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lunes, 31 de marzo de 2014

Lecturas del Lunes de la 4ª semana de Cuaresma


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Lunes 31 de Marzo del 2014

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (65,17-21):

Así dice el Señor: «Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 29,2.4.5-6.11-12a.13b

R/.
 Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo: «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.»
El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño.»
Jesús le contesta: «Anda, tu hijo está curado.»
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. 
Y le contestaron: «Hoy a la una lo dejó la fiebre.»
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Lunes 31 de Marzo del 2014

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Pablo Largo
Queridos amigos:
¿Se puede saber para qué escribió Juan el cuarto evangelio? (Si viniera un estudioso de la obra de Juan le trataría a uno de indocumentado, pero nosotros ya nos entendemos, y no vamos a estar hablando del redactor final o de qué sé yo cuántas manos que intervinieron/interfirieron en la aparición de la criatura.) Para enterarnos de los objetivos de muchos escritos nos resultan particularmente útiles los prólogos y los epílogos. Justo el cuarto evangelio tiene un epílogo en el capítulo 20 donde declara sin ambages: “Jesús realizó... otros muchos signos que no están escritos en este libro. Éstos lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31). 
Es bueno recordar ese epílogo, pues a lo largo de estas dos semanas finales de la cuaresma nos guiará el evangelio de Juan. Si en nosotros se cumple en alguna proporción el objetivo del autor, podremos afirmar que su escrito sigue siendo un evangelio vivo y de largo alcance. Además, para que sepamos de qué va el asunto de la fe y cómo se puede creer acerca de Jesús lo que desea el evangelista, se nos narra en su obra un buen puñado de historias de fe.
Hoy, aparte de mencionarse la primera (los discípulos de Jesús creen en él tras el signo de Caná), se nos cuenta otra historia que también tiene un "final teologalmente feliz": el funcionario real cree junto con toda su familia. Esta historia de la fe viene precedida y preparada por otro desenlace feliz: el niño de la casa del funcionario, una criatura ya a punto de malograrse, prematuramente hechizada por la sonrisa de la muerte, se había zafado de la fiebre la víspera a la hora séptima. Y a este desenlace lo precede la palabra de Jesús y una primera diligencia de fe de aquel hombre, que se fía de esa palabra. (En realidad, ya había habido unas diligencias previas: cierto asomo de esperanza en que Jesús realizara un signo como en Caná y la búsqueda del maestro para que interviniera también en su propio caso. Pero es ahora cuando vemos al régulo ejercitando la fe.) Acto seguido, le llega una buena noticia y cumple una segunda diligencia. (Ah, no!, nada de grandes cavilaciones, sólo una rápida y sencilla comprobación horaria. La diligencia final la hace con toda la casa: la madre, el niño, los criados. Es, para él, una fase nueva de la fe. Se dice escuetamente que creyó, sin más especificaciones. Pero basta para darnos cuenta de que ha hecho un itinerario: ha ido de fe en fe, y la segunda y última ha sido una fe a coro.
Sí, sin duda, “dichosos los que sin ver creyeron”. Pero dichosos también los que vieron “los signos” y creyeron. ¿Cuáles son los signos que nos ayudan a creer? ¿Cómo consolidan nuestra fe? ¿Cómo hacen de balizas en nuestro camino en medio de la noche?
Vuestro amigo
Pablo Largo

EVANGELIO SAN JUAN


Juan 8 
1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. 
2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el 
pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 
3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, 
la ponen en medio 
4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante 
adulterio. 
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué 
dices?» 
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, 
inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: 
«Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» 
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, 
comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que 
seguía en medio. 
10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha 
condenado?» 
11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te 
condeno. Vete, y en adelante no peques más.» 
12 Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que 
me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.» 
13 Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu 
testimonio no vale.» 
14 Jesús les respondió: «Aunque yo dé testimonio de mí mismo, mi 
testimonio vale, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros 
no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. 
15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; 
16 y si juzgo, mi juicio es verdadero, porque no estoy yo solo, sino yo 
y el que me ha enviado. 
17 Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es 
válido. 
18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo y también el que me ha 
enviado, el Padre, da testimonio de mí.» 
19 Entonces le decían: «¿Dónde está tu Padre?» Respondió Jesús: «No 
me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais 
también a mi Padre.» 
20 Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el 
Templo. Y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. 
21 Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y 
moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» 
22 Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: “Adonde 
yo voy, vosotros no podéis ir?» 
23 El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros 
sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 
24 Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no 
creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.» 
25 Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió: «Desde 
el principio, lo que os estoy diciendo. 
26 Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha 
enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» 
27 No comprendieron que les hablaba del Padre. 
28 Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del 
hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia 
cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. 
29 Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, 
porque yo hago siempre lo que le agrada a él.» 
30 Al hablar así, muchos creyeron en él. 
31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os 
mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, 

32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» 
33 Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham 
y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» 
34 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que 
comete pecado es un esclavo. 
35 Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se 
queda para siempre. 
36 Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. 
37 Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, 
porque mi Palabra no prende en vosotros. 
38 Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que 
habéis oído donde vuestro padre.» 
39 Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham.» Jesús les dice: 
«Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. 
40 Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de 
Dios. Eso no lo hizo Abraham. 
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.» Ellos le dijeron: 
«Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a 
Dios.» 
42 Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a 
mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino 
que él me ha enviado. 
43 ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi 
Palabra. 
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los 
deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se 
mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, 
dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira. 

