del bien y del mal.574 Eva miraba mucho para allá y veía su rostro y su mano en ademán de que se acercara, pues tenía algo que decirla importante. 
(Veo la cara de Demonio, asoma de entre un árbol. Lejos de Eva, pero le puede ver. El ademán que hace, los gestos, son muy atrayentes para la curiosidad. Asegura que es importantísimo lo que la tiene que decir, sólo a ella. Insiste) 
Ella estaba cierta de su propia fortaleza y, movida por el querer conocer, se acercó con la idea de que no podría hacerle nada. Se engañó pensando que debía conocer ese algo importante que tenía que decirle. Al fin y al cabo, Dios les había permitido conocerlo todo. Pensó que enseguida vería si era bueno o malo escucharlo. Se le verían las intenciones rápido a la Serpiente, pues Dios la había dotado de una rica inteligencia y de un conocer profundo de las almas. (Esto pensaba Eva de sí misma) Pero no pensó que le fuera a hablar del fruto de sus entrañas. El Demonio tentó a Eva por el hijo y por la generación de su prole. Al fin y al cabo, ella era la Fuente de la Vida. (Dice la Serpiente a Eva:) Dios les había hecho maduros. Poco a poco les había estado dando el conocimiento. Ya sabían todo lo que debían saber, y no le necesitaban tanto para decidir cuándo donar la vida. “Los animales tienen más poder otorgado por Dios, porque Dios les ha concedido decidir cuándo se donan para dar vida. Y eso que ellos no tienen la inteligencia. Pensad por qué Dios no os ha dado ese poder. No os lo ha dado, porque piensa que, así, con vuestra supina inteligencia, podréis llegar a ser como dioses.575 Y Dios sólo lo quiere ser Él. Piensa y ve qué incongruencia: Os hace dioses, para quitaros el poder de ser dioses. Os somete toda la tierra a vuestros pies, para no dejaros decidir cuándo queréis generar los hijos. Existe otra manera de generar los hijos. Y ésta es mucho más placentera. Os ha dado cuerpo para que no disfrutéis de él, qué incongruencia.” Eva, al principio, no le creyó, pero el Demonio comenzó a despertar los sentidos de Eva hacia el placer corporal, uno a uno. Eva estaba acostumbrada a conocer y conocer más cosas de la realidad a cada momento. Estaba siendo instruida por Dios, junto con Adán. Y pensó que esto era otra fuente de conocimiento, que no sabía por qué Dios se lo había ocultado. 
Albergó entonces la duda: “Quizá nos lo ocultaba, como dice Satán, para que no seamos como dioses”. Y empezó a sentir simpatía por ese ser que le proporcionaba un nuevo conocimiento. Satán la envolvió poco a poco en los sentidos, hasta el placer corporal, con las adulaciones a su belleza y santidad. Y luego le dijo, que hacer eso con Adán, sería el nuevo éxtasis, el superior, que aún no conocen. Y que de ahí nacería un hijo. Que entre ellos dos (Demonio y Eva), no podía haber esa unión para generar, porque él no era hombre, sólo ángel. Pero que entre Adán y Eva sí, hombre y mujer. Tienen un cuerpo material, llamado a la fusión corporal. “Observa a los animales: así.” Eva, repleta de ese nuevo éxtasis, abandonó al Diablo para ir en busca de su marido. (La veo cómo va afanosa hacia él. Su mirada ha cambiado) Le dijo que tenía el secreto de la vida. Que quería hacerle partícipe de cómo era. Estaba segura. Adán se fió de ella, porque era su compañera. Eva sí le contó que había hablado con la Serpiente para saberlo. Pero Adán empezó a verla con ojos de concupiscencia, porque su aspecto había cambiado. ¿Cómo había logrado ese nuevo aspecto? ¿Sería otra forma de felicidad con ella? Y puesto que Dios se la había dado como compañera, no podía traerle nada malo. La obedeció y la siguió. Se adentraron en un bosque, para no ser vistos por Dios. Se ocultaron a los ojos de Dios.576 Eva pensaba tener las dos formas de conocimiento: El de Dios y el del Diablo. El del Diablo, lo usarían cuando Dios no les viese. Hasta llegar a ser más que Él. Por eso, el pecado de Eva, fue mayor. Adán quiso probar también la felicidad de la carne y comió del fruto prohibido que le dio Eva. (Eva viene y le ofrece algo, que Adán come) Al entrar en ese bosque, la luz que llevaba Eva, la deja, para aparecer desnuda ante los ojos de Adán. (Ahora sí veo la desnudez de Eva. Veo su pecho. Y que crea el deseo de tenerla, en Adán) Y Adán desea ése fruto prohibido. Eva se siente con poder sobre él, y recuerda la frase de la Serpiente: “Seréis como dioses”577. Y su deseo es dominar primero a su marido, y luego a Dios. ¡Tener ella la llave de las puertas de la vida! ¡Por su poder, por sus virtudes y sus dones! Pero esa fusión, pronto entra en crisis. Adán no es más el hombre que la respeta, sino un animal que la deshonra. La animalidad que sintió Adán, anulando todos sus dones excelsos, le hizo retorcerse de odio hacia Eva, y usarla hasta destrozar su armonía como mujer. Ahora ambos, avergonzados de lo que se han hecho mutuamente, y de lo que han hecho a Dios, caminan asustados y huidizos por el Jardín del Edén. 

¡Oh, Jesús, dime que algún día podremos recobrar esta armonía original! No completamente, pero sí en parte. Cuando los hombres os volváis verdaderamente a Dios. Observa a Eva ahora. 
(Veo una pobre mujer como nosotros. Su melena despeinada y ya no es rubia. O no sé si es que no tiene luz. Camina encorvada queriendo ocultarse, ocultar su cuerpo. Se ha tapado con algo. No está su belleza, llora. Demacrada. Está triste) 
Dios no busca primero a Eva, sino a Adán. Le llama: “¡Adán! ¡Adán! ¿Por qué te escondes de Mí?”578 “Señor, ¡no quiero que me veas! La mujer que me diste por compañera, me ha ofrecido del fruto prohibido, y he comido.”579 Adán pensaba que eso tendría remedio para él, ya que ella era la culpable. Posiblemente Dios desterraría a Eva, y le daría otra compañera. El amor por ella, había desaparecido. Empezó a quitarse toda responsabilidad. A acusar a su mujer. Que se sintió fuertemente atraído por ella, y no lo pudo dominar. Pero Adán sí tenía el poder del dominio sobre sí. Y quiso perderlo por entregarse al placer que le ofrecían. Un placer, que sabía que era prohibido.

569 Cfr. Jn 12,32. 
570 Cfr. Mt 5,4. 
571 Cfr. Mt 6,34. 
572 Cfr. Gn 3,16.
573 Cfr. Lc 1,38. 
574 Cfr. Gn 2,16s; 3,1ss.
575 Cfr. Gn 6,4-5
576 Cfr. Gn 3,8. 
577 Cfr. Gn 3,5.
578 Cfr. Gn 3,9. 
579 Cfr. Gn 3,12.   

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