650 bebés fueron ejecutados en 2013 por orden de sus padres. ¿Alguna bárbara horda de islamistas fanáticos? No. Lo fueron legalmente bajo ley de eutanasia de Holanda, que permite ahora, también, que los padres o los médicos «terminen» con la vida de los niños si consideran que sus vidas no son dignas de ser vividas.
El argumento, presuntamente humanitario, ha sido desbordado por los hechos, ya que en principio, según sus defensores,
la ley fue diseñada para ayudar a los pacientes con enfermedades terminales a tener una muerte digna, pero el «derecho a morir» también se ha concedido a un número creciente de personas que están físicamente saludables, pero que tienen problemas psicológicos. Las cifras oficiales muestran que 13 pacientes que sufren de enfermedades mentales fueron sacrificados en 2011; en 2013 esta cifra había aumentado a 42 pacientes.
No es sólo un peldaño más en la pendiente resbaladiza de la eutanasia, es «aborto postnatal», ya no hay diferencia. Desprecio, descarte del débil. Recuperación del utilitarismo greco-romano en la versión de Peter Singer:
Como los antiguos griegos, deberíamos tener una ceremonia un mes después del parto en la que el infante es admitido en la comunidad. Sólo en ese momento, a los niños se les reconocerían los mismos derechos que a las personas.
El problema ya no es científico, hay vida, se reconoce. Y se asume también que esa vida dentro del seno materno es la misma que fuera, pero….¿y qué? Y frente a esta última pregunta de los defensores de la «cultura de la muerte» no tengo otra respuesta que si esa es la civilización occidental que hay que defender, conmigo que no cuenten.
No hace falta ninguna invasión musulmana, ninguna confrontación. Europa, empezando por Holanda, iam foetet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario