VATICANO, 28 Feb. 15 / 12:02 pm (ACI/EWTN Noticias).- Al recibir hoy en audiencia a los miembros de la Confederación de Cooperativas Italianas, el Papa Francisco alentó su trabajo a favor del bien común y advirtió que cuando el dinero es un ídolo arruina y condena al hombre.
El Santo Padre destacó que “no es fácil hablar de dinero. Dijo Basilio el Grande, Padre de la Iglesia del siglo IV, citado por San Francisco de Asís, que ‘el dinero es el estiércol del diablo’. Lo repite ahora también el Papa: ‘el dinero es el estiércol del diablo!’”.
“Cuando el dinero se convierte en un ídolo, controla las decisiones del hombre. Y luego arruina al hombre y lo condena. Hace que sea un sirviente. El dinero en el servicio de la vida puede ser manejado de la manera correcta por la cooperativa, pero si es una cooperativa auténtica, real, donde no controla el capital a los hombres, sino los hombres sobre el capital”.
Francisco aseguró que “las cooperativas desafían todo, desafiando incluso las matemáticas, ¡porque en una cooperativa uno más uno es igual a tres! Y en una cooperativa, un fracaso es medio fracaso. ¡Esa es la belleza de las cooperativas!”.
El Santo Padre destacó que las cooperativas “son en primer lugar la memoria viva de un gran tesoro de la Iglesia italiana. De hecho, sabemos que en el origen del movimiento cooperativo italiano, muchas cooperativas agrícolas y de crédito, en el siglo XIX, fueron sabiamente fundadas y promovidas por sacerdotes y pastores”.
“En varias diócesis italianas todavía utilizan la cooperación como un remedio eficaz para el problema del desempleo y de las diferentes formas de desventaja social”.
El Papa lamentó que “hoy en día es una regla, no digamos normal, habitual ... pero tan a menudo se ve: ‘¿Usted busca un empleo? Venga, venga a esta empresa’. 11 horas, 10 horas, 600 euros. ‘¿Te gusta? ¿No? Vete a tu casa’”.
“¿Qué hacer en este mundo que funciona así? Porque hay una cola, la cola de personas que buscan trabajo: si no te gusta, a ese otro le gustará. Y el hambre, el hambre hace que aceptemos lo que nos da, el trabajo en negro ... yo podría preguntar, por ejemplo, al personal de la casa: ¿Cuántos hombres y mujeres que trabajan en el servicio doméstico tienen los ahorros sociales para la pensión?
Todo esto es bien conocido. La Iglesia siempre ha reconocido, apreciado y alentado la experiencia cooperativa”.
Francisco señaló a los miembros de cooperativas presentes que es una “misión real” contemporánea “encontrar imaginación creativa para hallar formas, métodos, actitudes y herramientas para combatir la ‘cultura del descarte’, lo que ahora vivimos, la ‘cultura del derroche’ cultivada por los poderes que rigen las políticas económicas y financieras mundo globalizado, donde el centro es el dios dinero”.
“Globalizar la solidaridad - ¡esto se debe globalizar, la solidaridad! - hoy en día significa pensar en el aumento vertiginoso del desempleo, las incesantes lágrimas de los pobres, la necesidad de reanudar el desarrollo que es el progreso real de la persona que necesita ciertamente de ingresos, ¡pero no sólo de ingresos!”.
El Santo Padre señaló que se debe pensar “en las necesidades de salud, que los sistemas de bienestar tradicional ya no son capaces de cumplir; en las necesidades apremiantes de la solidaridad, poniendo de nuevo, al centro de la economía mundial, la dignidad de la persona humana”.
Ante esto, Francisco alentó a las cooperativas a “seguir siendo el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y la sociedad civil”.
El Papa también los animó a “ser activos protagonistas para lograr nuevas soluciones de bienestar, particularmente en salud, una zona sensible, donde tanta gente pobre ya no encuentran respuestas adecuadas a sus necesidades”.
“¡La caridad es un regalo! ¡No es un simple gesto para calmar el corazón, es un regalo! ¡Cuando hago la caridad me dono a mí mismo! Si no soy capaz de donarme, eso no es caridad. Un regalo sin el cual no se puede entrar en la casa de los que sufren”.
Francisco alentó a las cooperativas a continuar combatiendo y contrarrestando “las falsas cooperativas, las que prostituyen el nombre de la cooperativa, es decir de una realidad muy buena, para engañar a la gente con fines de lucro antónimos a los de la cooperación verdadera y genuina”.
“Hacen bien”, les reiteró, pues las falsas cooperativas “toman una fachada honrada y persiguen en su lugar propósitos deshonestos e inmorales, a menudo dirigidos a la explotación del trabajo, o la manipulación del mercado, e incluso al tráfico escandaloso de la corrupción y es una vergüenza y grave mentira que absolutamente no se puede aceptar”.
“¡Luchen contra esto! Pero, ¿cómo luchar? ¿Con solo palabras? ¿Con ideas? Luchen con la cooperación justa, la verdadera, la que siempre vence”.
Al culminar su discurso, el Papa Francisco alentó a los miembros de cooperativas a “caminar junto con todos los hombres de buena voluntad”.
“Esto también es una vocación cristiana, un llamado a todos los cristianos. Los valores cristianos no son solo para nosotros, ¡son para compartir! Y compartirlos con los demás, con los que no piensan como nosotros, pero que quieren las mismas cosas que queremos”.
“Vayan adelante, ¡ánimo! Sean creativos, ‘poetas’, ¡Adelante!”, concluyó.
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