45 Pero a mí, como os digo la verdad, no me creéis. 
46 ¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la 
verdad, ¿por qué no me creéis? 
47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las 
escucháis, porque no sois de Dios.» 
48 Los judíos le respondieron: «¿No decimos, con razón, que eres 
samaritano y que tienes un demonio?» 
49 Respondió Jesús: «Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi 
Padre, y vosotros me deshonráis a mí. 

50 Pero yo no busco mi gloria; ya hay quien la busca y juzga. 
51 En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá 
la muerte jamás.» 
52 Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un 
demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: “Si alguno 
guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás.” 
53 ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? 
También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?» 
54 Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no 
valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: “El es 
nuestro Dios”, 
55 y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que 
no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y 
guardo su Palabra. 
56 Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio 
y se alegró.» 
57 Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y 
has visto a Abraham?» 
58 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que 
Abraham existiera, Yo Soy.» 
59 Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y 
salió del Templo

JEREMIAS


Jeremías 8 
1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - sacarán de sus tumbas los 
huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los 
sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de 
Jerusalén, 
2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército celeste a 
quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y adoraron, 
para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz 
de la tierra. 
3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que 
subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue - oráculo de 
Yahveh Sebaot -. 
4 Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno 
se extravía ¿no cabe tornar? 
5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía 
perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse. 
6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su 
maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su 
carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla. 
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la 
golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo 
ignora el derecho de Yahveh. 
8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?» 
Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso 
de los escribas. 
9 Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que 
han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve? 
10 Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos, 
porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho, 
y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude. 
11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera, 
diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz. 
12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron? 
¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por 
tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite - dice 
Yahveh -. 
13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero 
no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas. 
Es que yo les he dado quien les despoje. 
14 - «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas 
fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos 
propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh! 
15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se 
presenta el miedo. 
16 Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho 
sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y 
sus bienes, la ciudad y sus habitantes.» 
17 - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra 
las que no existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -. 

18 Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla; 
19 he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los 
rincones del país: «¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella? 
(¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas del 
extranjero?) 
20 La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.» 
21 Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el 
pánico se apodera de mí. 
22 ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues 
¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo? 
23 ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de 
lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo! 

MENSAJES



Amor indulgente

Yo pensaba en mis faltas y cómo podría corregirlas, cuando oí que Jesús me dijo:
–Si tú no tuvieras faltas, Yo te las daría. Lo importante es que tú Me ames siempre. Si tú Me amas, Yo no veré ni me fijaré en tus faltas y pecados. El amor me ciega. Tú siempre estarás imperfecta. ¡Si Yo esperara hasta que tú te limpiaras, Yo nunca podría amarte!

“Hágase tu voluntad”

–Tú no debes querer nada, ni vivir ni morir. Porque cuando tú deseas algo, esto no me permite hacer mi voluntad en ti. ¡No! Ni siquiera tú debes querer ser una santa. Porque si tú quieres la santidad, tú no la puedes alcanzar al grado en que Yo puedo concedértela. Si tú no quieres nada, entonces mi voluntad obra en ti completamente, porque Yo mismo soy la perfección y la santidad en ti. Puesto que tú eres imperfecta y miserable creatura, tú no eres capaz de querer algo que sea realmente perfecto, noble y santo. Es por esto que tú debes dejarme a Mí que quiera en ti todas las cosas. Por eso di con frecuencia: “Hágase tu voluntad”. Yo, el Hombre-Dios, hago lo mismo aún ahora.
Jesús entonces me enseñó a no pensar en cómo convertirme a mí misma con mi propio esfuerzo. El esfuerzo humano ata sus manos, pone límites a su libertad. Si Satanás ve que no puede obtener un alma, para hacerlo usa su última arma: empieza a incitar en el alma el deseo de un mayor grado de santidad. Con esto el alma empieza a concentrarse en sí misma y no en Dios.
Si yo sé que estoy en estado de gracia pero todavía me atormenta el pensamiento de mis pecados pasados, yo debo decir: “¡Aléjate, Satanás! Ya sé que yo no soy nada, pero Jesús me ama como soy”. Nosotros debemos correr a Jesús y pensar solamente en Él.
(“La Victoriosa Reina del Mundo” – Sor Natalia Magdolna)


María libra a sus devotos de caer en el infierno 

1. María consigue que todos sus devotos se salven 

El devoto de María que fielmente se encomienda a ella y le obsequia, no puede condenarse. Esta proposición, a alguno le puede parecer muy avanzada, pero a éste le rogaría que, antes de rechazarla, leyera antes lo que enseguida diré sobre este punto.

