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sábado, 22 de septiembre de 2018

PROPAGAD EL EVANGELIO. LLEVADLO A TODO EL MUNDO / SALMOS

"Marcos, 12 

1.Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. 2.Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. 
3.Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. 
4.De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. 5.Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. 
6.Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán". 
7.Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia." 
8.Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. 
9.¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. 
10.¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; 
11.fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?» 
12.Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron. 
13.Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. 14.Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?» 
15.Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea.» 
16.Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César.» 
17.Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban de él. 
18.Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: 
19.«Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. 
20.Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; 21.también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. 
22.Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. 
23.En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.» 
24.Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? 
25.Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. 
26.Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? 
27.No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error.» 
28.Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» 
29.Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, 
30.y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 
31.El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» 
32.Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro fuera de El, 
33.y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» 34.Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas. 
35.Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 
36.David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 
37.El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La muchedumbre le oía con agrado. 
38.Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, 
39.ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 
40.y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa. 
41.Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. 
42.Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. 
43.Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. 
44.Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir." 
Marcos, 12 - Bíblia Católica Online

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"Salmos, 80 
2.Escucha, pastor de Israel, que guías a José como un rebaño, tú que te sientas en los querubines 3.resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés. ¡Despierta tu valentía, ven y sálvanos! 4.¡Oh Dios, retómanos en tus manos, haz brillar tu faz y sálvanos! 5.¿Hasta cuándo, Señor, Dios de los ejércitos, vas a desconsiderar las oraciones de tu pueblo? 6.Le diste por comida un pan de lágrimas, han bebido sus lágrimas hasta saciarse. 7.Somos la presa que se arrebatan nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. 8.¡Oh Dios de los ejércitos, restablécenos, haz brillar tu faz y sálvanos! 9.Tenías una viña que arrancaste de Egipto, para plantarla, expulsaste naciones. 10.Delante de ella despejaste el terreno, echó raíces y repletó el país. 11.De su sombra se cubrieron las montañas y de sus pámpanos, los cedros divinos. 12.Extendía sus sarmientos hasta el mar y sus brotes llegaban hasta el río. 13.¿Por qué has destrozado sus cercos? Cualquier transeúnte saca racimos, 14.el jabalí de los bosques la devasta y los animales salvajes la devoran. 15.¡Oh Dios Sabaot, es hora de que regreses; mira de lo alto del cielo y contempla, visita esa viña 16. y protégela, ya que tu derecha la plantó! 17.Los que le prendieron fuego como basura, que perezcan al reproche de tu mirada. 18.Que tu mano apoye al hombre que hace tus obras, al hijo de hombre que has hecho fuerte para ti. 19.Ya no nos apartaremos más de ti, nos harás revivir y tu nombre invocaremos. 20.¡Señor, Dios Sabaot, restablécenos, haz brillar tu faz y sálvanos!" 
Salmos, 80 - Bíblia Católica Online

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