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martes, 1 de octubre de 2013

Apocalipsis 16


1 Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Ángeles: 
«Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.»
2 El primero fue y derramó su copa sobre la tierra; y sobrevino una
úlcera maligna y perniciosa a los hombres que llevaban la marca de la
Bestia y adoraban su imagen.
3 El segundo derramó su copa sobre el mar; y se convirtió en sangre
como de muerto, y toda alma viviente murió en el mar.
4 El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de 
agua; y se convirtieron en sangre.
5 Y oí al Ángel de las aguas que decía: «Justo eres tú, “Aquel que es y 
que era”, el Santo, pues has hecho así justicia:
6 porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y tú 
les has dado a beber sangre; lo tienen merecido.»
7 Y oí al altar que decía: «Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios
son verdaderos y justos».
8 El cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado
abrasar a los hombres con fuego,
9 y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante, 
blasfemaron del nombre de Dios que tiene poder sobre tales plagas, y no se 
arrepintieron dándole gloria.
10 El quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia; y quedó su 
reino en tinieblas y los hombres se mordían la lengua de dolor.
11 No obstante, blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores y por
sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
12 El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se 
secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente.
13 Y vi que de la boca del Dragón, de la boca de la Bestia y de la boca 
del falso profeta, salían tres espíritus inmundos como ranas.
14 Son espíritus de demonios, que realizan señales y van donde los
reyes de todo el mundo para convocarlos a la gran batalla del Gran Día del 
Dios Todopoderoso.
15 (Mira que vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela y
conserve sus vestidos, para no andar desnudo y que se vean sus
vergüenzas).
16 Los convocaron en el lugar llamado en hebreo Harmaguedón.
17 El séptimo derramó su copa sobre el aire; entonces salió del
Santuario una fuerte voz que decía: «Hecho está».
18 Se produjeron relámpagos, fragor, truenos y un violento terremoto, 
= como no lo hubo desde que existen = hombres = sobre la tierra, = un
terremoto tan violento.
19 La Gran Ciudad se abrió en tres partes, y las ciudades de las
naciones se desplomaron; y Dios se acordó de la Gran Babilonia para darle 
la copa del vino del furor de su cólera.
20 Entonces todas las islas huyeron, y las montañas desaparecieron.
21 Y un gran pedrisco, con piedras de casi un talento de peso, cayó del 
cielo sobre los hombres. No obstante, los hombres blasfemaron de Dios por 
la plaga del pedrisco; porque fue ciertamente una plaga muy grande.

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