Al decir que un devoto de nuestra Señora no puede condenarse excluimos a los falsos devotos que abusan de su pretendida devoción para pecar más impunemente. Así que algunos, injustamente, desaprueban el ensalzar tanto la piedad de María con los pecadores, diciendo que así, éstas, luego abusan para pecar más. Semejantes presuntuosos, por su temeraria confianza, merecen castigo, no misericordia. Por tanto, ha de entenderse de aquellos devotos que, con deseo de enmendarse, son fieles en obsequiar a la Madre de Dios y encomendarse a ella. Y digo que éstos es moralmente imposible que se pierdan. Veo que esto también lo ha dicho el P. Crasset en su obra sobre la devoción a la Virgen María; y antes de él, Vega en su Teología Mariana, Mendoza y otros teólogos. Y para comprender que éstos no han hablado a la ligera, veamos lo que han dicho los doctores y los santos. No hay que extrañarse de que cite testimonios tan parecidos unos a otros pues he querido anotarlos todos para demostrar cuán concordes están sobre esto.

Dice san Anselmo que, como el que no es devoto de María y no está protegido por ella es imposible que se salve, así es imposible que se condene quien se encomienda a la Virgen y es mirado por ella con amor. Lo mismo afirma san Antonio con similares palabras: "Como es imposible que se salve aquél de quien María aparte los ojos de su misericordia, así es necesario que se salven y vayan a la gloria aquellos hacia los que vuelve sus ojos rogando por ellos".

Pero téngase en cuenta la primera parte de la proposición de estos santos, y tiemblen los que abandonan o menosprecian la devoción a esta divina Madre. Dicen que es imposible que se salven aquellos que no son protegidos de María. Esto lo afirman otros, como san Alberto Magno: "Todos, absolutamente todos los que no son tus siervos, se pierden necesariamente", dice san Buenaventura: "El que la desprecie, morirá en sus pecados". Y en otro lugar: "El que no te invoca en esta vida, no llegará al reino de Dios". Y en el salmo 99 llega a decir que no sólo no se salvará, sino que no existe ninguna esperanza de salvación para aquellos de los que María aparta el rostro. Antes lo había dicho san Ignacio mártir afirmando que no puede salvarse un pecador, sino por medio de la Santísima Virgen, la cual, por el contrario, salva con su piadosa intercesión a muchos que, conforme a la justicia divina merecían ser condenados. Algunos dudan si esta sentencia es de san Ignacio mártir, pero, según el P. Crasset, sí lo ha dicho san Juan Crisóstomo, y también lo afirma el abad de Celles. En este sentido aplica la Iglesia a María las palabras de los Proverbios "Los que me aborrecen, aman la muerte" (Pr 8, 36). Todos los que no me quieren, desean la muerte eterna. Porque, como dice Ricardo de San Lorenzo comentando las palabras "viene a ser como nave de mercader" (Pr 31, 14), se verán anegados en el mar de este mundo, todos los que se encuentren fuera de esta nave. Hasta el hereje Ecolampadio consideraba señal cierta de reprobación, la poca devoción de algunos hacia la Madre de Dios, por lo que decía: "Nunca se oirá de mí que estoy contra María, pues considero señal de condenación no tenerle afecto a ella". 

2. María impide que sus devotos de pierdan 

Por el contrario, dice María: "El que me oye, no se verá confundido" (Ecclo 24, 30): El que recurre a mí, y escucha lo que le digo, no se perderá. De ahí que le dijera san Buenaventura: "Señora, el que se preocupa de obsequiarte, está muy lejos de la condenación". "Y esto -dice san Hilario- aunque en el pasado se le hubiera ofendido mucho a Dios".

Por eso el demonio se afana en que los pecadores, después de haber perdido la gracia divina, pierdan además la devoción a María. Sara, viendo a Isaac que jugaba con Israel quien le enseñaba malas costumbres, dijo a Abrahán que lo echara de casa, y que echara también a su madre Agar: "Despacha a la esclava con su hijo" (Gn 21, 10). No se contentaba con que saliera sólo el hijo si no marcha la madre, pensando que, de otro modo, volviendo el hijo a ver a la madre, hubiera vuelto a frecuentar la vivienda. Así el demonio no se contenta con que un alma se aparte de Cristo si no se desentiende también de la Madre: "Arroja al Hijo y a su Esclava". De otra manera, teme que la Madre vuelva a introducir al Hijo en esa alma. Y lo teme con toda razón, porque, como dice el docto P. Paciuchelli, el que es fiel en obsequiar a la Madre de Dios, pronto lo recibirá por medio de María.

