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domingo, 23 de junio de 2019

TAMBIÉN LOS NIÑOS PUEDEN IR AL PURGATORIO


Ana María Lindmayr vio también niños en el Purgatorio.  Su hermana Ana Catalina tenía dos hijos en Winkler: Félix e Ignacio.  Félix murió el 23 de Marzo de 1702.  Ignacio lloró mucho por su muerte.  Félix era un buen niño, muy diferente de Ignacio, que por el contrario era violento, colérico y desobediente, pero muy inteligente.  

La beata oró para que, si no iba a vivir según los mandatos de Dios, Él se lo llevara consigo aún inocente.  En ese momento el niño se encontraba bien de salud.  El 20 de Mayo Ignacio fue preso de una gran nostalgia de Félix, se puso muy triste y decía que quería irse con su hermanito.  Ese mismo día convulsionó, sufrió hasta el 8 de Junio, después se calmó, y el 14 de Junio murió sin haber llegado aún a los cuatro años de edad.  Pocos días después se apareció Ignacio a Ana María, y a los lados lo acompañaban sus dos hermanitos (uno ya había muerto antes de Félix).  

Ignacio llevaba un traje gris y estaba muy triste.  La tía rezó por él y le fue revelado que Ignacio ya había pecado y por eso debió ir al Purgatorio.  Dos días después volvió a ver a Ignacio, pero ahora en brazos de su Ángel Custodio que lo llevaba al Cielo.  La beata escribe al respecto: «He visto muchos niños desde los cuatro años en adelante en el Purgatorio, y he aprendido que cuando estos están para morir, hay que hacerlos arrepentirse y confesarse; se les debe absolver y dar la extrema unción».

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