Dos de los grandes fundadores de Órdenes religiosas, San Alfonso, fundador de los Redentoristas, y San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, tenían una devoción especial a Nuestra Señora del Monte Carmelo y los dos llevaban el Escapulario.
A su muerte, ambos fueron enterrados con sus hábitos sacerdotales y su Escapulario. Años después, sus tumbas fueron abiertas, sus cuerpos y sus vestidos estaban reducidos en polvo, pero el Escapulario de ambos estaba perfectamente intacto.
El Escapulario de San Alfonso está expuesto en su Monasterio en Roma, así como el de San Juan Bosco lo está en su museo en Turín.
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