Por lo que, con razón san Efrén llama a la devoción a María "Carta de libertad", salvoconducto para el cielo y no ser relegado al infierno. Y llamaba a la Madre de Dios "Patrocinadora de los condenados", siendo cierto, como lo es, lo que dice san Bernardo, que a María no le falta ni poder ni voluntad de salvar. No le falta poder porque sus plegarias no pueden dejar de ser oídas, como afirma san Antonio. Y san Bernardo dice que sus plegarias no pueden quedar baldías, sino que obtienen cuanto quieren: "Encuentra lo que quiere y no puede quedar decepcionada". No le falta voluntad de salvarnos, porque más desea nuestra salvación de lo que nosotros la deseamos. Siendo esto verdad ¿cómo puede suceder que se pierda un devoto de María? Puede que sea pecador, pero si se encomienda a esta buena Madre con perseverancia y voluntad de enmendarse, ella se cuidará de conseguirle luz para salir de su mal estado, dolor de sus pecados, perseverancia en el bien y una santa muerte. ¿Qué madre, pudiendo con sus plegarias ante el juez, librar a su hijo de la muerte, no lo haría? Y ¿podremos pensar que María, madre la más amorosa que pueda encontrarse para con sus devotos, pudiendo librar a un hijo de la muerte eterna, deje de hacerlo? 

3. María pone a sus devotos en camino de salvación 

Devoto lector, demos gracias al Señor si vemos que Dios nos ha dado amor y confianza para con la Reina del cielo, porque Dios -dice san Juan Damasceno- otorga esta gracia a los que quiere salvar. Con estas hermosas palabras reaviva el santo nuestra confianza: "Madre de Dios, si yo pongo mi confianza en ti, me salvaré. Si estoy bajo tu protección, no tengo que temer nada, porque ser tu devoto es poseer las armas con que se consigue la salvación que Dios concede a los elegidos". Erasmo saludaba a la Virgen diciendo: "Dios te salve, terror del infierno y esperanza de los cristianos; esperar en ti es tener segura la salvación".

¡Cuánto enfurece al demonio ver a un alma que persevera en la devoción a la Madre de Dios! Se lee en la vida del P. Alfonso Álvarez, muy devoto de María, que estando en oración y muy angustiado por las tentaciones impuras con las que le acosaba el demonio, éste le dijo: "Deja esa devoción a María y yo dejaré de tentarte".

Reveló Dios a santa Catalina de Siena, como refiere Blosio, que él, por su bondad, le había concedido a María, en atención a su divino Hijo, que ninguno, aunque fuera pecador, si se encomienda a ella devotamente, llegue a condenarse. También el profeta David pedía ser librado del infierno por el amor que tenía al honor de María: "Amé, Señor, el decoro de tu casa... no pierdas mi alma con los impíos" (Sal 25, 8-9). Dice "el decoro de su casa", porque María fue aquella casa que Dios se fabricó en la tierra para su morada y para encontrar en ella su reposo al hacerse hombre, como está escrito en los Proverbios: "La Sabiduría se edificó para sí una casa" (Pr 1). No, cierto que no se perderá -decía san Ignacio mártir- el que se preocupa de ser devoto de esta Virgen Madre". Y lo confirma san Buenaventura diciendo: "Señora, los que te aman gozan de gran paz en esta vida y en la otra no verán jamás la muerte". "Jamás se ha dado ni se dará el caso -asegura el devoto Blosio- de que un humilde y devoto siervo de María, se pierda para siempre"

4. María posee gran poder contra el mal 

¡Cuántos se habrían condenado eternamente o quedado obstinados en el mal, si María no hubiera intercedido ante su hijo para que tuviera misericordia con ellos! Así lo dice Tomás de Kempis, y es el parecer de muchos teólogos, sobre todo de santo Tomás, el que a personas aparentemente muertas en pecado mortal, la Madre de Dios les obtuviera del Señor que suspendiera la sentencia y revivieran para hacer penitencia. Sobre esto refieren graves autores, no pocos ejemplos. Entre otros, Flodoardo, que vivió en el siglo noveno, narra en su Crónica de un diácono llamado Adolmano, el cual, creyéndole muerto, mientras estaban ya para enterrarlo, revivió; y dijo que había visto el lugar del infierno donde debía estar condenado, pero que, gracias a las plegarias de la Santísima Virgen, había vuelto a la vida para tener tiempo de hacer penitencia. Surio también refiere de un ciudadano romano llamado Andrés, que había muerto, al parecer, impenitente, y al que María le había obtenido poder revivir para poder ser perdonado. También cuenta Pelbarto que en su tiempo, cuando el emperador Segismundo atravesaba los Alpes con su ejército, se oyó la voz de un soldado que estaba esquelético, y que pedía confesión, diciendo que la Madre de Dios, de quien había sido devoto, le había obtenido la gracia de poder vivir en aquel estado hasta que se confesase; y una vez que se hubo confesado, expiró.

Estos y otros ejemplos, no han de servir para animar a ningún temerario a vivir en pecado, con la esperanza de que María lo librará del infierno en el último momento; pues, como sería gran locura tirarse a un pozo con la esperanza de que María lo preservara de la muerte, como ha salvado a otros en semejante situación, así mayor locura sería arriesgarse a llegar a la hora de la muerte en pecado con la pretensión de que la Virgen lo librase del infierno. Pero esos ejemplos, que sirvan para reavivar nuestra confianza pensando que, si la intercesión de esta Madre divina ha podido librar del infierno aun a aquellos que parecían haber muerto en pecado, cuánto más será poderosa para impedir que caigan en el infierno los que durante su vida recurren a ella con intención de enmendarse, y fielmente la sirven. 

5. María escucha nuestras plegarias 

Digamos, pues, con san Germán: "¿Qué sería de nosotros, pobres pecadores, pero que queremos enmendarnos y recurrimos a ti, sin tu ayuda, pues eres la vida y la respiración de los cristianos?". Oigamos a san Anselmo que dice: "No se condenará aquel por quien María haya orado una sola vez". Dice que no se condenará aquel por quien hayas interpuesto tus plegarias, aunque sea una sola vez; ruega pues por nosotros, y nos veremos libres del infierno. ¿Quién me dirá que, al presentarme al divino tribunal, no tendré favorable al juez, si tengo para defender mi causa a la Madre de la misericordia? Así lo expresa Ricardo de San Víctor. El B. Enrique Susón declaraba que había puesto su alma en manos de María; y decía que si el juez hubiera querido condenarlo, deseaba que la sentencia se ejecutase por manos de María, seguro de que una vez en manos de la Virgen piadosa, ella misma impediría su ejecución. Lo mismo digo y espero para mí, mi Santísima Reina. Por esto quiero siempre suplicarte con san Buenaventura: "En ti, Señora, esperé, no seré para siempre confundido". Señora, yo he puesto en ti toda mi esperanza; por eso tengo la firme seguridad de no verme condenado, sino encontrarme a salvo en el cielo alabándote y amándote siempre. 

EJEMPLO 

Distinta suerte de dos jóvenes libertinos 

En el año 1604, en una ciudad de Flandes, vivían dos jóvenes estudiantes, que en vez de dedicarse a los estudios, se lo pasaban en borracheras y deshonestidades. Una de tantas noches, habiendo estado pecando en casa de una mujer de mala vida, uno de ellos llamado Ricardo, se fue a su casa, el otro se quedó más tiempo. Llegado a casa Ricardo, mientras se desvestía para acostarse, se acordó de que no había rezado aún el Ave María a la Virgen, como acostumbraba. Se caía de sueño, por lo que le costó mucho rezar, pero haciendo un esfuerzo rezó, aunque sin devoción y medio dormido. Luego se acostó; y estando en el primer sueño, sintió llamar fuerte a la puerta, e inmediatamente después, sin que se abriera la puerta, vio ante sí a su compañero, desfigurado y horrible. "¿Quién eres?", le dijo. "¿No me reconoces?", le respondió la aparición. "Pero ¿cómo estás tan cambiado? ¡Si pareces un demonio?" "¡Desgraciado de mí! ¡Estoy condenado!", gritó el infeliz. "¿Cómo?" "Al salir de aquella casa infame un demonio me ahogó. Mi cuerpo está en medio de la calle y mi alma en el infierno. Y has de saber que el mismo castigo estaba preparado para ti, pero la Virgen, por ese pequeño obsequio del Ave María, te ha librado. ¡Feliz tú, si sabes aprovechar este aviso que por mi medio te manda la Madre de Dios!" Y dicho esto desapareció. Ricardo, deshecho en llanto, se arrojó de la cama postrándose en el suelo para dar gracias a María su libertadora. Y estando meditando en cambiar de vida, oyó la campana de los franciscanos que tocaba a maitines. Se dijo: Ahí me llama Dios a hacer penitencia. Marchó inmediatamente al convento a rogar a los padres que lo recibieran. Ellos no querían hacerle caso conociendo su vida tan desordenada; pero él, hecho un mar de lágrimas, les contó cuanto acababa de suceder. Marcharon los padres a aquella calle, y, en verdad, encontraron el cadáver del joven con muestras de haber sido ahogado y negro como un carbón. Entonces lo recibieron. Ricardo, de ahí en adelante se entregó a una vida ejemplar. Fue a las Indias y a predicar el Evangelio; de allí pasó al Japón; y tuvo la gracia de morir mártir de Jesucristo, siendo quemado vivo. 

ORACIÓN DE GRATITUD A MARÍA 

María, mi Madre muy amada:
en qué abismo de males no me encontraría,
si no me hubieras preservado tantas veces;
si con tu piadosa mano
no me hubieras sostenido
en cuántos peligros hubiera caído. 

Cuántos años hace que estaría en el infierno
si tú no me hubieras librado con piadosos ruegos.
Mis graves pecados allí me arrojaban;
la divina justicia, ya me había condenado;
los demonios bramaban,
queriendo ver ejecutada la sentencia.
Pero tú acudiste, Madre,
sin que yo te llamara, y me salvaste. 

Mi amada libertadora,
¿qué te ofrendaré por tal gracia y tanto amor?
Tú, después, venciste mi dureza,
y me atrajiste a tu amor y a confiar en ti.
Prosigue, vida y esperanza,
Madre a la que amo más que a mi vida,
prosigue empeñada en librarme del infierno,
y, antes, de los pecados en que puedo caer. 

Mi Señora, tan querida, yo te amo.
¿Cómo podrá sufrir tu bondad
ver condenado a un devoto que te ama?
Consígueme que no sea en adelante ingrato,
ni contigo, ni con Dios,
que, por tu amor, tantas gracias me ha otorgado.
María, sé que me perderé si te abandono.
Pero ¿cómo tendré el valor para dejarte?
Tú, después de Dios,
eres todo el amor que me queda. 

No soy capaz de vivir sin amarte.
Yo te quiero de veras, yo te amo,
y espero que siempre te amaré,
en el tiempo y en la eternidad,
porque eres la criatura más bella y santa,
más benigna y amable del mundo. Amén. 

("Las Glorias de María" - San Alfonso María de Ligorio)

UNA LIMPIEZA PROFUNDA PARA EL ALMA: EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

Para confesarnos bien


Este examen de conciencia para hacer una buena confesión y el modo de confesarse bien, han sido extraídos del libro "Para Salvarte", del Padre Jorge Loring.

SEXTO Y NOVENO MANDAMIENTOS.

1. ¿Has cometido alguna acción gravemente deshonesta? - 2. ¿A solas? - 3. ¿Con otra persona? - 4. ¿De qué clase: soltera, casada, pariente, o del mismo sexo? - 5. ¿Ha sido sólo tocando o has llegado hasta lo último? - 6. En este caso, ¿la consecuencia ha sido un embarazo? (Esto trae consigo ciertas obligaciones graves que debes preguntar al confesor). - 7. ¿Te has puesto voluntariamente en peligro próximo de pecar gravemente, o no lo has evitado pudiendo y debiendo hacerlo? - 8. ¿Te has rozado con alguna cosa o persona con intención deshonesta? - 9. ¿Has bailado con intención deshonesta? - 10. ¿Has tenido tactos deshonestos por impulsos de lujuria? - 11. ¿Has besado o abrazado con deseo deshonesto? - 12. ¿Has buscado conscientemente provocarte una excitación carnal? - 13. ¿Te has puesto en peligro grave, voluntariamente y sin causa que lo justifique, de provocarte movimientos voluptuosos y de consentir en ellos? - 14. ¿Procuras rechazar desde el principio las tentaciones deshonestas? - 15. ¿Has hecho gestos deshonestos? - 16. ¿Has dicho palabras groseras y malsonantes? - 17. ¿Has tenido conversaciones obscenas, contado chistes verdes o cantado canciones deshonestas? (En el nº 68 encontrarás quienes son los que pecan en las conversaciones deshonestas). - 18. ¿Has fomentado estas conversaciones? - 19. ¿Oyes cosas gravemente deshonestas, complaciéndote voluntariamente? - 20. ¿Has leído, escrito o dibujado, por gusto, sin razón que lo justifique, cosas gravemente deshonestas? - 21. ¿Tienes libros, revistas, fotografías, grabados inmorales? - 22. ¿Los has prestado? - 23. ¿Has seguido leyendo un libro después de advertir que era un peligro para tu alma? - 24. ¿Has mirado con intención deshonesta? (No es lo mismo mirar detenida y voluntariamente, que ver sin querer, de paso y sin fijarse, o por necesidad) - 25.¿Has ido a espectáculos gravemente deshonestos? - 26. ¿Has asistido a diversiones inmorales que son para ti ocasión próxima de pecado? (En el nº 85, al final, te explico la diferencia entre ocasión próxima y remota). - 27. ¿Cooperas o encubres acciones deshonestas? - 28. ¿Tienes relaciones amorosas por pasatiempo, sin ánimo de casarte? - 29. En el noviazgo, ¿te portas con seriedad y sabes guardar la moderación debida en las manifestaciones de amor, evitando el peligro de pecar? - 30. ¿Procuras conocer el carácter, modo de ser, defectos y virtudes de tu novio (o novia), para enamorarte más del alma que del cuerpo? - 31. ¿Le engañas o impides que te conozca a ti como realmente eres? - 32. ¿Procuras corregirte de tus defectos para hacerte más digno de su amor? - 33. ¿Procuras ayudarle espiritualmente, o eres para él (o ella) un tormento y una tentación? - 34. ¿Sabes sacrificarte para atender a sus gustos razonables? - 35. ¿Le guardas la misma fidelidad que te gusta te guarde a ti? - 36. ¿En vuestras expresiones cariñosas, pierdes el control y haces lo que es derecho exclusivo de casados? (El funcionamiento voluntario del aparato genital, es sólo lícito dentro del matrimonio). - 37. ¿Tienes en cuenta los consejos razonables de tus padres sobre tu noviazgo? - 38. ¿Procuras ganarte su familia y que la tuya también le acepten?. - 39. ¿Tienes amistades que son ocasión habitual de pecado? - 40. ¿Estás en disposición de dejarlas? - 41. ¿Evitas las ocasiones de pecar? - 42. ¿Te has puesto voluntariamente en peligro de pecar? - 43. ¿Vas a sitios de perdición? - 44. ¿Llevas a otros? - 45. ¿Has tenido deseos deshonestos consentidos deliberadamente, aunque no los hayas ejecutado? - 46. ¿Era una persona casada o que por alguna circunstancia tenga gravedad especial ? (Pariente, del mismo sexo, etc.). - 47. ¿Has tenido pensamientos deshonestos deleitándote voluntariamente en ellos? (No es lo mismo sentir malos deseos y tener malos pensamientos, que consentir deleitándose voluntariamente en ellos). - 48. ¿Has codiciado deshonestamente y con deliberación a otra persona que no es tu cónyuge?

No se ha de poner la paz en los hombres




Hijo, si pones tu paz en alguno por tu parecer, y por conversar con él, estarás sin quietud y sin sosiego. Mas si vas a buscar, la verdad, que siempre vive y permanece, no te entristecerás por el amigo que se retirare o se muriere. En mí ha de estar el amor del amigo, y por mí se ha de amar a cualquiera que en esta vida te pareciere bueno y amable. Sin mí no vale nada ni durará la amistad, ni es verdadero ni puro el amor que yo no compongo. Tan muerto debes estar a las aficiones de los amigos, que, por lo que a ti toca, debes carecer de todo trato humano. Tanto se acerca el hombre a Dios, cuanto se desvía de todo consuelo terreno; y tanto más alto sube a Dios, cuanto más bajo desciende en sí y se tiene por más vil.
El que se atribuye a sí mismo algo bueno, impide a la gracia de Dios venga a él; porque la gracia del Espíritu Santo siempre busca el corazón humilde. Si te supieses anonadar perfectamente y limpiar de todo amor criado, yo entonces manaría en ti con abundantes gracias. Cuando miras a las criaturas, se aparta de ti la vista del Creador. Aprende a vencerte en todo por el Creador, y entonces podrás llegar al conocimiento divino. Cualquier cosa, por pequeña que sea, si se ama y se mira desordenadamente, nos retarda gozar del sumo Bien, y nos daña.


EVANGELIO SAN JUAN



Juan 7 
1 Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por 
Judea, porque los judíos buscaban matarle. 
2 Pero se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. 
3 Y le dijeron sus hermanos: «Sal de aquí y vete a Judea, para que 
también tus discípulos vean las obras que haces, 
4 pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces 
estas cosas, muéstrate al mundo.» 
5 Es que ni siquiera sus hermanos creían en él. 
6 Entonces les dice Jesús: «Todavía no ha llegado mi tiempo, en 
cambio vuestro tiempo siempre está a mano. 
7 El mundo no puede odiaros; a mí sí me aborrece, porque doy 
testimonio de que sus obras son perversas. 
8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque aún no se 
ha cumplido mi tiempo.» 
9 Dicho esto, se quedó en Galilea. 
10 Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él 
también subió no manifiestamente, sino de incógnito. 
11 Los judíos, durante la fiesta, andaban buscándole y decían: 
«¿Dónde está ése?» 
12 Entre la gente había muchos comentarios acerca de él. Unos 
decían: «Es bueno.» Otros decían: «No, sino que engaña al pueblo.» 
13 Pero nadie hablaba de él abiertamente por miedo a los judíos. 
14 Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. 
15 Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin 
haber estudiado?» 
16 Jesús les respondió: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha 
enviado. 
17 Si alguno quiere cumplir su voluntad, verá si mi doctrina es de 
Dios o hablo yo por mi cuenta. 
18 El que habla por su cuenta, busca su propia gloria; pero el que 
busca la gloria del que le ha enviado, ese es veraz; y no hay impostura en él. 
19 ¿No es Moisés el que os dio la Ley? Y ninguno de vosotros cumple 
la Ley. ¿Por qué queréis matarme?» 
20 Respondió la gente: «Tienes un demonio. ¿Quién quiere matarte?» 
21 Jesús les respondió: «Una sola obra he hecho y todos os 
maravilláis. 
22 Moisés os dio la circuncisión (no que provenga de Moisés, sino de 
los patriarcas) y vosotros circuncidáis a uno en sábado. 
23 Si se circuncida a un hombre en sábado, para no quebrantar la Ley 
de Moisés, ¿os irritáis contra mí porque he curado a un hombre entero en 
sábado? 
24 No juzguéis según la apariencia. Juzgad con juicio justo.» 
25 Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren 
matar? 
26 Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán 
reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? 
27 Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el 
Cristo, nadie sabrá de dónde es.» 
28 Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me 
conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; 
sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le 
conocéis. 
29 Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.» 
30 Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía 
no había llegado su hora. 
31 Y muchos entre la gente creyeron en él y decían: «Cuando venga el 
Cristo, ¿hará más señales que las que ha hecho éste?» 
32 Se enteraron los fariseos que la gente hacía estos comentarios 
acerca de él y enviaron guardias para detenerle. 
33 Entonces él dijo: «Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, 
y me voy al que me ha enviado. 
34 Me buscaréis y no me encontraréis; y adonde yo esté, vosotros no 
podéis venir.» 
35 Se decían entre sí los judíos: «¿A dónde se irá éste que nosotros no 
le podamos encontrar? ¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos 
para enseñar a los griegos? 
36 ¿Qué es eso que ha dicho: “Me buscaréis y no me encontraréis”, y 
“adonde yo esté, vosotros no podéis venir”?» 
37 El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, 
gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba 
38 el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos 
de agua viva. 
39 Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que 
creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había 
sido glorificado. 
40 Muchos entre la gente, que le habían oído estas palabras, decían: 
«Este es verdaderamente el profeta.» 
41 Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso 
va a venir de Galilea el Cristo? 
42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de 
David y de Belén, el pueblo de donde era David?» 
43 Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de él. 
44 Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. 
45 Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. 
Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?» 
46 Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como 
habla ese hombre.» 
47 Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis 
dejado embaucar? 
48 ¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo? 
49 Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.» 
50 Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido 
anteriormente donde Jesús: 
51 «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y 
sin saber lo que hace?» 
52 Ellos le respondieron: «¿También tú eres de Galilea? Indaga y 
verás que de Galilea no sale ningún profeta.» 
53 Y se volvieron cada uno a su casa. 

JEREMIAS


Jeremías 7 
1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías: 
2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta 
palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que entráis por 
estas puertas a postraros ante Yahveh. 
3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de 
obras, y yo haré que os quedéis en este lugar. 
4 No fiéis en palabras engañosas diciendo: «¡Templo de Yahveh, 
Templo de Yahveh, Templo de Yahveh es éste!» 
5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente 
hacéis justicia mutua 
6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no vertéis 
sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro 
daño, 
7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que 
di a vuestros padres desde siempre hasta siempre. 
8 Pero he aquí que vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada 
sirven, 
9 para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a 
otros dioses que no conocíais. 
10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi 
Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas 
abominaciones. 
11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa 
que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! - oráculo de Yahveh 
-. 
12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre 
antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel. 
13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto - oráculo de Yahveh - 
por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas 
no respondisteis, 
14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que 
confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice 
con Silo, 
15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos, 
a toda la descendencia de Efraím. 
16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria 
ni oración, ni me insistas, porque no te oiré. 
17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las 
calles de Jerusalén? 
18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres 
amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en honor de 
otros dioses para exasperarme. 
19 ¿A mí me exasperan ésos? - oráculo de Yahveh -, ¿no es a sí 
mismos, para vergüenza de sus rostros? 
20 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: He aquí que mi ira y mi saña 
se vuelca sobre este lugar, sobre hombres y bestias bestias, sobre los 
árboles del campo y el fruto del suelo; arderá y no se apagará. 
21 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros 
holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne. 
22 Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les 
hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio. 
23 Lo que les mandé fue esto otro: «Escuchad mi voz y yo seré 
vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os 
mandare, para que os vaya bien.» 
24 Mas ellos no escucharon ni prestaron el oído, sino que procedieron 
en sus consejos según la pertinacia de su mal corazón, y se pusieron de 
espaldas, que no de cara; 
25 desde la fecha en que salieron vuestros padres del país de Egipto 
hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día 
puntualmente. 
26 Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la 
cerviz hicieron peor que sus padres. 
27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les 
llamarás y no te responderán. 
28 Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de 
Yahveh su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha 
desaparecido de su boca. 
29 Córtate tus guedejas y tíralas, y entona por los calveros una elegía; 
que Yahveh ha desechado y repudiado a la generación objeto de su cólera. 
30 Los hijos de Judá han hecho lo que me parece malo - oráculo de 
Yahveh -: han puesto sus Monstruos abominables en la Casa que llaman por 
mi Nombre profanándola, 
31 y han construido los altos de Tófet - que está en el valle de Ben 
Hinnom - para quemar a sus hijos e hijas en el fuego, cosa que nos les 
mandé ni me pasó por las mientes. 
32 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no 
se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del “valle de la 
Matanza”. Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio, 
33 y los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del 
cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante. 
34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén 
toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque 
toda la tierra quedará desolada. 

MENSAJES NUESTRA SEÑORA DE AKITA , JAPÓN 1973-1975


13 de octubre de 1973
"Mi querida hija, escucha bien lo que tengo que decirte. Tu informarás a tu superior."
Después de un corto silencio: "Como te dije, si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les  quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día recita las oraciones del rosario. Con el rosario, reza por el Papa, los obispos y los sacerdotes."

"La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros...iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor.
"

"El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios. Pensar en la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y gravedad, no habrá ya perdón para ellos.
"

"Con valentía, habla con tu superior. El sabrá como dar a cada uno valor para rezar y lograr obras de reparación
.
"

"Es el obispo Ito quien dirige vuestra comunidad."
ella ser rió y entonces dijo: “¿Todavía tienes algo que preguntar? Hoy es la última vez que yo te hablaré con voz viva. Desde ahora en adelante obedecerás al que que se te envía y a tu superior."

"Reza mucho las oraciones del Rosario. Solo yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mi se salvarán."